Elecciones vascas: Motores encendidos y despegue a medio gas

El PNV, por eso, busca una campaña tranquila, en la que pueda relatar un programa «constructivo y templado», blindado con palabras como solvencia y confianza. Urkullu intervenía en Gernika, en la Casa de Juntas, con un simbólico llamamiento a «un proyecto de nación compartido» y una idea-fuerza: «negociar no es claudicar». Toda una reivindicación del nacionalismo institucional pactista el mismo día en el que la Comisión Mixta de Transferencias cerraba por vía telemática el acuerdo para el traspaso de tres competencias menores. En el espíritu, el cumplimiento del Estatuto de Gernika.

Los jeltzales, eso sí, quieren enfriar el optimismo en el congelador porque saben que el exceso de confianza es un arma que la carga el diablo y la disputa contra la abstención es dura. Muy dura. Su objetivo es directo: que los electores perciban la importancia del 12-J y vayan a votar. Sobre todo, los más mayores, los más vulnerables ante la pandemia. Y, por supuesto, penetrar en el 'centro' moderado que puede ser nacionalista, o no, pero que ve a Urkullu como un tipo serio para administrar la casa y la cosa.

Del programa para la reconstrucción se hablará porque lo que viene es de pantalón largo. Colocar a Euskadi entre los ocho países 'top' de Europa con más renta y con menos pobreza es un objetivo ambicioso. Bajar el paro a menos del 10% también. Y crear hasta 4.000 nuevas plazas de Osakidetza ilustra que la tendencia 'New Deal' regresa con fuerza. Al fin y al cabo, aunque al PNV le chirría el eje derecha-izquierda, el mismo Iñaki Anasagasti lo ha situado, sin dudas, «en el centroizquierda socialcristiano».

Euskal Herria Bildu, sin embargo, toca la tecla del recambio generacional y político porque piensa que «el ciclo histórico del PNV está agotado» y «el mito de su buena gestión se ha desplomado» tras la crisis de Zaldibar y la emergencia sanitaria, que, en su opinión, han acentuado problemas que ya vienen de lejos. Maddalen Iriarte, en la plaza Nueva de Vitoria, se reclamó como 'la alternativa' a un modelo que «hace aguas» y que es «conservador, muy conservador». La formación soberanista se ha enfundado en la bandera social ante un cambio de tendencia que creen detectar en la sociedad y que el coronavirus puede acelerar. Hasta el momento, el debate sobre el autogobierno había quedado solapado por el Covid-19. La gestión sanitaria ha trastocado el imaginario de la discusión al situar en el centro el refuerzo de la sanidad pública. Un principio en el que, al menos de palabra, casi todos están de acuerdo.

La socialista Idoia Mendia, se lanzaba ayer a la arena en Bilbao, con el respaldo de la vicepresidenta Carmen Calvo, y un encendido discurso a favor de «la izquierda útil». Aire socialdemócrata. El PSE está persuadido de que su lema 'Soluciones' conecta con una marea social que busca que la política ofrezca salidas y no enquiste los problemas. La visita de Pedro Sánchez este domingo a San Sebastián pretende un revulsivo para movilizar al electorado del PSOE y también para ensanchar su espacio y llevar el mensaje de Mendia a la clase media vasca. Sobre todo cuando el pragmatismo ha cogido viento a favor.

Tras el fin del estado de alarma, la pulsión posibilista de los empresarios empieza a presionar al PP. Y una victoria contundente de Núñez Feijóo en Galicia terminará por forzar a Pablo Casado a una modulación de su estrategia. Al igual que la cuña de Ciudadanos, cuyo discurso más negociador es alabado por los liberales europeos. Macron en la sombra. Mientras tanto, Carlos Iturgaiz iniciaba su viaje electoral con duras andanadas a la «corrupción» del PNV. Los populares tienen que frenar la sangría de votos hacia Urkullu. Es su talón de Aquiles.

En Elkarrekin Podemos no ocultan su alegría tras la última encuesta del CIS. Un balón de oxígeno para Miren Gorrotxategi, que ayer pedía «una Euskadi progresista tras 40 años de poder del PNV». El vicepresidente Pablo Iglesias le ha dicho que está disponible para echarle una mano. No ha sido una semana fácil para los morados, que intuyen que tras la última polémica sobre los GAL se mueven intereses poco inocentes para socavar al Gobierno de coalición con cargas de alto voltaje. Quien nos iba a decir que un informe de la CIA, especialista en desestabilizar a algunos gobiernos, iba a marcar el paso reabriendo el melón del pasado. Que todos saben que por la noche es una fruta muy indigesta. También en campaña.