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salvador arroyo
Martes, 17 de octubre 2017, 21:08
Que una sociedad constituida para desarrollar un biplaza eléctrico adquiera por 600.000 euros un prototipo de Fórmula 1 (un chasis sin motor) como supuesto banco de pruebas chirría. Más aún cuando ingenieros y técnicos insisten en que carecía «de sentido» que los conocimientos adquiridos con uno pudieran aplicarse en otro y cuando no hay siquiera informe de la secretaría general de la empresa compradora que recomendase la operación.
Ese bólido, el único vínculo material entre Afypaida y Epsilon -las dos fantasías automovilísticas fracasadas del Gobierno de Juan José Ibarretxe- se ha convertido este martes en el principal lastre al que se enfrenta la sociedad promotora del Hiriko en el procedimiento que se sigue en el Juzgado de lo Mercantil 1 de Vitoria, que debe dilucidar si en la quiebra de Afypaida existió un delito ‘culpable’, que la acusación achaca a tres empresarios y un político de la órbita del PNV.
Administración concursal, Fiscalía y Abogacía del Estado, que piden la devolución de entre 15 y 18,9 millones de euros en ayudas públicas a los promotores del Hiriko Jesús Echave, que fuera consejero de Kutxabank a propuesta de los jeltzales; el exconcejal del PNV en Vitoria, Iñigo Antia, y los también empresarios José Luis Bengochea y Fernando Achaerandio, han contado en esta nueva sesión del juicio con el testimonio clave del administrador concursal, del bufete Escobosa y Asociados, además de otros testigos que ratificaron la tesis de que la gestión de los encausados precipitó la quiebra de Afypaida. Hay que recordar que en paralelo hay abierta otra investigación, ésta por vía penal, en la que el ministerio fiscal acusa a las mismas personas del desvío de al menos 6,4 millones de euros en ayudas públicas en beneficio propio.
El representante de Escobosa y Asociados no ha dudado en calificar el proyecto de investigación del Hiriko de «chocante» en lo que se refiere a su financión. «Echó a andar con cinco millones, subvencionado a dedo. Pasó un año y llegaron otros 9. No es la manera más perfecta ni de gestionar ni de financiar», ha asegurado. Aquel pequeño utilitario plegable acabaría fagocitando cerca de 18 millones de euros en ayudas públicas y ni tan siquiera se llegó a homologar para una hipotética comercialización posterior.
De hecho, en la vista de este martes, se ha vuelto a remarcar que el prototipo primigenio, el que se presentó en Bruselas y por el que se pagaron 1,8 millones de euros al Instituto Tecnológico de Massachusets (MIT), se descartó sobre la marcha en 2012 para optar por una opción mucho más viable técnicamente. «No tenía ni pies ni cabeza», han explicado desde el bufete de abogados, para el exdirectivo de Mercedes Armando Gaspar, que cambió radicalmente la orientación del proyecto. «Aquel primer modelo solo era de investigación, su desarrollo era escaso y la innovación imposible», ha sintetizado uno de los responsables del departamento de ingeniería, Alberto Perea, en alusión a la condición de I+D+i que definió al Hiriko y que le permitió beneficiarse del mecenazgo del Gobierno vasco y, sobre todo, del Estado. «Era un coche lleno de ilusiones y difícilmente industrializable», ha apostillado.
Y a la pregunta que se ha repetido en varias ocasiones durante las más de cuatro horas de vista oral: ¿Qué sentido tenía comprar un bólido como banco de pruebas para el Hiriko? La respuesta generalizada ha sido muy básica: ninguno. «El coche ni servía ni se utilizó para el proyecto. De hecho, venía rondando incluso antes de que se constituyera Afypaida», ha reforzado el representante de la Administración Concursal. «El coche estuvo expuesto en el concesionario durante mucho tiempo y solo se subió al taller tres meses, y para nada», ha reforzado uno de los ingenieros del Hiriko. Otro ha desvelado que, incluso, se intentó vender a un coleccionista. La cuestión es que los 535.000 euros más IVA que se gastaron en aquella compra se relevaron como una nefasta inversión. De hecho, aquella suerte de Fórmula 1 con 'label vasco' llegó a salir a subasta por 60.000 euros en el proceso concursal «y nadie acudió a la compra».
Si la operación de compra del Epsilon ejemplifica, entre otros movimientos, una gestión «gravosa» en Afypaida, los 18 meses que transcurrieron entre el preconcurso de acreedores y la quiebra definitiva (2015) es otro de los factores que juegan en contra de los cuatro encausados. En este sentido, se ha reconocido que la expectativa de que llegasen nuevos inversores mantuvo en el aire a una sociedad que carecía ya de liquidez en 2013. Aunque a diferencia de lo que sucedió en la primera sesión, solo se ha hecho referencia a inversores extranjeros llegados de la mano de Sapa -una de las empresas implicadas en el desarrollo del Hiriko- y que se circunscribieron, como mucho, hasta el arranque de 2014. En las testificales no se ha llegado más allá: hasta ese 2015 que confirmó la extinción definitiva de Afypaida.
La jueza ha propuesto este martes a la acusación que renunciase a la prueba testifical del experto automovilístico Joan Villadelprat, que encabezó el proyecto Epsilon, y al que no se conseguía localizar hace dos semanas, y la de Armando Gaspar, el exdirectivo de Mercedes que debía declarar por video conferencia. «Tengo material más que suficiente para resolver», ha explicado a los representantes legales de la Administración concursal, la Fiscalía y la Abogacía del Estado. Así, ha dado de plazo hasta este viernes, cuando se reanudará el proceso, para que «valoren» esa sugerencia.
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