De la necesidad virtud, ¿y de la crisis…?
Sin humildad difícilmente reconoceremos nuestras carencias o las virtudes del vecino (local o global) con el que debemos aprender a trabajar
Miren Larrea | Orkestra
Jueves, 28 de enero 2016, 18:13
«Nunca dejes que una crisis seria se desperdicie es una oportunidad para hacer cosas que crees que no podías haber hecho antes», dice una frase que he visto atribuida al alcalde de Chicago. Y no he podido resistirme a reflexionar sobre cómo afrontamos nosotros la crisis. Si fuimos capaces de ver las oportunidades que nos brindó, y mejorar en algo.
En el informe de competitividad que Orkestra, Instituto Vasco de Competitividad presentó en el 2009, recién iniciada la crisis, planteamos la construcción de una nueva gobernanza como reto pendiente. La gobernanza es para muchos uno de esos términos que se puso de moda y pasará. Pero hay una interpretación de la gobernanza que siempre fue importante y seguirá siéndolo y es que una buena gobernanza significa aprender a trabajar juntos. ¿Aprendimos a trabajar juntos en esta crisis?
En el 2015, año en que empezaron a decirnos que ya salimos de la crisis, Orkestra presentó otro informe de competitividad, que en sus conclusiones planteaba de nuevo el mismo reto. No es un indicador muy exacto, pero, parecería que no aprendimos.
La crisis la vivimos más bien como un túnel en cuyo final no conseguíamos ver la luz. Más de una vez tuve la sensación de querer cerrar los ojos y esperar a que se acabara (¡Qué hubiera dicho el alcalde de Chicago ante esto!). Pero ahora que nos dicen que salimos, me lanzo con el ejercicio de optimismo.
Propongo pensar en tres ingredientes para una buena gobernanza: la humildad, la confianza y la visión compartida.
Sin humildad difícilmente reconoceremos nuestras carencias o las virtudes del vecino (local o global) con el que debemos aprender a trabajar. Debo reconocer que la crisis no ha sido mala maestra en este sentido. Conllevó una sacudida a nuestras certezas y el descubrimiento de que algunas cosas que siempre dimos por sentadas podían desaparecer de un día para otro.
En relación a la confianza, y en pleno ejercicio de optimismo, puedo concederle a esta crisis que la necesidad de hacer lo mismo con menos dinero nos llevó a poner las cosas con más crudeza encima de la mesa, con menos parafernalia, de manera más directa. No quiero reconocerle todo el mérito a la crisis, pero, acepto que esa sencillez me aportó algunas relaciones de gran confianza.
Tercero, la visión compartida. A veces tuvimos la sensación de que la situación nos venía un poco grande. No es que el suelo temblara bajo nuestros pies, es que temblaba todo el suelo. Hacía tiempo que no escuchaba tantas veces que debemos hacer algo por cambiar la situación y debemos hacerlo juntos.
Si lo pienso bien, podría incluso reconocer que la crisis nos dio algunos mimbres para hacernos la cesta de la gobernanza. Eso sí, creo que de aprender, aprenderemos a nuestra manera. No con el discurso optimista del alcalde de Chicago, viendo la crisis como una oportunidad. Sino a toro pasado, más bien haciendo de la necesidad virtud. Pero, aunque sea a nuestra manera, mantengamos la humildad, la confianza y la visión compartida. Aprendamos de una vez esto de trabajar juntos que ahora llamamos gobernanza, para que en el informe de competitividad de 2017 no vuelvan a recordarnos que la tenemos pendiente.
Así que: de la necesidad, virtud y de la crisis gobernanza.