Cuatro de cada diez vascos ahorran en una EPSV para mejorar su jubilación
En aquellas denominadas de empleo, que el Gobierno central quiere replicar en el Estado, la aportación media anual se sitúa en 1.776 euros
Las Entidades de Previsión Social Voluntaria (EPSV), uno de los elementos con más carga de identidad en el sistema financiero vasco, están de moda. Y es que el ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, José Luis Escrivá, ha propuesto (Pacto de Toledo mediante) extender una de las tres versiones que existen en el País Vasco -la de empleo- al conjunto del Estado. El objetivo es generar un sistema que se ha desmostrado más que exitoso en su versión original y que permita generar un colchón de acompañamiento para las prestaciones de la Seguridad Social a la hora de la jubilación.
Para obtener una 'fotografía' de las EPSV en Euskadi, DV analiza el último informe del Gobierno Vasco sobre previsión social complementaria, correspondiente al ejercicio 2019, al que ha tenido acceso. Un documento que muestra la fortaleza (y también alguna que otra grieta) de un sistema que tiene abiertas a día de hoy en sus distintas modalidades de previsión (43 de empleo, 28 individuales y dos asociadas) más de un millón de cuentas. En concreto, 1.137.741.
Eliminando las duplicidades (una persona puede tener suscrita más de una EPSV), la dirección de Política Financiera del departamento de Economía y Hacienda calcula que «el número de personas socias protegidas a 31 de diciembre de 2019 en EPSV con planes de previsión era 830.129 o, lo que es lo mismo, casi un 40% de toda la población vasca.
Sobre el PIB. El peso en la economía vasca de estos instrumentos es notable. Los 26.760 millones de euros de balance que acumulan las EPSV con planes de previsión representan el 33,76% del PIB vasco, una cifra que saca kilómetros de distancia al 9,35% del PIB que suponen en el Estado los fondos de pensiones.
Para que no todo sean 'flores', no es menos cierto que la importancia de la previsión social complementaria desciende cuando lo que se analiza no es su dimensión financiera sino su posición relativa en el sistema de protección social. Los ingresos por aportaciones anuales a EPSV suponen un 1% del PIB, porcentaje similar al español.
La cruzada de Azpiazu. El departamento pilotado por Pedro Azpiazu (que tiene su particular cruzada, al pretender extender las EPSV de empleo, muy comunes en Gipuzkoa, al conjunto de Euskadi) resalta que las aportaciones y el gasto en prestaciones suponen un 14% de lo ingresado por cotizaciones sociales y un 7%, respetivamente, de lo pagado en pensiones contributivas en un sistema (el estatal) al que se busca complementar.
La diferencia tan grande entre el 14% y el 7% se debe, explica el Gobierno Vasco, «a que el sistema privado es menos maduro que el público, a la falta de generalización del primero frente a la universalidad del segundo y a los relativamente bajos niveles de aportaciones en el caso de las EPSV».
Nombres propios. Dejando de lado las dos EPSV asociadas -que solo aportan 22 millones al balance global-, las más comunes y más grandes son, por un lado, las entidades de previsión de empleo y, por otro, las individuales. Entre las primeras, que suman 43 en todo Euskadi, 39 integran planes de previsión más pequeños y ligados a una empresa y las cuatro restantes son sectoriales (las que todos tenemos en la cabeza); se trata de Lagun Aro, Geroa, Itzarri (que cubre a los trabajadores de la administración general vasca) y Elkarkidetza (diputaciones y ayuntamientos). Este grupo de EPSV de empleo acumula el 54% del balance total, con 14.529 millones de euros.
El sector muestra cierta concentración, tanto en las de empleo como en las denominadas individuales
minifundios
Mandan seis. Muy cerca (en volumen) están las EPSV individuales, que todos relacionamos con las entidades financieras. Son 28 en todo Euskadi, y acumulan un patrimonio de 12.207 millones, aunque en realidad 'mandan' seis, que son mucho más grandes que el resto, con un balance (cada una) superior a los 300 millones y más de 25.000 personas socias. El tamaño medio de las individuales es bastante mayor que las de empleo; tanto como 436 millones frente a 338.
Cuestión de edad. Si se analizan las edades de los suscriptores de EPSV de empleo, se aprecia que el 26% tiene menos de 40 años, porcentaje que en el caso de las individuales se queda en el 13,6%; eso refleja que la población más joven si está preparando su futuro, aunque todavía en un número claramente mejorable, mientras que las EPSV individuales empiezan a ser más numerosas a partir de los 40 años.
