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Estela de condensación que deja un avión durante su vuelo.
La teoría de los chemtrails llega a las paradas de autobús de San Sebastián: Así demuestra la ciencia su falsedad

La teoría de los chemtrails llega a las paradas de autobús de San Sebastián: Así demuestra la ciencia su falsedad

Varias zonas de la capital guipuzcoana aparecen pobladas de pegatinas que aluden a la supuesta fumigación de la atmósfera con sustancias químicas

Jesús Falcón

San Sebastián

Miércoles, 12 de marzo 2025, 06:25

Las teorías conspiranoicas tienen décadas de antigüedad pero con la popularización de las redes sociales y el desarrollo de la inteligencia artificial su expansión, lejos de detenerse, aumenta y llega a cualquier rincón del planeta. Incluso a las paradas de autobús de San Sebastián en las que estos días proliferan pegatinas aludiendo a varias de las conjeturas más populares entre estos grupos, desde los «chemtrails» a referencias a la redes wifis.

Lo cierto es que la pequeña pegatina une muchos conceptos en poco espacio pese a que quienes las han colocado están empeñados en que las veamos a base de repetirlas. La principal referencia es hacia los «chemtrails», una palabra que designa las estelas químicas que según estas teorías generan los aviones en el cielo. «Mirad al cielo, nos fumigan», dice la principal frase con la rotundidad habitual en los grupos conspiranoicos en los que las aseveraciones son más tajantes que ciertas. «Stop chemtrails. Se buscan cielos azules», añaden.

A falta de más explicaciones por esta protesta, el texto une símbolos y palabras sueltas que añaden más confusión que información, como un «yo no voto» o referencias a la OTAN y a las redes wifi y 5G. Todo ello acompañado de las siguientes palabras «sequías, tornados, tsunamis, incendios, huracanes, granizadas, terremotos, inundaciones» con un curioso remate: «y tu coche sucio». Un toque de drama está demostrado que aumenta la viralidad de los mensajes, y ciertas dosis de indignación, más aún.

También aumenta el interés añadir conceptos científicos mezclados sin sentido, como las referencias a «yoduro de plata, titanato de bario o trimetil aluminio». No podían faltar citas a varias leyes para dar una apariencia de seriedad y legalidad, así aparece sin más explicaciones la referencia al artículo 3 del Real Decreto 849/1986.

Con estos ingredientes, los habituales, los autores de los mensajes ya han compuesto la receta habitual de los bulos: una mezcla de realidad y ficción con algunas dosis de miedo e indignación. Así que vamos a desmontarlo con ayuda de la ciencia.

¿Qué son las estelas de condensación de los aviones?

Las estelas de condensación se forman cuando el vapor de agua presente en las emisiones de los motores de los aviones, que está caliente, se enfría rápidamente al entrar en contacto con el aire frío y húmedo de la atmósfera. Este proceso provoca la condensación del vapor de agua en gotas y cristales de hielo, creando una nube visible. La persistencia de estas estelas depende de las condiciones meteorológicas, como la temperatura, la humedad y el viento. Si la humedad es alta y el viento es débil, las estelas pueden permanecer visibles durante más tiempo, extendiéndose y formando patrones que algunos interpretan como «chemtrails».

¿Cuál es la teoría de los chemtrails?

Desde hace años, la teoría de la conspiración de los chemtrails está alimentada por vídeos y fotos de estelas en el cielo interpretadas como evidencia de fumigación con supuestas sustancias químicas nocivas para los seres humanos. A pesar de la evidencia científica, la teoría persiste y se adapta a diferentes contextos. Durante la pandemia de Covid-19, se afirmó falsamente que las estelas eran parte de un plan para diseminar el virus. Más recientemente, se ha vinculado la teoría con el cambio climático, argumentando -sin pruebas- que son la causa principal del calentamiento global.

Sus defensores han llegado a argumentar que estas sustancias químicas pretenden hacer enfermar a los humanos e incluso favorecer su «control mental», además de modificar el clima.

Lo que dice la ciencia

La comunidad científica rechaza rotundamente esta teoría y se respalda en estudios e informes que demuestran que estas estelas son, en realidad, estelas de condensación ('contrails') formadas por el vapor de agua emitido por los motores de los aviones. Así por ejemplo, un estudio de 2016 publicado en 'Environmental Research Letters' encuestó a 77 científicos atmosféricos, de los cuales el 98,7% afirmó no haber encontrado evidencia de un programa secreto de fumigación atmosférica a gran escala. Los científicos explicaron que los datos citados como evidencia de «chemtrails» pueden explicarse por la formación típica de estelas de vapor y errores en la toma de muestras. Un estudio publicado en 2016 por la Carnegie Institution for Science, la Universidad de California Irvine y la organización sin fines de lucro Near Zero, llegaba a las mismas conclusiones.

Agencias gubernamentales, incluso la Fuerza Aérea de Estados Unidos y la Agencia de Protección Ambiental de este país han tenido que salir a desmentir en los últimos años estas teorías ante su nivel de extensión. La USAF ha declarado que «la farsa de las estelas químicas ha sido investigada y refutada por múltiples universidades, organizaciones científicas y publicaciones de medios de comunicación importantes y acreditados», todo ello tras ser acusada en los años 90 de «rociar a la población con sustancias misteriosas».

El meteorólogo Benito Fuentes, de AEMET, incluso ha mostrado en sus redes sociales cómo de fácil es predecir la condensación que producen los aviones en función de distintas metodologías científicas. Además aconseja a los conspiranoicos «estudiar mucho y tener una buena base científica de lo que pretendes cuestionar» y «no creerte chorradas sin fundamento».

La nota de realidad

Los bulos y 'fake news' tienen siempre como ingrediente algunos gramos de realidad, así que en este caso los adeptos mezclan datos de la conocida como «siembra de nubes», una práctica real utilizada para modificar artificialmente el tiempo en regiones puntuales. Esta técnica consiste en dispersar sustancias como el yoduro de plata desde generadores en tierra para estimular la precipitación en áreas que necesitan lluvia.

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También se basa en la realidad la alusión al cambio climático, aunque de forma manipulada. Un informe de Ecologistas en Acción sobre su posición «frente a este tipo de bulos fantasiosos y pseudocientíficos» lamenta que «es una verdadera lástima que toda esta energía conspiranoica no se esté canalizando hacia el problema real con el que se tiene que enfrentar la Humanidad del siglo XXI: el cambio climático. Este sí que es un asunto para preocupar, y mucho, a todas las personas, y que debería hacer que nos involucrásemos en todos los ámbitos, cada cual con su contribución personal, y presionando a las autoridades para que se establezcan los medios necesarios para frenar esta auténtica y real calamidad ambiental».

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