Joseba Ezkurdia: «La nutricionista me ha quitado los dolores de hombro y rodilla»
«Antes la presión me podía y ahora, en cambio, disfruto con las finales», dice el de Arbizu, que califica a Laso como «el pelotari del año»
Las finales guardan ya pocos secretos para Joseba Ezkurdia (Arbizu, 31 años), pelotari en plena madurez. Es la quinta y las tiene de todos los colores: dos del Cuatro y Medio, dos del Parejas y el domingo en el Navarra Arena la primera del Manomanista.
–Ha transcurrido una semana de la semifinal contra Jaka.
–No fue un partido duro físicamente, pero acabé cansado por la tensión y los nervios.
«Me gusta el formato porque es bonito para el público, pero toca darle un par de vueltas por su dureza»
– ¿Tanto desgasta la tensión?
–En la ducha se me subían los tendones, se me quedaban agarrotados los dedos. Me sucede en los partidos importantes.
– La triple corona está a un paso.
–Ojalá la consiga, aunque tampoco doy vueltas a esa cuestión. Soy consciente de que la opción está ahí. Tengo que centrarme en mi trabajo, disfrutar de estos días e intentar hacer mi trabajo para llegar lo mejor posible al día de la final. Me espera un partido muy, muy complicado.
– ¿Se disfruta de una final?
–Sí. Hasta ahora he disfrutado de los nervios y de la tensión de las finales. También del ambiente. Todo lo que conlleva una final es muy bonito. Nos entrenamos para sentir ese gusanillo en la tripa
– Las finales oficiales le han ido bien. Ha jugado cuatro (dos del Cuatro y Medio y dos del Parejas) y ha ganado todas.
–He podido rendir bien y dar mi nivel. Me pone ver lleno el frontón. Me gusta esa adrenalina.
«El favorito es Laso por ese año tan completo que lleva y porque ha jugado todas las finales desde su regreso a Baiko»
– Durante una época le persiguió el sambenito de que rendía peor en los compromisos de enjundia. ¿Aquel Ezkurdia es historia?
–La presión podía conmigo y no rendía. Me costaba trasladar a los partidos lo que preparaba en los entrenamientos. Ahora, en cambio, me gustan estos partidos. Sé controlarme, me veo bien y noto que doy mi nivel sobre la cancha.
– ¿Es algo natural o se trabaja?
–Todo influye. La experiencia ayuda. Cuando era joven me tomaba las cosas a pecho, quería hacer todo muy bien y me comía la cabeza. Ahora afronto de otra manera estos encuentros.
– ¿Siente que la pelota le debe una txapela del Manomanista?
–No. Soy un afortunado por poder vivir de lo que me gusta, de la pelota. He jugado cuatro finales y estoy ante la quinta, algo que no pueden decir muchos pelotaris. Estar en las finales significa que trabajo bien y que soy un pelotari completo. Tengo cuatro txapelas. Ganarlas ha sido algo increíble, un sueño. Me gustaría sumar el Manomanista a mi palmarés antes de retirarme, pero creo que la pelota no me debe nada.
– Perdió kilos para el último Campeonato del Cuatro y Medio. ¿Mantiene el peso?
–Bajé mucho peso porque andaba con molestias de hombro y de rodilla. Acudí a una nutricionista y me quitó todos los dolores. Estoy en torno a los 92-93 kilos. Antes andaba en los 95-96.
«Nada más acabar la semifinal contra Jaka en el Astelena, Irujo me dijo por qué no jugaba así todos los días»
– ¿Tanto le afectaban?
–Entraba de volea y me dolía el hombro. Andaba con el tendón rotuliano de la rodilla mal. Aguantaba el dolor, pero no me encontraba bien. Fue un acierto acudir a la nutricionista.
– ¿Se puso a dieta?
–La llevé muy estricta durante mes y medio. El objetivo era desinflamar los tendones y todo. Se nota mucho a la vista porque me deshinché bastante. Antes de ponerme en manos de la nutricionista tenía la sensación de que comía bien, pero ella me cambió todo. Arroz rojo, mucha verdura, suplementos... Antes quizá consumía demasiados carbohidratos.
– ¿Qué ha cambiado para usted en el presente Manomanista?
–Lo he preparado tan bien como otros años. Acabé el Parejas con chispa, he llegado en un buen momento y estaba motivado para el Manomanista. Contra Zabaleta anduve apurado, pero fui agresivo en momentos decisivos.
– Esta vez le han acompañado los resultados.
–En ediciones precedentes también me sentía fuerte. Con más peso, pero bien. Dos años me tocaron eliminatorias contra Altuna III. Jugamos partidos buenos y duros. Perdí por detalles que este año quizá he controlado mejor. Estoy en la final.
– ¿Piensa que este año le toca?
–Influyen muchos elementos. El día de la presentación ya dije que me hacía muchísima ilusión volver a jugar una final en el Arena. Que fuera la primera final del Manomanista en Navarra me motivaba un montón. Poder estar ahí es muy bonito. Me sentía motivado. Cuando se torció el Parejas empezamos a meter mayor carga al cuerpo en los entrenamientos. Es verdad que tenía entre ceja y ceja este Manomanista.
– ¿Le convence la liguilla?
