Decepcionante justificación
Las explicaciones para argumentar la retirada de las listas de los condenados por matar son difusas y eluden la palabra ETA
La presencia de siete expresos de ETA con delitos de sangre en las listas electorales de EH Bildu, y su posterior renuncia a raíz de ... la presión política y de la lógica denuncia de unas víctimas indignadas con esta sinrazón, ha mostrado la cara más anticuada de la coalición soberanista a la hora de justificar la rectificación de una decisión que nunca debió haberse tomado. Resulta frustrante evocar el espíritu de las palabras que tanto Arnaldo Otegi como Arkaitz Rodríguez pronunciaron el 18 de octubre de 2021 en el palacio de Aiete, donde la izquierda abertzale mostró su solidaridad con las víctimas –«sentimos su dolor, nunca debió haberse producido»– cuando la difusa declaración de EH Bildu que argumenta la rectificación elude asumir con claridad la asunción de responsabilidades del mayúsculo error ni abjura de la connivencia que en el pasado ese entramado político tuvo con el terrorismo. No deja de ser sonrojante que en la nota política que leyó Otegi el martes la coalición independentista haga requiebros semánticos para desviar la atención al echar mano de las «campañas de acoso y derribo» y del «lodazal» para evitar pronunciar la palabra ETA y huir del reconocimiento indubitado de que esos siete expresos que renuncian a sus actas nunca debieron apretar el gatillo en nombre de nadie ni de nada. Una explicación decepcionante, exenta de calidez y empatía hacia unas víctimas que han sufrido con semejante desprecio que EH Bildu cobijara a condenados en sus listas. Y no finalice sus explicaciones con un simple perdón.
La campaña electoral ha quedado reventada por esta polémica que ha vuelto a herir a las víctimas –por lo menos el candidato vizcaíno Iker Casanova lo reconoció con palabras inequívocas– y ha mostrado la peor cara de Sánchez y Feijóo en un tormentoso debate en el Senado en el que ninguno buscó un mínimo acuerdo en algo tan elemental como era rechazar de manera institucional este inadmisible dislate. ¿Dónde quedó el espíritu del pacto antiterrorista?
Otra víctima, Ana Iríbar, viuda de Gregorio Ordóñez, se estrenó ayer en campaña en la ciudad donde el concejal del PP solía inundar de balones y de proyectos en fechas electorales. ETA lo asesinó hace 28 años de un tiro en la nunca en un restaurante de la 31 de agosto porque acariciaba la Alcaldía donostiarra. Un dirigente de la entonces izquierda abertzale, al cumplirse un año de su asesinato, llegó a afirmar sin pestañear que ETA lo había asesinado por su ideología. Está en la hemeroteca.
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