Kutxabank reduce a mínimos su papel en las empresas emblemáticas vascas
Su cartera de participaciones industriales apenas llega a los 1.000 millones, cuatro veces menos que en 2012
manu álvarez
Domingo, 11 de abril 2021, 08:42
El compromiso alcanzado por Kutxabank con MásMóvil para desprenderse de sus acciones en Euskaltel -un 19,88%-, lo que facilitará su absorción en los próximos meses, tan sólo es un paso más. Ni es el principio ni será el final del proceso de liquidación de las participaciones empresariales del banco vasco en una estrategia en la que no ha habido sustitución. El papel de 'primos de Zumosol' que ejercían en el pasado las cajas de ahorros vascas antecesoras de Kutxabank, junto a BBVA e Iberdrola, como accionistas activos en los grandes proyectos empresariales de la comunidad autónoma, ha desaparecido. Y nadie ha ocupado de momento ese hueco.
Peor aún, la lógica apunta a que en el futuro será necesario acostumbrarse a la presencia de fondos de inversión como propietarios de las grandes compañías. Esto es, accionistas difusos, sin cara ni ojos, sin patria -ni chica ni grande-, sin vocación de permanencia o arraigo y sin compromisos con la comunidad en la que obtienen los recursos. Con el beneficio como única bandera y 'entrar, pillar y salir' como himno de batalla.
Todos los expertos coinciden en el diagnóstico. La crisis económica de 2008 extendió el miedo al impacto que puede tener en la economía la debilidad de la banca. Y puestos a reforzar sus estructuras, una de las alternativas, la apadrinada por lo que se conoce como las 'normas de Basilea', fue alejar a estas entidades de la tentación de participar como accionistas en empresas. El mecanismo es sencillo y contundente: penalizar. Por simplificar la fotografía, digamos que los bancos tienen que pasar de forma permanente un examen de solvencia. Meter sus recursos en acciones de empresas es un castigo en el cálculo. Algo parecido a ponerle piedras en la mochila a alguien que ha decidido hacer el Camino de Santiago.
El adelgazamiento de la cartera de participaciones de Kutxabank comenzó precisamente con su fusión, que coincidió en el tiempo con la entrada en vigor de las nuevas normas de Basilea y también con la creación de un nuevo 'vigilante de la playa', el Banco Central Europeo, encargado de mantener la disciplina. En aquel momento -2012- la cartera de participaciones accionariales en empresas que no fuesen del propio grupo financiero vasco se situaba en torno a los 4.000 millones de euros. En la actualidad apenas llega a los 1.000 millones y... cayendo.
Lo que llegó a ser en torno a un 9% de Iberdrola -puesto en el consejo de administración incluido- se ha convertido ahora en una inversión marginal, en el entorno del 1%; las posiciones en CLH, NH Hoteles, Zeltia, Enagás, la ACB de Sestao o Natra, están liquidadas. El riesgo asumido en empresas como CAF -aún conserva el 14%- o Ibermática, de la que llegó a tener el control y también en Ingeteam -se ha pasado de rondar el 30% al 12,8%- ha disminuido de forma progresiva en los últimos años. Y el cartel de 'se vende' se ilumina cada cierto tiempo. Más dudas existen en torno al 14,02% que el banco posee en Petronor, que tras la venta del paquete de Euskaltel pasa a ser la principal joya heredada que se mantiene 'dentro de la familia'.
Materia sensible
En el PNV prefieren no hablar de este asunto porque estiman que cualquier tema que relacione al partido con el banco despierta recelos en las autoridades financieras. Incluso las levanta en la propia cúpula de la entidad bancaria, como sucedió en diciembre de 2016, cuando el entonces recién nombrado consejero de Hacienda del Gobierno vasco, Pedro Azpiazu, opinó precisamente sobre el papel de Kutxabank como accionista de empresas. «Se equivoca quien piense que Kutxabank debe funcionar como un banco normal. También debe ser accionista en proyectos empresariales. Hay que darle una vuelta a eso de vender participaciones».