–Me gusta el formato. Es el del Cuatro y Medio. Da mayor opción de ver buenos partidos y pienso que es bonito para el público. También creo que toca darle un par de vueltas por su dureza. Conviene mayor tiempo de descanso entre partido y partido o, por ejemplo, entre la liguilla de cuartos y la semifinal. Asimismo, considero que todas las lesiones no se han debido al formato. Has influido la mala suerte.
– ¿Cuántas veces ha soñado con estar sobre la cancha en una final manomanista?
–Muchas. Es difícil, tiene que coincidir que estés bien, que te acompañe la suerte... Estamos ante una competición por lo general corta en la que hasta este año te la jugabas a un partido. Influyen numerosos factores. He soñado con este día y por eso pretendo disfrutar de cada minuto, de lo que conlleva esta final.
– La clara victoria contra Jaka habrá reforzado su moral.
–Es uno de mis partidos más completos. De cabeza, de todo. Me veía con chispa desde el calentamiento. Muy centrado, con las ideas claras. Me da muchísima confianza.
– Laso es un mal compañero de viaje.
–Es el pelotari del año. Desde que volvió a profesionales lleva un año increíble. Ha rendido a un nivel altísimo por parejas, en el cuatro y medio, mano a mano... Con ritmo, con un arranque increíble. Firmó una exhibición contra Jaka en el Labrit. No pude verle ante Artola en Zumaia, pero me dijeron que estuvo muy bien. Un bicho duro. El favorito es Unai por ese año tan completo, porque ha jugado todas las finales desde su regreso a Baiko... Se le ve fuerte físicamente. Transmite mucho. Posee un don especial. Necesitaré hacer bien las cosas. Si lo consigo, tendré opciones de victoria en la final. Pero soy consciente de la dificultad.
– No recuerdo ningún partido malo de Laso en once meses.
–Eso es. Que algún día no le haya salido todo redondo, vale. Que no haya rendido al máximo en un encuentro de parejas, también. Pero no me acuerdo de un partido malo suyo. No ha metido ningún parche. Conseguir eso en un año entero es difícil.
– El de Bizkarreta transmite convencimiento pleno.
–Como si estaría tocado por una varita. La semifinal contra Altuna fue de muchos errores, pero también de tensión, de ritmo, de tantos duros. Al final cazó una dos paredes y dos ganchos muy difíciles. Le veo con una confianza increíble. Juega con el convencimiento de que si hace su juego puede obtener la victoria.
– ¿Teme algo de él?
–Su explosividad. Tiene poder. Coge bien altura de sotamano con las dos manos y atrasa mucho la pelota. Es un pelotari largo. Tendré que defender bien y acertar lo mismo con la volea que con la zurda de aire. Cuando esté en defensa necesito darle un poco de velocidad para no dejarle pelota franca. Intentaré sacarle para atrás porque si Laso juega de cara, sé que no tengo nada que hacer.
– Usted conoce mejor el Arena.
–He jugado más partidos y he entrenado más que él sobre aquella cancha, aunque hace tres años que no la piso. Es un frontón difícil porque hace bastantes extraños. Estoy contento. Intentaré aprovechar el frontón. El saque será importante.
– ¿Qué diferencia al Arena?
–Es un buen frontón. Eso sí, difícil para jugar. La pared izquierda es bastante áspera. El efecto en el cuatro y medio es totalmente diferente porque cuando las pelotas van por abajo caen rápido al suelo. El color de la pintura es muy mate y come mucho la pelota. La pelota no resbala. Posee un suelo muy bueno, buenísimo. Por lo demás, resulta acogedor para lo grande que es. Si se jugara más en él, estaría más hecho y los pelotaris nos acoplaríamos mejor.
– ¿No poder entrenarse en la sede de la final hasta ayer le ha descuadrado los planes?
–Ya nos avisaron de lo que había. Mi intención inicial era realizar un ensayo el domingo en lugar del lunes, pero no ha podido ser. Hace un tiempo igual me habría vuelto loco por romper el plan, pero ahora mismo no le doy importancia. Sé que estoy bien y que tengo suficiente con dos entrenamientos. El de ayer fue suave para coger filin con el frontón y mañana haré otro más fuerte.
– ¿Es maniático?
–Antes tenía mis cosas. Las he ido quitando con los años. Me gustaba tener todo controlado y me quemaba por circunstancias que no estaban en mi mano.
– ¿Cuánto han influido sus preparadores, Rubén Ayerra y Carlos Chocarro, en esta evolución?
–Mucho. Chocarro lleva tiempo jugando a balonmano. Es el capitán y conduce un grupo en el que cada uno es de su madre. Maneja esa experiencia. Ayerra es palista. Me dan tranquilidad.
– Martínez de Irujo fue su botillero. ¿Conservan la relación?
–Sí. Hablo a menudo con él. Mantenemos una relación estrecha y me da consejos como el que más. Ha vivido muchos días de estos. Nada más acabar la semifinal contra Jaka me dijo por qué no jugaba así todos los días.
– ¿Sus primeros recuerdos de una final manomanista?
–Dudo si es verdad o he soñado –bromea–. Me suena haber estado con mi padre en un Eugi-Beloki en el Atano III cuando las finales eran todavía por la mañana.