Varios guipuzcoanos estafados por la trama Arbistar de criptomonedas que será juzgada
Una de las personas del territorio afectadas llegó a perder 80.000 euros en la plataforma que, según el juez, engañó a 32.000 inversores en toda España por más de 92 millones
«Vendían humo; era una simulación y una ficción». Así de gráfico resume el juez de la Audiencia Nacional José Luis Calama el procesamiento de ... los siete presuntos miembros de una trama criminal que, a través de la plataforma Arbistar de comercialización de criptomonedas, defraudó entre mayo de 2019 y septiembre de 2020 a 32.000 inversores por una cantidad superior a los 92 millones de euros. Entre ellos se encontraban un número indeterminado de guipuzcoanos, según ha podido saber este periódico de fuentes conocedoras del caso. En uno de los casos, una persona de Gipuzkoa ha llegado a perder 80.000 euros, según los medios consultados. Inversores de Vitoria también han presentado denuncias en distintos despachos de abogados especializados, por lo que es probable que entre los estafados haya muchos más ciudadanos de los tres territorios de Euskadi.
En su auto de 22 páginas, el magistrado propuso juzgar al líder de la trama Santiago Fuentes Jover y a otras seis personas por delitos de organización criminal y estafa y les impone el pago de una fianza solidaria con la que hacer frente a una eventual condena de 123 millones de euros. La cantidad presuntamente defrauda más un tercio que establece la ley.
LAS CIFRAS
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250.000 Euros de pérdida denuncian 17 de los estafados de Arbistar.55 han perdido una suma superior a los 50.000 euros.
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30 Guipuzcoanos se vieron afectados el pasado año por una trama internacional enclavada en Albania y que fue desarticulada, con casos de pérdida de más de 20.000 euros.
Calama explica en su resolución cómo a través de la web de Arbistar los procesados comercializaban el uso de determinados programas automáticos de inversión llamados Community Bot, que bajo eslóganes como «con este sistema siempre se gana» y «ganar es la única opción» garantizaba a los inversores unas ganancias entre un 8% y un 15% mensual. El único requisito era que en dos meses no pudiesen retirar su dinero.
Estos programas automáticos (bots), continúa el juez, supuestamente tenían como fundamento un software que aplicaba un algoritmo de inteligencia artificial, con el cual se garantizaba la obtención de pingües beneficios. «Sin embargo, dicho algoritmo nunca existió y, por tanto, únicamente se vendía humo», subraya Calama.
De esta manera, Arbistar ofertó una inversión asegurando la obtención de una rentabilidad al haber desarrollado un robot que realiza automáticamente arbitraje con criptomonedas. El inversor, tras instalar este software en el ordenador personal, tan solo debía esperar a recibir abundantes ganancias que eran abonadas semanalmente, siempre los sábados, con opción de sumar estas rentabilidades a las cantidades iniciales invertidas o podían optar por el reembolso. Sin embargo, reitera el juez, «dicho programa automatizado nunca existió, basándose la oferta de negocio en una ficción».
Calama explica que la trama usó una parte del dinero obtenido de los inversores para entregarlo a otros anteriores en pago de los altos intereses convenidos, lo cual generaba una gran confianza en ellos acerca de que su inversión «era segura y muy rentable». «Este esquema tipo piramidal no solamente se usaba para que los que habían invertido aportaran más dinero, sino para atraer a nuevas personas al ver los grandes beneficios casi inmediatos que percibían los anteriores».
Además, Arbistar ofertaba también un «plan amigo» a partir del cual si los clientes conseguían incluir nuevos clientes obtenían una importante compensación.
Redes comerciales y sociales
Los tres pilares de la compañía eran una red comercial activa y motivada por los incentivos económicos, un aparato de publicidad eficaz y presencia en las redes sociales. El éxito del negocio generó la imagen que cualquier burbuja especulativa precisa, la percepción de que el inversor siempre gana, y que las ganancias de la inversión siguen creciendo, lo que se convirtió en la mejor publicidad del producto. Otra de las estrategias de captación utilizados por los procesados, explica el auto, fue la celebración de actos públicos en hoteles y salas de congresos con los que promocionarse y conseguir nuevos inversores, como el celebrado en Málaga el 27 de mayo de 2019 retransmitido en el canal de Youtube de Arbistar.
Con todo, dice el juez Calama, Arbistar se mantenía por los flujos de tesorería que se recibían gracias al incremento de los contratos, ya fueran renovaciones de clientes fieles ya fueran nuevos inversores. El dinero de los inversores permitía saldar las deudas con ellos contraídas, y era una partida en crecimiento sostenido, el indicador esencial del colapso anunciado. «El negocio, pues, no es ya que careciera de racionalidad económica, sino que no existía, era una mera simulación», subrayó el instructor.
Una vez recibido el dinero de los inversores, Arbistar no lo destinaba a inversiones con las que generar beneficios y satisfacer sus obligaciones, sino que inmediatamente canalizaba todo el capital a otras mercantiles diseñadas con el fin de distraerlo.
El auto cuantifica en torno a los 32.000 el número de perjudicados, de los cuales han quedado individualizados cerca de 5.000, y valora en más de 92 millones de euros el total de la cantidad defraudada. Señala que 55 de los perjudicados los fueron en una suma superior a los 50.000 euros cada uno, y otros 17 en 250.000 euros. Para el juez, el relato de hechos demuestra la existencia de un entramado criminal constituido en torno a la figura de Santiago Fuentes y de la que el resto de los procesados formaba parte ejecutando distintas tareas operativas.
Los casos de estafa cada son más habituales. El pasado año cayó una trama internacional de falsas inversiones en critptomonedas, enclavada en Albania, en la que se vieron afectados al menos treinta guipuzcoanos, con casos de más de 20.000 euros de pérdida. En total, dicha trama estafó más de 2.400 millones de euros a 17.000 personas en toda España.
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