Al alza. Señal de la buena salud de la que goza el sistema es la cifra de aportaciones totales en las EPSV con planes de previsión, que el año pasado alcanzó los 775,1 millones de euros, con un incremento del 6,59%, el más alto de los últimos ejercicios. De esa cantidad, el 45% (346 millones) sirvió para alimentar las de empleo y el resto (428 millones) fue a parar a las individuales. En el extremo opuesto, las salidas de dinero (las prestaciones) sumaron 660,5 millones (442 en las EPSV de empleo y 217 en las individuales), lo que arroja un balance positivo de 115 millones. Eso, sin incluir los rescates ya que, matiza el Gobierno Vasco, «la disposición anticipada de derechos económicos de aportaciones que tengan una antiguedad superior a diez años no son prestaciones».
Aportaciones. ¿Y cuánto se aporta? Tomando el conjunto de las EPSV con planes de previsión, el 53% de los partícipes aportó menos de 900 euros anuales. En el caso de las de empleo, el 33% aportó por encima de los 1.800. «Téngase en cuenta que esos 1.800 euros suponen el 6% de un sueldo de 30.000 euros; y que se considera que deben realizarse aportaciones del 6% del sueldo bruto anual durante 37 años para alcanzar una pensión equivalente al 20% del salario bruto previo a la jubilación». En las EPSV en general, la cuantía media aportada en 2019 fue de 1.488 euros, por debajo de los 1.315 de las individuales, pero por encima de los 1.776 de las de empleo.
¿Ricos y pobres? ¿A quién beneficia este sistema? Según los últimos datos fiscales disponibles (2017), más de la mitad de las declaraciones en las que se aplicaron aportaciones a planes de previsión correspondieron a contribuyentes con bases liquidables inferiores a los 30.000 euros. Este colectivo supuso el 37% del total del gasto fiscal. Sin embargo, las bases liquidables por debajo de los 42.000 euros (el 80% del total) ocasionaron el 64% del gasto fiscal, y las superiores a 56.400 euros (el 10% de los declarantes) comportaron el 20% de ese esfuerzo de las Haciendas forales. La reducción media de la base imponible del IRPF fue de 2.000 euros, pero sin embargo ese alivio fiscal se duplicó en el caso de quienes declararon por encima de los 56.400 euros. Estas cifras permiten abrir el debate de si realmente el sistema sirve para su cometido o si, de alguna forma, gana adeptos y fuerza en función de cuánto se puede desgravar.
Para la jubilación. De vuelta a las prestaciones, cabe resaltar que el 76% de lo pagado en 2019 en el conjunto de las EPSV con planes de previsión correspondió a la contingencia de jubilación, mientras el 16% estuvo ligado al fallecimiento de una persona socia. La media de las prestaciones fue de 9.848 euros en el global del sistema, que se elevó a 13.086 en las de empleo. Llama la atención que ese promedio se queda en 6.299 en el caso de las EPSV públicas, descenso que el Gobierno Vasco atribuye al «menor grado de maduración de Itzarri». En el caso de las individuales, el promedio fue de 7.552.
El Gobierno Vasco pone en cuestión si se acaban usando para desgravar y no para ahorrar
duda
Objetivo cuestionado. Uno de los puntos de vista más interesantes es el de cómo se cobran las EPSV. El documento del Gobierno revela que el 38% de las prestaciones se cobra en forma de renta actuarial (de por vida); el 12%, mediante una renta financiera (dura lo que se haya pactado) y el 44% restante, en forma de capital. «Resulta significativo que casi la mitad de lo percibido sea como capital, cuando el objetivo de estas entidades es complementar, en cuantía suficiente, a las pensiones que abona la Seguridad Social», lamenta el Ejecutivo. Y añade: «este comportamiento pervierte el objetivo prioritario de las EPSV de cobrar en forma de renta, motivado, en gran parte, por el ventajoso tratamiento tributario otorgado a las prestaciones percibidas en forma de capital». Y es que si se recie todo el dinero de golpe, el 40% está exento. Esa distancia entre lo que se cobra de una sola vez y lo que se percibe como renta es tremendamente abultada si se comparan las EPSV de empleo y las individuales. Las primeras se inclinan de manera abrumadora por el pago mensual mientras que en las segundas el cheque por el importe total triunfa en el 76% de los casos.
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Margen de mejora. Hemos dicho que las aportaciones en las EPSV con planes de previsión remontaron un 6,59% en 2019, el cuarto año consecutivo de incrementos, pero el alza no fue parejo entre las de empleo (8,8%) y las individuales (4,8%). Los números son buenos, pero no permiten lanzar cohetes, porque siguen siendo inferiores a los de 2014.
Rescates. Otra de las críticas al funcionamiento del sistema es la que se centra en los rescates. Y es que en 2019 se rescataron EPSV total o parcialmente por importe de 142 millones, casi en su totalidad en las individuales, en las que se llegó a rescatar casi la misma cantidad que la aportada.
«El número de personas que disponen anticipadamente de sus derechos económicos sin incurrir en ninguna de las contingencias que cubren las EPSV es un buen indicador del grado en que el sistema no cumple con su finalidad previsora, y es utilizado con otros fines, como pueden ser los motivos financiero-fiscales», sentencia el Ejecutivo.