Román Orús | Cofundador y director científico de Multiverse Computing
«El ordenador cuántico resuelve cosas que uno convencional podría tardar millones de años»El experto en la materia resalta que lo realmente importante de la llegada del súperordenador a Donostia es «todo lo que va a crear alrededor»
Román Orús (Barcelona, 1979), cofundador y director científico de la firma donostiarra Multiverse Computing –la empresa más importante de Europa en computación cuántica–, es una ... de las personas que más sabe de la materia del mundo. Este profesor Ikerbasque en el DIPC celebra la llegada del ordenador cuántico de IBM a la ciudad y asegura que, siendo «un pepino» de máquina, lo realmente importante es toda la actividad económica y académica que va a generar aquí y en todo Euskadi.
– ¿Sabría explicarme qué es un ordenador cuántico?
– Es una máquina que procesa la información con sistemas cuánticos. La física cuántica es de principios de siglo XX, y en los años 80 nació la computación cuántica, cuando nos dimos cuenta de que se podía usar para cuantificar la información.
– Parece complicado...
– Cuando estudias el átomo no te vale la física tradicional, pues sigue otras leyes, las de la cuántica, y entendieron que en realidad esas leyes tratan de información, de cómo se codifica. De ahí salió la computación cuántica.
– ¿...?
– Lo bonito y lo potente es que enseguida se dieron cuenta de que se podían hacer cosas imposibles en un ordenador convencional, que procesa la información de otra manera. Por ejemplo, algoritmos y métodos para romper claves de ciberseguridad.
– ¿Hablamos de máquinas diferentes a las que conocemos?
– Nuestros ordenadores están basados en ceros y unos, que es el concepto de bit, con el que operas. Pero el ordenador cuántico no son ceros y unos; está basado en qubits, que no valen cero o uno, sino que pueden valer cero, uno y las dos cosas a la vez. Es lo que se llama la superposición.
– ¿Para qué sirven? ¿Que nos ofrece esta máquina?
– Es muy antiintuitiva la mecánica cuántica. La de IBM es una máquina que necesita estar muy enfriada para que funcione y lo más aislada posible del exterior, pues el ruido le afecta. Y lo que ofrece es una capacidad de cálculo enorme. Resuelve cosas que las máquinas normales llegarían a tardar millones de años o no podrían hacerlo nunca. Con la que venga o con las posteriores se podrán romper claves y encriptaciones hoy inasumibles, realizar búsquedas de datos más eficientes o, pensando en la industria, mejorar todo lo relativo al 'machine learning', la inteligencia artificial o la gestión de las redes eléctricas. Nosotros trabajamos en eso y en salud, logística o finanzas, entre otras cosas.
«El ordenador cuántico que IBM, el líder de Occidente, instalará en San Sebastián será la máquina más potente de Europa»
– Vamos, que sirve para todo.
– Sí. Además, la computación tradicional es muy cara, en euros y en recursos, pues quema muchísima energía. Una ronda de entrenamiento del algoritmo del ChatGPT de inteligencia artificial cuesta millones de dólares en luz, pero eso no es sostenible.
– ¿A qué velocidad avanza esto?
– En los últimos diez años se ha pasado de la teoría a la práctica. En 2006, cuando terminé mi tesis en algoritmos cuánticos, no me imaginé que iba a ver un ordenador cuántico, y este de IBM tiene 127 qubits. Es muy impresionante. De los más avanzados del mundo.
– Solo habrá seis en el mundo...
– Es muy significativo. IBM no pone su ordenador en cualquier sitio. Estoy seguro que habrán mirado otras localizaciones y al final, por lo que sea, han decidido ponerlo aquí.
– ¿Quiénes los fabrican?
– IBM, Google, los franceses de Pascal, otros en Finlandia, algunas 'start up' que han salido por ahí... No hay una única manera de hacerlos. Hay más gente en Estados Unidos o Canadá. Estos últimos lo hacen con láseres. Y, claro, los gigantes tecnológicos chinos como Alíbaba o Baidu.
– ¿Y quien es el referente?
– En occidente, IBM. Vamos a tener la máquina más moderna de la empresa más importante. Es el top. Además, ellos marcaron un plan de desarrollo año a año y lo han ido cumpliendo. Tienen una enorme credibilidad.
– Una vez llegue la máquina, ¿qué podremos hacer aquí?
