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Paseando con su mujer.
Motor

Andrés Vilariño: «Después de Ander y Ángela, los Vilariño no pilotarán más»

Andrés, el patriarca de la gran familia dedicada al deporte del motor, pide a sus hijos que eduquen a los suyos cerca de este deporte, pero no al volante

TITO IRAZUSTA

Martes, 17 de marzo 2015, 07:28

A sus 63 años, Andrés Vilariño parece un chaval. Se cuida mucho, es hasta demasiado estricto con su dieta, no para de hacer deporte y por su cabeza pasan muchas cosas, pero el mundo del automovilismo le tiene absorbido y se resiste a dejarlo. Aún compite en algunas pruebas, pero su palmarés ya está repleto de grandes éxitos. Ha metido el veneno del motor a su familia y en esa casa no hay más que pilotos, aunque pide encarecidamente a sus hijos que ya no haya más descendientes en un volante de competición. Una especie de cambio de rumbo cuando termine la carrera también de éxito que llevan en este difícil mundo tanto Ander como Ángela..

- Para empezar, ¿cómo le va?

- Bien. ¿De qué me voy a quejar? Como dice la canción, si tienes salud, algo de dinero y amor, porque aún me aguanta mi mujer....

- ¿En su casa sólo entran pilotos?

- No. Pero es que hemos vivido con tanta pasión este deporte del automovilismo que mis hijos han seguido con esa pasión, pero hasta aquí hemos llegado. No me gustaría que la siguiente generación siguiera nuestros pasos. Se acabó.

- Habrá que explicarlo...

- Lo hemos valorado en la familia y somos de la misma idea de que es una etapa que terminará cuando finalice la trayectoria de mis hijos y que los siguientes sigan en el camino de la investigación, pero el tema del piloto no merece la pena. Este es un deporte muy costoso, elitista y con poca gente que triunfa. En la Fórmula Uno, que es lo que la gente más conoce, sólo hay 22 pilotos. Cuando le propusieron a Ander entrar en ese circo tenía que conseguir nueve millones de euros con patrocinadores y demás... Es muy complicado y no merece la pena poner en riesgo más vidas.

- ¿Ha tenido tantos reveses?

- Supongo que como tenemos todos en la vida. Doy las gracias a todos los guipuzcoanos y guipuzcoanas, porque me quedan unos recuerdos maravillosos y tengo motivos para ello. Los galardones obtenidos también aquí en casa nos llenan de orgullo. Y lo digo ahora que estoy vivo, porque cuando te mueres ya no lo puedes decir. Estoy en ese punto de agradecimiento total y muy sincero a todos.

- ¿Qué es lo que le queda marcado de esta larga trayectoria?

- Cada año que pasa se te olvidan los momentos malos, las envidias y demás, porque cuando haces balance y te das cuenta de todo lo que has conseguido y encima tienes salud, no queda otra que estar feliz. Claro que aspiras siempre a llegar un poco más lejos, y mis hijos siguen a por ello, pero se ha quedado tanta gente atrás que cuando vuelves la mirada y recuerdas que vienes de una familia humilde y has tenido tanta suerte en la vida, tienes que estar feliz.

- ¿Pero va a seguir al volante?

- Este año conseguí batir varios récords. Los retos siguen y ya no le doy tanta importancia a ganar. Me gustaría morir compitiendo. No me imagino estar en casa... Llegará ese momento y mientras me deje mi mujer, que ya me ha dicho que ni se me ocurra dejarlo... Adelante hasta el final.

- ¿Es un mundo de mucho riesgo?

- Te voy a contar que con quince años fuimos con la cuadrilla a un caserío a Ulía y allí estaba la famosa Maritxu, que leía la mano. Me la leyó y me dijo que iba a tener una vida de artista y muy larga, con un accidente muy fuerte y un tiempo largo inconsciente... Ese accidente tan fuerte no ha llegado y espero que no llegue. He tenido percances, pero ninguno de gravedad.

- Pero alguno sí...

- En Italia fue bastante fuerte, también tuve uno en Jaizkibel que salí volando y caí a un barranco, la primera vez con heridos, pero gracias a Dios sin mayores consecuencias. Tuve una salida en Arrate, pero en este aspecto he tenido mucha suerte. No me puedo quejar.

- Pero siempre superando límites, ¿Cuántas veces se le ha ido el control del coche?

- Sin percances, en innumerables ocasiones y con accidente afortunadamente pocas. Estás siempre en el límite para sacar lo máximo.

- ¿Ha dicho que hay gente que piensa que ir rápido es ir sin frenar y eso es un error?

- Sí, lo digo porque la técnica ha cambiado mucho y en épocas anteriores la calidad de los frenos no era la de ahora. Lo más difícil es saber frenar. Hoy en día se frena con los frenos y no con el embrague como pudo ser antes cuando los frenos no estaban tan sofisticados.

- ¿Gasolina o gasoil?

- Yo voy por la calle con gasoil. Tengo un BMW de dos litros y el ahorro que tienes es una maravilla. Gasta mucho menos, pero también ando mosca porque nos dicen que la polución del gasoil es más cancerígena. No sé...

- ¿Ya competía a los 17 cuando todavía no se puede sacar carnet?

- Yo empecé a conducir a los ocho años. Mi padre era muy aficionado. Teníamos en Deba un almacén con mi madre y vieron llegar una furgoneta desde la calle Cordelería a la iglesia que está a cincuenta metros. El cura del pueblo le llamó a mi padre: ¡Manolo, que el coche se escapa! Y es que no se me veía. Antes no había tanta circulación y había lugares en los que podías practicar. Me enseñaron pronto... Sí, sí, aprobé el carnet a la primera (risas).

- ¿Un éxito que le haya quedado grabado más que los demás?

- No sería capaz de decir una carrera. Me llegué a aburrir de ganar y vendí el coche de construcción inglesa que se llamaba Lola. Me hundí en la miseria. Compré uno francés y continúo con esa marca que es Norma, también con nombre de artista española como el anterior, perdí carreras... Me aburrí del Lola y por eso lo vendí. Pasé unos años malos y he podido remontar para ganar carreras. Pero me marcó mucho perder aquel coche inglés.

- ¿Entonces llegaron los momentos más oscuros?

- Como les pasará a todos, te llevas muchas decepciones en esta vida. Pero al final todas las considero necesarias. Quién sabe si alguien actúa con maldad aunque no te des cuenta. Todos tenemos nuestros egoísmos, luchamos por nuestro espacio y todos tienen sus razones. Quizás sea por la edad, pero doy todo por bueno e intento que mis hijos entiendan que tiene que haber un espacio no sé si para el perdón, pero sí para el olvido y que no vale la pena recordar el pasado de una manera visceral. Creo en el presente y lucho para que mis hijos vivan lo mejor posible.

- ¿Cómo es Andrés Vilariño?

- No lo sé. Cada vez que me pongo a pensar me parece que no soy raro, que soy un tipo normal, al que le gusta que le quieran. Intento ser cariñoso, he tenido la suerte de triunfar y me doy cuenta cada vez más de la cantidad de gente que me quiere y me admira. Dentro del mundo donde he vivido en la competición me he encontrado con gente envidiosa, que lo veo normal porque cada uno quiere llegar quizás a donde hemos llegado nosotros.

- ¿Pido algo para picar?

- Me gusta el buen vino. Prefiero el pescado a la carne. Eso sí, ceno piña porque me miro al espejo y me cuido quizás demasiado, pero es que quiero seguir bien para competir el mayor número de años posible.

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