La pelota pierde así toda su esencia

La pelota a mano, al igual que el resto de modalidades profesionales como el remonte, la pala y la cesta, y también el campo aficionado, deberán afrontar a partir de ahora la nueva realidad. Este sábado entraron en vigor las normas del Gobierno Vasco para evitar la propagación del coronavirus en Euskadi y entre ellas figura la prohibición de la presencia de público en eventos deportivos. El Municipal de Amurrio acogió la eliminatoria de cuartos de final del Manomanista entre Oinatz Bengoetxea y Asier Agirre. Y lo hizo a puerta cerrada. Las imágenes que pudieron verse por televisión fueron inusuales. Las gradas vacías, desangeladas, sin corredores de apuestas en la contracancha, presencia únicamente de los pelotaris que intervenían en el festival -llegaron vestidos desde casa, tuvieron que ponerse los tacos en la contracancha y no pudieron utilizar los vestuarios ni para ducharse- junto a los técnicos de su empresa, los jueces, algunos periodistas y el personal de Euskal Telebista.

Y, además de todos esos inconvenientes, la competición reina se queda a las primeras de cambio sin uno de sus estandartes. Oinatz Bengoetxea, campeón en 2008 y 2017, se va a casa tras perder ante Agirre. El de este sábado en Amurrio era el partido número 40 del leitzarra mano a mano en toda la cancha, en su decimoséptima participación.

Oinatz era el pelotari más veterano que tomaba parte en esta edición -Aimar ya había renunciado con anterioridad- y a sus 36 años puede que hayamos sido testigos de su último partido en el Manomanista. Tiene contrato con Baiko hasta 2021 y la decisión definitiva sobre su futuro está en sus manos y también en su cabeza.

Asier Agirre se ganó el pase a cuartos -su rival será Elezkano II- con toda justicia gracias a su tesón. Y también a las ayudas de Oinatz traducidas en errores. El delantero pamplonés acababa de quedar campeón de Parejas Promoción con Eskiroz antes de la huelga de pelotaris y la baja a última hora de Artola le benefició al no tener que disputar la previa de su empresa ante Aranguren.

Fue capaz de remontar un 13-6 en contra para acabar ganando un partido disputado a mucho ritmo y en el que se jugó prácticamente sin dejar botar la pelota en el suelo -Oinatz entró al resto de aire en diecisiete ocasiones y Agirre lo hizo catorce veces-, tal y como ya es norma habitual en los últimos años. Nunca se dio por vencido y acabó encontrando premio a su esfuerzo.

Oinatz fue más y mejor hasta el ecuador. El leitzarra tiró de manual para acabar con la resistencia de un Agirre que se veía sobrepasado en todas las facetas del juego. Pero coincidiendo con su tercer y último tanto de saque entró en barrena. Además, hizo sonar la chismosa en tres ocasiones.

Esa pérdida de concentración -quizás un exceso de confianza a la que pudo sumarse la extrañeza de jugar sin público- supo aprovecharla Agirre a la perfección para voltear el luminoso con una tacada de doce tantos consecutivos (13-18). A Oinatz ya no le funcionaba como antes el dos paredes -jugada con la que se apuntó cinco tantos- y Agirre estaba crecido. Dos tantos muy duros, el 15-19 y el 17-20, saldados a favor del de la Chantrea acabaron por minar su moral.