– Se puede hacer un poco de todo. Aquí, en San Sebastián, hay mucha atracción de investigadores en tecnologías cuánticas. Nosotros, desde Multiverse, traccionaremos para tratar de resolver problemas industriales. Se trata de que la máquina sea el catalizador de un ecosistema. La máquina está muy bien y es un pepinazo, pero, según yo lo veo, el valor real va mucho más allá. Es todo lo que puede generar alrededor. Habrá gente que venga aquí sólo porque esté ella. Y se crearán empresas y actividad.
– Es la máquina del futuro...
– Y de ahora. Ahora hay problemas intratables. Las vacunas las tuvimos muy rápido pero fue un esfuerzo computacional enorme, porque las moléculas son sistemas cuánticos, y no las puedes simular con otros sistemas. Con computación cuántica sí podrías.
– ¿Es el camino obligado?
– Es obligado invertir en cuántica porque no sabes dónde puedes llegar. Si le dices en los años treinta a Alan Turing, precursor de la computación, que lo más importante hoy de lo que estaba inventando es una cosa que se llama Tik Tok te diría: «No me fastidies, estoy tratando de descifrar los códigos de los nazis».
– ¿Hace falta mucha gente para montar y mantener la máquina?
– Sí. Esto se monta en centros de supercomputación. No es fácil, Lo tendrán estandarizado, pero es muy delicado. Hace falta gente que esté constantemente monitorizando su funcionamiento.
– ¿Es una máquina grande?
– Del tamaño de una habitación. Tiene esa carcasa negra, que parece el ordenador de Batman, y que dentro tiene una especie de lámpara que en realidad es un refrigerador que va disminuyendo la temperatura de arriba a abajo, donde está a milésimas de grado. De hecho, llega a ser uno de los sitios más fríos del universo. Y debajo del todo es donde va el chip.
– ¿Tenemos actores en Euskadi que puedan aprovecharlo?
– Sí. Aquí en San Sebastián y en Euskadi hay mucha gente haciendo tecnologías cúanticas de un modo u otro. Por ejemplo, el DIPC, la gente de Nanogune, el centro de fisica de materiales, la UPV en Leioa, nosotros, Tecnalia, Ibermática, otras empresas en Bizkaia... Y toda la industria. Nosotros trabajamos con muchos. Eso sin salir de Euskadi, pero es que vas a ser un centro de IBM, con lo daras servicio a otros. Va a ser la máquina más potente del sur de Europa.
– La Diputación sacó un programa de ayudas para que las empresas abordaran proyectos de cuántica, y se agotó enseguida.
– Sí, sí. Ha sido un exitazo. Problemas computacionales tienen todas las empresas. Puede sonar muy marciano, pero si hablamos de inteligencia artificial o de reconocimiento facial lo llegas a entender. Pues con un ordenador cuántico puedo hacer eso, pero mucho mejor.
– ¿No es como matar moscas a cañonazos?
– No. Estos primeros procesadores que tenemos pueden hacer cosas de inteligencia artificial. Por ejemplo, con Ikerlan hicimos un proyecto de reconocimiento de fracturas en piezas metálicas. El futuro va a ser híbrido, no vamos a tirar nuestros ordenadores a la basura.
«Este tipo de computación se aplica ya a sectores como la industria, la energía, las finanzas o la salud»
– ¿Cuál ha sido la clave de que IBM recale aquí?
– Ha habido mucha iniciativa del Gobierno Vasco y, sobre todo, de la Diputación. Los dos han movido mucho para que esto acabe aquí. Y luego en San Sebastián está todo el ecosistema científico del que hablábamos. Y nosotros, que somos la empresa más importante de Europa en tecnologías cuánticas y una de las dos o tres mayores del mundo.
– ¿Ha recibido alguna llamada de gente del sector?
– Alguna ha habido.
– ¿Con cierta envidia?
– Ha habido un poco de todo (ríe).
– ¿Qué hace Multiverse?
– Software para que las empresas puedan usar la cuántica y otras tecnologías similares. Nacimos en 2019 con los cuatro fundadores, y hoy somos 87 personas con oficinas en Toronto, París y Munich. Trabajamos con medio centenar de empresas en diez sectores distintos. Empezamos en las finanzas pero el año pasado nos expandimos a otros verticales. Estamos creciendo un montón a un ritmo que es el que te marcan los rivales, que son globales. Competimos con Google...
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