Laso sube a donde volverá Altuna III

«Ha llegado el día». La frase compendia la alegría de Unai Laso por esa victoria tan perseguida ante Jokin Altuna. El de Bizkarreta hizo posible ayer en el Bizkaia de Bilbao con ocasión de la semifinal del Manomanista lo que se le había negado en tres finales por este orden: la del Cuatro y Medio navarro en el Labrit y las del Cuatro y Medio oficial y el Campeonato de Parejas, ambas en la capital vizcaína.

Su victoria por 17-22 llega el día siguiente de su 25 cumpleaños, después de protagonizar una de esas reacciones a las que Altuna III nos había acostumbrado en los últimos tiempos. El especialista sufrió la remontada de quien las había padecido en sus carnes. Cambiaron las tornas, como cabía esperar que tarde o temprano sucedería dado el equilibrio en sus enfrentamientos.

Unai Laso sella el pase a su tercera final consecutiva en las distintas modalidades, la primera en la competición reina, la que da y quita, la misma en la que su oponente perseguía plantarse por tercera vez seguida. El aspirante sube a donde volverá un Altuna III más consciente que nadie de lo vivido en esta edición.

Estaba ante un reto mayúsculo, una liguilla y un ritmo de mano a mano semanal que le han llevado al límite. Es el único presente en todas las semifinales después de la pandemia, siete. Son casi dos años sin descanso, sin tregua, dando la cara hasta en la resolución de la huelga de Baiko.

La tensión y los esfuerzos continuados pasan factura. «Ves que todos te quieren ganar», observa el amezketarra. Es la factura del campeón, la que tan bien ha sobrellevado. Perdió la final manomanista de 2020 contra Jaka. Ha ganado tres desde entonces. Es el buque insignia de Aspe. Como Laso es ahora, por méritos propios, el de Baiko.

Después de reconocer que «Unai ha sido superior», habló Altuna III de sus conclusiones: «Me he visto sin ritmo, sin entrenamiento. No he podido hacer ningún ensayo después del partido contra Darío. Cuando iba a por el aire no cogía la distancia. He tenido esa sensación incluso cuando iba por delante».

Aquirida una renta de cinco tantos en el 15-10, dio la impresión de que Jokin Altuna había encarrilado una semifinal con muchos errores. Y eso que la zurda, que posiblemente sigue sin estar al cien por cien, no acababa de funcionarle. Sus zurdazos de aire por la pared izquierda aparecieron a cuentagotas.

Laso, con el bíceps del brazo derecho a pleno rendimiento, por si cabía alguna duda, solicitó su segundo descanso al verse 15-10 por detrás y el duelo entró en un intercambio de regalos. El campeón no llega a tiempo a un intento de sotamano. Chapa con pelota a placer del aspirante. Dos paredes a la línea de contracancha del defensor del título. Y sobre todo el derechazo fuera con todo el frontón a su disposición en el 17-13. Pesó el error.

Aquello no podía seguir así. Uno de los dos iba a firmar una tacada, posiblemente decisiva. Fue de Laso. Solvente al resto hasta los tres últimos tantos, Altuna III tomó la iniciativa en el peloteo en un par de intercambios exigentes. Le faltó culminar, como en la dejada fallida del 17-16. No recuperó el saque. Laso, llevado en volandas por un público al que se ha metido en el bolsillo, encontró la inspiración. Y un triunfo soñado, trabajado, merecido.

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