Las bajas por salud mental en Euskadi se duplican en seis años y rozan las 43.500

Son datos del Ministerio de Seguridad Social a los que ha tenido acceso este periódico a través del Portal de Transparencia. La estadística recoge que estos procesos tienen una duración media de 111 días y permite trazar un perfil de los afectados, que reflejan una clara diferencia por sexo. Las mujeres sufren en Euskadi el 63% de las bajas por ansiedad o depresión, lo que muestra su dificultad para conciliar el trabajo con los cuidados de mayores y niños, que siguen recayendo mayoritariamente en ellas.

El crecimiento de las bajas por problemas mentales no es exclusivo de Euskadi sino que se da en toda España. Así, en el conjunto nacional los procesos por este tipo de dolencias superó las 600.000 en 2023, un máximo que también supone un crecimiento de casi el 100% desde 2017.

A pesar de ser una tendencia generalizada, Euskadi presenta una mayor incidencia si se pone en relación el número de bajas con el total de ocupados. En la comunidad autónoma vasca la ratio llega al 4,4%, solo por detrás de Cataluña (5%) y Canarias (4,9%), mientras que la media estatal es del 3%. No es algo sorprendente dado que el País Vasco es líder en absentismo por Incapacidad Temporal, algo que se está estudiando en el marco de la mesa de diálogo social.

El caso es que dentro de las bajas aquellas derivadas de trastornos mentales cobran cada vez más protagonismo. ¿La causa? «Es una época de recuperación tras la pandemia, aumenta la carga de trabajo y se quiere hacer con las mismas personas, sin reforzar las plantillas», dice Alfonso Ríos, responsable de Salud Laboral en CC OO-Euskadi.

Una queja de los sindicatos es que las bajas por problemas mentales derivan en gran medida de la situación laboral, del estrés en un entorno digitalizado e hiperconectado, pero no se categoriza como tal, lo que supone una menor prestación económica. «Solo un 0,1% de las contingencias profesionales viene motivado por trastornos mentales cuando en la mayoría de los casos la patología viene del trabajo. Sin embargo, este tipo de enfermedades ya suponen el 25% de las contingencias comunes», explica Ríos.

La directora general de Osalan, Lourdes Iscar, reconoce que es así y que salvo raras excepciones los problemas como la ansiedad y la depresión se tratan como enfermedades comunes no derivadas del trabajo. «En algún caso, tras la actuación de la Inspección o un proceso judicial se pasan a considerar accidentes laborales, pero no es lo habitual», explica. En este sentido, insta a los servicios de prevención a comunicar a Osalan cualquier indicio de que la enfermedad está relacionada con el trabajo. «Si se funciona así en todas las comunidades, se podrá incorporar al catálogo de enfermedades profesionales», dice.

Iscar recuerda que no solo son obligatorias las evaluaciones de los riesgos psicosociales por parte de los servicios de prevención de la empresa «sino que se deben tomar medidas cuando se detecten problemas y controlar que se adoptan». La Inspección está reforzando sus actuaciones en este sentido con 324 investigaciones en 2023.