Demasiado silencio en el Bizkaia

El arranque de la mano profesional con el Masters CaixaBank ha chocado con la cruda realidad posterior al coronavirus, que inunda las terrazas pero de momento vacía otros lugares. El temor al contagio, los rebrotes de los últimos días, el molesto uso obligatorio de la mascarilla y la necesidad de cumplir en los frontones medidas a las que no estamos acostumbrados han producido un efecto negativo en esta vuelta a la actividad. Falta confianza, por mucho que Lorea Bilbao, diputada de Euskera y Cultura de Bizkaia, diga que gracias a los protocolos sanitarios el frontón es más seguro que nuestra propia casa. Los mensajes positivos, de cualquiera manera, se agradecen.

Este sábado en el Bizkaia de Bilbao, la televisión evitó enfocar al público, señal inequívoca de que había poco. Tampoco se puede obviar la realidad. Tan cierto es que acudieron menos de 250 personas como que a la pelota le urgía comenzar para no caer en el olvido. Llegarán tiempos mejores. Pero hay que buscarlos, no se puede esperar a que vengan sin realizar un esfuerzo.

En un Bizkaia demasiado silencioso, Artola y Rezusta aprovecharon el hábito al puesto y su mayor solidez para firmar una clara victoria por 14-22 ante la pareja de delanteros formada por Urrutikoetxea e Irribarria. Lo de pareja de delanteros es un decir porque el de Zaratamo llevaba siete meses sin jugar en esa posición y Aspe ha decidido experimentar con el campeón manomanista como zaguero en un torneo de catorce jornadas. Uno y otro se hallan incómodos aún.

Irribarria reconoció que «me ha costado ponerme. Me he sentido mejor en los primeros cuadros que atrás. Tampoco creo que hayamos hecho un desastre, pero si Rezusta le pega tanto y apenas falla, el partido se complica».

El zurdo de Arama dejó detalles de su clase y de su capacidad de adaptación al nuevo puesto. Su primer pelotazo fue un zurdazo que arrimó a la altura del nueve y valió el 0-1. Minutos después cobró el 4-4 de otro zarpazo de dirección similar que murió en el ocho y medio junto a la pared. Sin embargo, sufrió cuando Artola y Rezusta apretaron y le obligaron a desenvolverse detrás del seis. Le costó quitar pelota. Forzó y se le fueron varias arriba.

Tampoco Urrutikoetxea estuvo fino. Extrañó la vuelta a su posición natural y le costó una barbaridad dibujar jugadas. Necesitan rodaje. Artola, que jugó con molestias en los adductores tras notar un pequeño tirón en los adductores durante el calentamiento, le ganó la tostada.

Por encima del resto emergió la figura de Beñat Rezusta, capaz de aguantar los zarpazos iniciales de Irribarria, equilibrar el peloteo y acabar con la batuta del peloteo en su mano izquierda. Falló una sola pelota -la estrelló en el colchón de arriba con la derecha en el 3-4- y exhibió una seguridad más propia de sus mejores tardes que de la demostrada en el último Parejas.