BBVA aguarda mientras Sabadell quema el cartucho del dividendo
El banco vasco hizo este jueves la mayor demostración de fuerza desde que comenzó el proceso, el mismo día en que se abrió al escenario de una retirada de la opa
Un antídoto para todo lo que pueda pasar y, además, en las horas claves de la opa sobre el Sabadell. Es lo que podría interpretarse ... de la demostración de fuerza que realizó el jueves BBVA en la presentación de sus resultados. El banco presidido por Carlos Torres sacó pecho y anunció que obtendrá un beneficio acumulado de 48.000 millones hasta 2028. Una capacidad de generar capital con la que, además, prometió una retribución a sus accionistas de 36.000 millones en ese periodo de tiempo. Los datos mejoraron en un 20% las previsiones de los analistas y los mercados lo recompensaron en la cotización de la acción concediendo el espaldarazo de una subida del 8%. Uno de los mayores empujes en los últimos años firmados por el banco en una jornada bursátil.
Se trata de una lluvia de millones que los analistas interpretaron en un primer momento como una respuesta al movimiento del Banco Sabadell. La entidad presidida por Josep Oliu celebra este miércoles una junta extraordinaria de accionistas en la que aprobará la venta de su filial inglesa, el TSB, al Santander por 3.100 millones. Una cantidad de la que repartirá un dividendo de 2.500 a sus accionistas, previsiblemente en el primer trimestre del año que viene y un pago al que, tras presentar el mes pasado su plan estratégico, añadió 3.800 millones más hasta 2027. Un total de 6.300 millones, el 40% de su valor de cotización.
Así, el anuncio de BBVA encajaría en una carrera lanzada por ambas entidades para seducir al accionista del Sabadell, que debería elegir a partir de septiembre entre la oferta de su banco con 6.300 millones hasta 2027 o formar parte de BBVA, que augura una rentabilidad del 23% y una retribución de 36.000 millones hasta 2028. Pero, en cambio, cuando la marca presidida por Carlos Torres parecía que había hecho la mayor demostración de fuerza no dio garantías al 100% sobre la ejecución de su opa. Es más, desde que arrancó el proceso en mayo del pasado año, es la vez en que más se ha asomado a la posibilidad de una retirada.
Amas entidades han anunciado cuantiosos dividendos para seducir al accionista
No fue un desliz. El consejero delegado, Onur Genç, mantuvo un estudiado discurso, que se repitió casi en cada pausa, en las dos reuniones que celebró el jueves, la primera con analistas y la segunda con periodistas: Si la opa no sale «no pasaría nada, pasamos página y seguimos adelante con nuestra magnífica estrategia». Luego, tras varias preguntas de los medios de comunicación sobre si podía garantizar que BBVA no retirará la opa, reconoció que «no hay garantías de nada» y volvió a recordar un mensaje que el banco vasco ha mantenido en todo el proceso: «Si no hay oportunidad de crear valor, retiraremos la oferta». El banco priorizará las actuaciones que garanticen la generación de capital, esa es una clave.
¿Es una escenificación, una estrategia o preparar el relato para un posible fracaso de la opa? El caso es que la determinación sigue, tal y como explicó Genç, porque la adquisición del Sabadell «es una operación de lógica de mercado que es buena para todos, para el sistema financiero y justo cuando Europa necesita bancos con escala». «No tiene sentido que dos entidades paguen cientos de miles de euros para externalizar servicios digitales y de inteligencia artificial cuando se pueden compartir», sentenció.
La opa tiene lógica, sí, pero no a cualquier precio, así lo aseguró el primer ejecutivo de BBVA, que descartó una mejora de la oferta, que los mercados creen necesaria para su éxito. Y es que la actual propuesta de canje de una acción de BBVA y 0,70 euros por cada 5,3456 títulos del Sabadell está más de un 10% por debajo de la cotización de la entidad vallesana.
Tras la junta de accionistas de Sabadell del miércoles, se abre la opción de que BBVA retire la opa
El paso del tiempo es algo que en sí mismo ya encarece. Y ha pasado mucho desde que BBVA hiciera públicas sus intenciones en la primavera de 2024. En principio, su plan era rematar la adquisición el pasado otoño. Luego, llegó la segunda fase de Competencia y, finalmente, las condiciones del Gobierno. Moncloa exigió tres años de funcionamiento independiente de ambos bancos que retrasan, también en el tiempo, las sinergias calculadas de 850 millones anuales resultantes de una fusión.
Hasta ahora, BBVA había estado a rueda de los acontecimientos, como el ciclista que responde a cada ataque. Pero ha habido un cambio que le da margen: es septiembre. El traslado a después del verano de la publicación de los detalles de su oferta –recogidos en el folleto de la opa– prevista inicialmente para finales de julio ha sido clave. Si no, tendría que haber mostrado ya su cartas y abrir el plazo para que los accionistas del Sabadell respondieran a su propuesta. En mitad de las vacaciones y antes de que la entidad vallesana apruebe este miércoles la venta del TSB y el reparto de 2.500 millones. Con el nuevo calendario, BBVA ha aprovechado para adelantar la presentación de su plan estratégico, demostrar su capacidad de generar capital y aguardar.
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