Denis Itxaso: «La lucha contra la desigualdad es la pasión de mi vida»

–¿Cómo le ha cambiado la vida en estos cuatro años como teniente de diputado general?

–He ganado seguridad y tengo un nivel de conocimiento mucho más exhaustivo de lo que es Gipuzkoa, pero sigo siendo el mismo. Sigo siendo el hijo del redero y de la vendedora de Avon, que creció en el poblado de pescadores de Pasaia. Eso es por lo que me hice socialista. Y porque tenía y tengo una pasión por la libertad y por la lucha contra la desigualdad.

–¿Ha dejado de hacer las cosas de siempre con familia o amigos?

–No. Es verdad que tengo menos tiempo, porque le dedico muchas horas al trabajo, porque aunque Gipuzkoa es pequeña, es muy peleona. Mi pretensión siempre es llegar hasta el último rincón del último municipio, porque me gusta el trato con los alcaldes, con la gente de los pueblos.

–¿Cómo es ese trato?

–En estos cuatro años en los que hemos llevado áreas de mucho contacto social como Cultura, Deporte o Turismo, nos ha permitido tener un nivel de penetración social que en 2015 no teníamos en comarcas que tradicionalmente nos habían resultado esquivas. Hemos podido llegar a toda Gipuzkoa. Además somos un equipo euskaldun. Lamentablemente, el PSE ha tenido que pasar muchas veces por la prueba del algodón porque hay quienes se empeñan en monopolizar el sentido de lo vasco y en esta legislatura todo eso ha quedado atrás.

–¿Su equipo ha pasado esa prueba del algodón?

–No me gusta pensar que nadie nos la haga pasar. Porque, se hable en el idioma que se hable, todo el mundo puede desarrollar el sentimiento de pertenencia a su manera. Todos somos ciudadanos vascos.

–¿Si no fuera euskaldun habría tenido otro trato?

–Hoy no se entendería que un diputado de Cultura no supiera euskera. Mi partido no hubiera hecho eso nunca.

–¿Le reconocen por la calle?

–Me he hecho más conocido. En general tengo buenas sensaciones. En San Sebastián muchos me vinculan al Ayuntamiento. En general, por mi presencia en la televisión pública en euskera, me he hecho bastante conocido en el conjunto de Gipuzkoa.

–Ha mencionado a María Rosa y Bixen, 'el redero'. ¿Qué le enseñaron sus aitas?

–En casa lo que aprendí es a situar las personas por delante de los partidos y las banderas. Siempre lo he tenido muy claro. Fundamentalmente nos han educado en tener un sentido del trabajo y de la humildad, y eso es algo que imprime carácter. Todos los hijos hemos salido trabajadores. Tengo un hermano que ha sido ascensorista toda su vida, otra hermana comerciante, otra que es limpiadora..., somos trabajadores.

–Nació en Donostia, pero con unos meses su familia se fue a vivir a Trintxerpe.

–Así es. Crecí en el poblado de pescadores y cada vez que voy allí se me remueve algo… Es algo que imprime carácter por más que me haya venido a vivir a Donosti y esté sobre las alfombras de la Diputación. Me he puesto corbata, es verdad, bastante más de lo que hubiera pensado, porque trato de representar lo mejor y más dignamente posible a la institución de todos los guipuzcoanos, aunque uno venga de la extracción obrera.

–¿Qué añora de los años que vivió en Trintxerpe?

–Una cierta candidez, una cierta ingenuidad. Luego, con el tiempo, te haces mayor y hay algunas cosas que siguen frustrándote porque ves que los cambios son muy lentos. Me siento particularmente orgulloso en esta legislatura de todo lo que se ha hecho por Pasaia. Lo llevo en la sangre y me emociono solo de pensar lo difícil que resulta mover una piedra allí. Aun así ya se han comenzado a ver los resultados. Pido otra oportunidad para concluir esa tarea porque es titánica y solo se puede hacer con mucho esfuerzo, trabajo y sentido del pacto.

–En 2015, a su ama le pareció «algo grande» que se presentara para ser diputado general de Gipuzkoa. ¿Sigue pensando lo mismo?

–Sí, aunque como es mayor… El otro día me vio en unos carteles en el autobús y se quedó impresionada. Le expliqué: 'Ama es que me vuelvo a presentar a diputado general' . Y me preguntó: '¿A diputado general? Pero hace cuatro años te presentaste a diputado de Cultura'. Le aclaré: 'No, ama, que ya se te ha olvidado, me presenté también diputado general, lo que pasa es que tuve que pactar y en el reparto es lo que he desarrollado, pero yo quiero ser diputado general'. A ella le sigue sonando una cosa muy grande para venir de donde venimos. Está muy orgullosa.

–Cuando les dijo que quería entrar en política, ¿Que le dijeron?

