Renting de coches, ¿más barato que comprar?

Es un contrato de alquiler a largo plazo en el que una de las partes (arrendador) compra un vehículo nuevo y cede su uso a la otra parte (arrendatario) a cambio de una cuota fija mensual, por un plazo de tiempo establecido y un kilometraje determinado. El renting incluye una serie de servicios adicionales al propio alquiler, como son los mantenimientos, el seguro, cambio de neumáticos, reparación de averías, vehículo de sustitución… Con el renting, el coche es en todo momento propiedad de la empresa arrendataria. El particular lo alquila por un tiempo determinado que se estipula en el contrato mediante el pago de una determinada cuota mensual.

En contexto

Cuándo interesa más el renting y cuándo la suscripción a un coche

¿Qué sale más rentable, comprarse coche o el renting?

La fundamental es la incertidumbre tecnológica. La inseguridad que tienen los usuarios se traduce en que el renting se presente como una fórmula apetecible y por eso se está comiendo una cuota importante del canal privado. De hecho, los híbridos enchufables superan ya en ventas a los diésel. Con el diésel se piensa que es un pecado comprarlo y las matriculaciones están bajando, aunque actualmente los que se venden son eficientes y muy ecológicos. Los de gasolina se ven con mayor bondad.

Sobre todo, al canal de empresas puesto que todo está incluido en la cuota del renting. De hecho, las compañías se pueden deducir hasta el 50% del importe según su actividad económica. El de particulares está creciendo mucho por las razones anteriormente expuestas y también porque la banca se ha convertido en un vendedor más, sólo bajo esta modalidad, facilitando mucho las operaciones a quienes ya son clientes.

Actualmente, un contrato normal tiene una vigencia de entre 4 y 5 años y la cuota oscila entre los 350 y los 600 euros. Hasta hace pocos años costaba el doble pero, a medida que se ha ido popularizando y más empresas han entrado en el mercado, el precio ha ido bajando. ¿Qué cubre esa cuota? Generalmente, un cambio de neumáticos, el mantenimiento, los seguros y los impuestos. El coche que se contrata suele ser de gama media-baja y el usuario tiene que correr con los gastos de gasolina, peajes y multas.

Para lo bueno y para lo malo, es un contrato de alquiler, por lo que la mayor ventaja es la tranquilidad que proporciona a futuro en caso de que ocurran grandes cambios. Hoy son muchos los factores que generan incertidumbre en el devenir del automóvil: los cambios normativos, mayores restricciones sobre las emisiones, la evolución sobre las nuevas tecnologías electrificadas... Si te decantas por el renting significa que los cambios que puedan venir en el futuro no se van a convertir en un problema, porque el vehículo no es del usuario y podrá devolverlo, dentro de los términos acordados en el contrato.

Con la cuota estamos pagando unos servicios y eso se traduce en un mayor coste financiero, que en el caso de los particulares no cuentan con la posibilidad de deducción. Otro gran inconveniente es que las relaciones se triangulan entre el concesionario, que es un mero tramitador y pierde por tanto su poder de gestión, el cliente y el alquilador, hasta el punto de que muchos de los servicios incluidos en el contrato se hacen en talleres independientes homologados y no en el concesionario oficial.

Por último, en una operación de compra de vehículos, el coche se matricula en Gipuzkoa y los ingresos de IVA e Impuesto de Matriculación se quedan en nuestra Hacienda foral. En cambio, con el renting, las compañías propietarias de los coches están afincadas en Madrid y esos impuestos se quedan allí, mientras que los ayuntamientos de Gipuzkoa dejan de ingresar la viñeta correspondiente a esos vehículos aunque su uso sea aquí.