El presidente de Kutxabank, Gregorio Villalabeitia, protestó ante los responsables de la formación jeltzale por lo que consideraba una injerencia poco saludable en la vida del banco. Y lo cierto es que el tiempo ha demostrado que le han dado una vuelta a las ventas... aunque de tuerca.
No hay sustituto
Sonia Pérez, responsable de asuntos económicos en la Ejecutiva del PSE, cree que hay que asumir que «la normativa hace inviable que Kutxabank pueda jugar ese papel de inversor». De ahí que se inclina por «reforzar al máximo el papel que deben jugar las fundaciones BBK, Vital y Kutxa» como inversores. Pero en el mejor de los supuestos y al ritmo que entran los dividendos en estas fundaciones, sería necesario esperar no menos de 30 años para tener una cartera de participaciones similar a la del banco en 2012.
BBK ya ha hecho algún pinito tímido, como no podía ser de otra forma porque su 'potencia de fuego' es reducida, con la inversión hace ahora un año de 3,3 millones de euros en acciones de Iberdrola. En términos comparativos es el equivalente a una mosca posada sobre la catedral de Burgos. El valor actual de la compañía eléctrica se sitúa al borde de los 71.000 millones de euros.
Mientras tanto, opina Sonia Pérez, «no está de más poner en valor la trascendencia que tiene en el País Vasco la empresa familiar, que representa el 80% del número total de empresas y también el 60% del empleo».
El pasado ¿fue mejor?
La época más floreciente en la toma de participaciones de las antiguas cajas de ahorros se produjo en la BBK entre 1990, el momento de su creación tras la fusión de la Vizcaína y la Municipal de Bilbao, y el arranque del nuevo siglo. El papel del entonces presidente, José Ignacio Berroeta -quizá porque haber dado sus primeros pasos profesionales en el mundo de la industria, antes de caer en los brazos del sector financiero le dotó de una sensibilidad especial-, fue determinante. Nada revolucionario -las cajas ya habían sido claves en la creación de las empresas que habían alumbrado las autopistas vascas o Petronor-, pero sí intenso. En esa época se gestó la entrada en CAF, en el Banco Guipuzcoano, Cementos Lemona, Ona Electroerosión, en el origen de Cie Automotive, el aumento de las posiciones en Iberdrola, en la operadora Airtel y también en la 'teleco' Euskaltel.
La fiebre inmobiliaria también causó sus estragos. La guipuzcoana Kutxa había puesto en ese sector buena parte de sus intereses de inversión, con la creación de empresas promotoras en la costa española que resultaron un auténtico desastre. Todo eso está liquidado después de varias operaciones de limpieza con ventas a precio de saldo. Era la fase de 'dar cera'. Ahora estamos en la de 'pulir cera'.
Algunas de las participaciones que quedan son de esas sobre las que no cabe la más mínima duda de que no hay riesgo de deslocalización aunque se vendan. Es el caso, por ejemplo, de la participación en la empresa propietaria de la Torre Iberdrola o de San Mamés Barria, la sociedad dueña del campo de fútbol de la capital vizcaína.
¿Hubo un error de diseño en la fusión de Kutxabank? Hay opiniones para todos los gustos, pero lo cierto es que hay un cierto tono de envidia cuando se analiza la fórmula que utilizaron los catalanes para retener una potente corporación industrial bajo el paraguas de la Fundación Caixa. Criteria, la sociedad que reúne las participaciones, además de conservar el 30% de CaixaBank, también controla el 24,8% de Naturgy, el 4,8% del Cellnex, el 5,9% del grupo Suez y el 1,3% de Telefónica. Claro que ese diseño obligaba a sacar Kutxabank a Bolsa o a dar entrada a potentes fondos de inversión como accionistas y... anatema, anatema.