–Empecé como jefe de prensa, al poco tiempo me afilié y sinceramente soy socialista porque me apasiona la lucha contra la desigualdad. En aquel momento estaba muy presente el tema de ETA y me parecía obligado implicarse en la lucha por la libertad, no resultaba especialmente seductor, pero pesaba sobre el alma. Fue poco a poco, empecé a participar en muchas tertulias en euskera y a bregarme. He tenido una escuela muy dura, de tertulias complicadas con el monotema permanente de la independencia y los presos, mientras nos asesinaban y pasábamos un miedo terrible. Pero eso me ha curtido mucho. Al aita no le dio demasiado tiempo, me vio de concejal en Donostia que también le hizo sentirse muy orgulloso. A veces nos hacía pasar un poquito de vergüenza porque presumía de hijo allá donde iba.

–¿Nunca se imaginó militando en otro partido?

–A veces la gente me dice: 'Tú vienes de Euskadiko Ezkerra'. Pero a mí no me dio tiempo porque tenía 17 años cuando convergió con el PSE en el 92. Realmente la tradición en casa era de EE, pero en cuanto mi hermano (Bixen) entró en la convergencia y en la agrupación socialista de Pasaia, le ficharon de candidato a alcalde y eso ya nos marcó a todos. También fuimos de Felipe González, esa es la verdad.

–¿Ahora vive en Riberas de Loiola con Luis, su pareja?

–Sí, aunque es verdad que se me ha escapado hace un mes porque ha conseguido entrar en un programa de formación de alto nivel sobre cardiopatías genéticas y hereditarias en el Hospital Puerta de Hierro de Madrid. Concluyó la formación en Cardiología en Cruces y ahora está en esta nueva aventura. Pero bueno, Madrid no está tampoco muy lejos y los fines de semana nos hemos conjurado para seguir viéndonos.

–¿Le costó mucho contar en su casa que era gay?

–Me costó. Sí. Y eso que tenía el entorno inmejorable porque siempre hemos sido una familia súper abierta. Lo que pasa es que yo tenía novia y cuando entendí que ese no era mi camino y que no podía seguir así, a pesar de que yo le quería muchísimo, tomar aquella decisión se me hizo como subir al Everest, pero aprendí muchísimo. Tenía 25 años. Reconozco que antes me daba un poco de reparo agarrarme de la mano de mi pareja por San Sebastián, pero ahora no me afecta lo más mínimo.

–¿De qué se siente más orgulloso de esta legislatura?

–Si tengo que elegir diría el Festival Marítimo de Pasaia porque aquello rompió todos los moldes y dio una señal muy clara de que vamos en serio, por la dimensión que tuvo, por la ambición con la que se hizo.

–¿Qué espinita le gustaría sacarse?

–Me hubiera gustado haber dejado empezadas las obras de reforma del Koldo Mitxelena.

–¿Cuál ha sido a su mejor día de la legislatura?

–Ha habido muchos, pero sobre todo el día que ETA se disolvió. Tuvimos además los reflejos de organizar un homenaje a las víctimas en el marco de la exposición 'Luces en la memoria' en el Koldo Mitxelena y fue un día feliz. Siempre con el recuerdo muy vivo de las personas que han quedado en el camino.

–Olano se presenta por cuarta vez a diputado general. ¿Se debería limitar el número de mandatos?

–Lo deben limitar los ciudadanos. Y aspiro a que lo hagan porque Olano en esta campaña ha hecho algo inaudito en el PNV, como es asegurar que apuesta por una coalición con el PSE. Si es así lo que deben dirimir los electores es si esa coalición la sigue encabezando él o la lidero yo porque Gipuzkoa está ahora más preparada que nunca para aceptar que el liderazgo corresponda a un diputado general del PSE y vire hacia políticas de mayor progreso.

–¿En qué se diferencia su programa del que ofrece el PNV?

–Nosotros hablamos más de empleo con apellidos, de empleo digno. Pero sobre todo hay un elemento fundamental y se puede poner un ejemplo que es Irun. Esa ciudad demuestra que a Markel Olano le queda grande la chaqueta de diputado general. Uno no puede estar en una permanente confusión entre los intereses de partido y el interés general. Olano ha incoparecido en el momento más crucial de la transformación de la segunda ciudad de Gipuzkoa dejando plantado a un ministro de Fomento que venía con 30 millones en el saco para invertir en la estación intermodal. Ese tipo de cosas deben estar por encima del carné del partido, se trata de trabajar por el interés general de los guipuzcoanos.

–¿Olano la tiene tomada con Santano?

–La fobia del PNV con Irun es muy preocupante para la imagen de la Diputación y la estabilidad del territorio. Me decepciona particularmente la actitud política de Olano ensañándose con la segunda ciudad de Gipuzkoa. Esto no puede seguir así. Necesitamos un diputado general de mirada abierta y cómplice con todos los rincones de Gipuzkoa».

–En el tema del Alarde, ¿no cree que el alcalde debería dar ejemplo y resolver el tema esta legislatura?

–Lo que creo es que sería muy bueno que en el Bidasoa todas las fuerzas políticas se reuniesen para tratar de dejar este asunto fuera de la disputa política y resolverlo entre todos para que no hubiera miedo a un coste electoral.