Michelin Lasarte se echa a la calle por el IPC

Si no fuera así, aseguran fuentes del sindicato LAB (mayoritario en la representación sindical de la firma con seis de un total de doce delegados), «ya están solicitadas ante la autoridad laboral nuevas huelgas generales». Paros que se realizarían el próximo día 19, y que tendría dos réplicas más: el 9 y 10 de julio.

La jornada de protesta de ayer comenzó a las cinco de la mañana, cuando arranca el primer turno, con una concentración en la entrada de la fábrica, a la que siguió una caravana de coches por las calles de Donostia. Ya a mediodía, y como antesala de la manifestación que recorrió las calles de Lasarte-Oria por la tarde, los trabajadores se volvieron a reunir en la portería de la planta.

Pitos, petardos y chalecos de color amarillo, gritos y bengalas rojas se adueñaron de la portería, mientras los allí concentrados reclamaban subidas acorde con el IPC «para recuperar lo perdido».

Allí estaban, junto a sus compañeros, Aitziber Ibarluzea y susana Azores. La primera, con 22 años en la empresa, trabaja haciendo «una parte de las ruedas» y explica que «está en lucha por un convenio con condiciones dignas». «Se nota la subida de la vida muchísimo, por todo el poder adquisitivo que hemos perdido en los últimos años», apunta. «Hemos petado y no podemos seguir así», añade.

Azores insiste en esa pérdida de poder adquisitivo. «Yo cuando entré hace 21 años ganaba hasta más que ahora, y en los últimos años hemos cambiado un montón, en horarios, en condiciones...». «Te abren y te cierran cuando les da la gana», asegura, mientras pone el foco en los pluses que recibe «la gente de producción» y que «están congelados sin recoger la inflación».

Carlos Martín trabaja en la sección de tejido metálico de las ruedas, y tras 23 años en la empresa, lamenta que Michelin-Lasarte «ha tenido un superávir de beneficios con pandemia y con todo, y nos viene racaneando cuatro perras».

«Cuando nos has pedido que nos apretemos el cinturón lo hemos hecho, y ahora nosotros no te pedimos el oro y el moro, sino lo normal», apunta. «Encima, hace dos días les dio unos dividendos de narices. ¿Son más importantes que el trabajador? Yo hace tiempo que no veía tanta unidad entre los trabajadores», asegura.

Álvaro Del Val reconoce que la fábrica «siempre ha tenido paz social, pero ahora la gente se ha cansado». «Lo único que pedimos es que nos garanticen el IPC, como en la industria de alrededor. Antes Michelin era una empresa atractiva, pero ya no lo es tanto», sentencia.