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Miércoles, 28 de mayo 2025, 14:24
Euskadi tiene una alta probabilidad de falta de mano de obra y de no disponer en 2036 de personas suficientes para trabajar, unas 20.000, ... incluso si continuasen en el mercado laboral una parte «significativa» del colectivo de edad entre 65 y 69 años porque ni con la inmigración sería «suficiente» para cubrir todo el empleo.
Esta es una de las conclusiones contenidas en un informe de Laboral Kutxa sobre 'Empleo y Transición Demográfica en Euskadi: Horizonte 2036', elaborado por Laboral Kutxa, y que ha sido presentado en Bilbao por el director del Departamento de Estudios, Joseba Madariaga, y el director de Desarrollo de Negocio, Ibon Urgoiti.
El estudio, al que seguirán otro sobre el impacto de las transiciones medioambiental y digital, propone una proyección para esbozar cómo podría configurarse el mercado laboral vasco en 2036, tras analizar cuántas personas estarán disponibles para trabajar y cuántos empleos podrían existir si la economía reproduce comportamientos ya observados.
Ambos ponentes han destacado la importancia, en clave económica y social, de analizar el impacto de la transición demográfica en el empleo, considerando el envejecimiento de la población y las proyecciones demográficas previstas hasta 2036. El análisis pretende delimitar el margen de incertidumbre al que se enfrentan las administraciones, las empresas y los agentes sociales al planificar el relevo generacional de la fuerza laboral para Euskadi.
El punto de partida lo marca la población potencialmente incorporable al empleo tomando como base la proyección más reciente del Instituto Nacional de Estadística, de 2024, centrándose en los grupos de edad de 20 a 64 años y de 20 a 69 años, que permite estimar el efecto de un retraso en la edad efectiva de jubilación.
Sobre estas bases, se aplican tres hipótesis de tasa de empleo, con el promedio observado en 2018-2019; la media de 2022-2023, que representa la situación más actual; y la tercera, el objetivo europeo del 78% fijado para el año 2030.
La combinación entre población y tasa da lugar a tres escenarios que indican cuántas personas podrían estar empleadas en 2036, dependiendo del grado de inserción laboral alcanzado y, de forma paralela el estudio, construye un modelo de demanda a partir de la evolución de afiliaciones y personas ocupadas entre 2009 y 2023. De esta forma y de la combinación de las cifras de oferta con las de demanda surgen nueve escenarios posibles y Euskadi, en siete de ellos, presenta un déficit de mano de obra.
Incluso, en el cruce «más optimista», con una tasa de empleo del 78% y creando los mismos empleos que en la última década, «Euskadi no logra cubrir todas las vacantes potenciales» y el desajuste, según cada combinación, oscila entre algo más de 20.000 y casi 170.000 personas.
El País Vasco solo alcanza un equilibrio positivo claro cuando se incluye en el cálculo una proporción de los trabajadores de entre 65 y 69 años, la creación de empleo sigue la senda más contenida y la tasa de empleo alcanza el objetivo del 78%, un contexto que implicaría, incluso, mayor participación laboral femenina y un saldo migratorio positivo.
Tal y como ha subrayado Madariaga, los datos demográficos ayudan a entender esta situación porque, entre 2009 y 2023, el grupo de edad de 20 a 34 años se redujo un 26,7%, mientras que el de 55 a 64 aumentó un 21,3% y esta tendencia se mantiene en la proyección ya que, en 2036, las personas mayores de 55 años crecen un 7,8% con respecto a 2023.
Además, la oferta de trabajo coincidirá con un contexto en el que las empresas demandan, cada vez más, perfiles con competencias digitales y habilidades relacionadas con la transición energética, que exigen largos procesos formativos.
Madariaga ha apuntado que los desequilibrios entre oferta y demanda podrían ser mayores en determinados sectores donde «es perfectamente posible que haya familias profesionales donde se note mucho más y ya se está hablando que a futuro va a haber problemas de personal».
En concreto, el analista de Laboral Kutxa ha citado la construcción, la salud y el sector tecnológico donde, además, de «previsiblemente» tener problemas de falta de personas, hay que sumar otro problema adicional que es «que los que estén, seguramente no van a tener las competencias necesarias para poder trabajar en ese sector.
Eso significa que los trabajadores tendrán que formarse y, hacerlo requiere un tiempo« y »puede que muchas personas lo pasen mal porque el mercado laboral va a verse muy afectado por las tres transiciones« y van a suponer un vuelco importante en el mercado laboral y se va a necesitar de formación para poder ser empleados en ese futuro».
Además, la demografía apunta a que «vamos hacia al ámbito de la escasez y Euskadi no va a estar en las circunstancias para poder atender a los puestos de trabajo que habrá en 2030 y detectar quiénes son los desempleados estructurales para recuperarlos e incorporarlos.
La prolongación de la vida laboral aparece como la primera palanca de ajuste para afrontar esta carencia ya que, extender la edad activa hasta los 69 años incrementa la oferta en torno a 70.000 personas en la hipótesis de tasa de empleo más optimista (78%).
La segunda palanca a aplicar es el saldo migratorio ya que una diferencia de 5.000 entradas o salidas netas anuales «puede modificar de forma notable el resultado final».
El tercer factor es la productividad, ya que el informe señala que, si la productividad por hora trabajada creciera más de lo registrado en la última década, «parte de la demanda adicional de empleo podría absorberse, aunque este supuesto no se incluye entre las nueve combinaciones analizadas».
Tal y como han explicado ambos responsables, la utilidad de este estudio reside en «evidenciar hasta qué punto la evolución demográfica condiciona la capacidad de respuesta».
En palabras de Urgoiti, «una Euskadi que quiera mantener su base industrial, avanzar en servicios de alto valor y responder a los retos de una economía envejecida deberá actuar en tres direcciones: fomentar la continuidad laboral de los trabajadores sénior, atraer y retener la migración, y acelerar los programas de recualificación profesional».
En última instancia, el estudio confirma que la ecuación entre número de empleos y número de trabajadores ya no se resuelve «únicamente mediante el ciclo económico» ya que «la creación de riqueza va camino de descansar en un grupo menor de población en edad de trabajar.
A partir de ahora, cualquier estrategia de empleo en la CAPV tendrá que integrar de forma estructural variables demográficas, educativas y migratorias si se quiere llegar a 2036 sin que la escasez de mano de obra frene el desarrollo«, sostiene.
Por todo ello, «el tejido cooperativo, la cultura industrial y la solvencia tecnológica son bazas poderosas, siempre que se asuma que el talento será escaso y sólo desde una acción colectiva será posible afrontar el futuro con éxito» concluye Urgoiti.
La proyección parte del análisis del mercado laboral desde 2008, donde constata que se ha necesitado más de una década para recuperar el nivel de empleo perdido en la gran crisis (2008-2012).
También se observa un creciente envejecimiento de las personas empleadas y una significativa incorporación de la mujer, que representan casi la mitad del total de personas ocupadas, así como un aumento de la contribución al empleo de las personas foráneas.
Por su parte, la estructura del empleo actual es claramente terciaria, con un peso creciente del empleo asalariado y público. En la parte más positiva, cabe destacar que el empleo femenino ha crecido notablemente y representa ya casi la mitad del total.
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