«Llegué a pensar que no iba a recuperar las manos, fue desesperante»
Ganador con Ezkurdia sin público en 2020, está listo para jugar ante 3.000 pelotazales su segunda final
Asume su papel al lado de las figuras, le toca resistir a los pegadores y se ha plantado en su segunda final del Campeonato de ... Parejas a la chita callando. Su rendimiento no pasa desapercibido. Baiko ya le quiso cuando era un chaval de 18 años
–Su segunda final del Parejas.
–Cambia de la anterior, y mucho. Aquella final fue increíble para mí, pero se disputó sin público. No es lo mismo en cuanto a nervios y tensión. Jugar ante 3.000 personas es completamente diferente. Soy bastante tranquilo. Habrá que ver cómo estoy ese día.
–No solo se disputó con el frontón vacío. Aquella edición se detuvo por la pandemia, se reanudó en octubre, vuelta a parar por la huelga de Baiko, diciembre...
–No fue fácil de gestionar. Tuvimos la semifinal un viernes y la final, el martes siguiente. Un poco raro. Cuando estás con juego y bien de manos, no es malo tener un margen tan corto. Ahora disponemos de dos semanas y exige saber gestionar esa presión.
–Faltó incluso la celebración de las txapelas.
–Bueno, algo de fiesta ya hicimos –bromea–. Sin público, sin los amigos, sin la familia... Ganamos y no habia nadie en el frontón. Fue extraño.
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–¿Qué es una final para Martija?
–Algo grande, y más viendo los zagueros contra los que compito. Zabaleta y Rezusta son dos pegadores que han estado en muchas finales, y no es fácil llegar. He jugado con Altuna, que atraviesa un momento increíble. Eso ayuda, no cabe duda. Aquí todo se consigue a base de trabajo.
–Ha empleado el sotamano más que nunca.
–Sí. Al principio del Campeonato estábamos lejos el uno del otro. Es difícil ganar cuando hay tanta distancia entre el delantero y el zaguero. Si no entras de aire frente a pegadores, estás vendido. He intentado entrar de sotamano cuando veía que la pelota iba muy atrás para recortar la distancia entre Jokin y yo. Las manos me han ayudado.
–Por fin le han respondido las manos.
–Sufrí mucho el año pasado, lo pasé bastante mal. Esta vez, en cambio, estoy bastante bien y han resistido en una competición larga y exigente de varios meses, con partidos semanales.
«Jugamos la semifinal un viernes y la final, el martes siguiente; ganamos y no había nadie en el frontón, fue extraño»
–¿Le atacó la desesperación?
–El año pasado sí. Antes, tenía algún problema de vez en cuando y se me pasaba enseguida. Sin embargo, pasé una racha en la que, sin que se me clavara ninguna pelota, acababa con las manos cargadas. Ello impedía que me entrenara y no paraba de dar vueltas a la cabeza. Llegué a pensar que no me iba a recuperar. Fue desesperante. Son momentos malos. Al final, tienes que convencerte de que te vas a recuperar y hacer manos a diario para endurecerlas. Y al final lo he conseguido.
–¿Ha visitado masajistas?
–Llegué a probar con alguno que no frecuentaba. Acertaba, pero se me volvía a cargar en los partidos. Vas al masajista, te entrenas, empieza el partido y en el tanto 12, otra vez en las mismas. Este año no he notado nada.
–¿Asegarce en su día o Baiko después intentaron ficharle?
–Antes de debutar me ofrecieron un precontrato. Recibí enseguida la propuesta de Aspe y fiché.
«Asegarce me ofreció un precontrato antes de debutar; recibí enseguida la propuesta de Aspe y fiché por ellos»
–¿Cómo se las arregla uno contra pegadores de su propia empresa como Zabaleta y Rezusta?
–Es difícil ganarles. También supone una motivación extra. Ganarles quiere decir que puedes plantarles cara y que estás bien. Juego a gusto contra ellos. Sabes que tu juego tiene un límite y toca centrarte en lo tuyo, sin mirar tanto al que está enfrente.
–Exigen el máximo al contrario.
–Necesitas estar bien y atravesar un buen momento. Me he enfrentado a ellos cuando no estaba bien del todo, y te pasan por encima. Además, en mi caso conviene no soltar a todas el brazo porque corres el riesgo de terminar reventado. Si empiezas desde el principio a tope, puedes vaciarte enseguida. Controlar eso me permite estar más cómodo en las segundas partes.
–Sufrió calambres en el partido contra Irribarria y Rezusta.
–Fue muy duro y noté un amago de que se me subía la bola. Me dieron un masaje en el gemelo y aguanté sin problemas.
–¿Le había pasado antes?
–Una vez contra Irribarria y Zabaleta en el Beotibar se me subió en el último tanto. Me caí por el dolor y zancadilleé sin querer a Iker. Creo que fue el último tanto y ganamos 22-20. No es frecuente.
«Es increíble cómo hace todo Zabaleta, cómo le sale la pelota de las dos manos; Barriola, sin ser pegador, ha jugado una barbaridad»
–¿Qué zaguero le gusta?
–Desde pequeño me ha gustado mucho Zabaleta, que además es del pueblo de al lado. No me parezco a él, pero me atraía su juego. Juega con tal tranquilidad. Es increíble como hace todo, cómo le sale la pelota de las dos manos. Barriola ha jugado una barbaridad sin ser un pegador como Zabaleta. Me gustaba su defensa y fallaba poco. Yo también intento fallar poco.
–Imaz no es tan pegador...
–Y muchas veces sale el partido más complicado que contra los pegadores. He dicho en más de una ocasión que contra rivales como yo que fallan poco y son seguros, me resulta más difícil porque sabes que no van a cometer errores. En la final será importante cómo estemos ese día de nervios, tensión, todo. Habrá que salir al cien por cien desde el inicio.
–Arrimar a la pared izquierda cuenta mucho en sus duelos con Ander Imaz.
–Siempre trato de no fallar y de arrimar. Se hace daño en la pared izquierda. Imaz tiene toque en la derecha y saca fácil la pelota de atrás. Si arrimas mucho, dejas más pelota al delantero.
–Declaró que prefería no ver en directo el partido entre Irribarria-Rezusta y Elezkano-Zabaleta del sábado porque lo iba a pasar mal. ¿Cayó en la tentación?
–Lo vi. Al inicio estaba nervioso. Me tranquilicé cuando Elezkano y Zabaleta consiguieron ventaja y vi que estaban jugando bien.
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