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Iris Moreno
San Sebastián
Sábado, 19 de octubre 2024, 00:19
Las zapatillas son nuevas, a estrenar, pero los cordones, veinte años después, se siguen anudando igual. Con la misma mochila de siempre, cargada de ilusión ... por volver a jugar a baloncesto, se abre la puerta del vestuario. La sensación de ver juntas a las que fueron compañeras y rivales, las que lo dejaron en la siempre complicada adolescencia o aquellas que fueron tus entrenadoras y te enseñaron a tirar es inexplicable. El olor en la cancha sigue siendo el mismo y las agujetas importan menos cuando la emoción por volver a competir te empuja a lanzar a canasta.
Ocho equipos forman parte esta temporada de la Liga de baloncesto de veteranas de Gipuzkoa. Una nueva competición que parte de las ganas de un gran grupo de mujeres que quieren volver a disfrutar de lo mejor de este deporte. Zast Queens, Arri BKL, Mondragon Unibertsitatea, C.D. Internacional, Añorga KKE, Donosti Dolphins, Saski Axular Beterenak y Hondarribia Ikasbasket son los equipos participantes. La Liga ha comenzado este mes y terminará en formato de Final Four durante la semana de Pascua. Mismo deporte, mismas reglas, pero mucha más reivindicación.
Un grupo de madres de la Ikastola Axular decidió formar el equipo de veteranas con el objetivo de crear un espacio para que mujeres mayores de cuarenta años puedan disfrutar del baloncesto y servir de inspiración para las futuras generaciones. «Siempre disfrutábamos viendo los partidos de nuestros hijos, nos invadía una sensación de nostalgia, añorando los tiempos en los que jugábamos. Nos dimos cuenta de que todavía teníamos mucho que vivir en la cancha», apunta Eider San Sebastián (47 años). «Queremos que las niñas de hoy vean que es posible seguir desarrollándose en el deporte que aman, incluso cuando sean adultas. No hay nada más inspirador que ofrecerles un ejemplo tangible de que cualquier deporte no tiene fecha de caducidad», destaca Begoña Etxaburu (49).
Explican cómo volver a jugar en equipo ha sido una reconexión con una parte de ellas que creían olvidada. «Con la edad, es muy común, especialmente quienes tenemos hijos, que nos alejemos de los deportes de equipo. Comprometerse con un horario fijo y un grupo puede parecer complicado, lo que lleva a muchas a optar por deportes individuales con mayor flexibilidad. Esto nos ha permitido romper con la idea de que el baloncesto es sólo para las más jóvenes. Disfrutamos con la competencia sana, y compartimos esa emoción con otras mujeres que están en la misma situación».
En los ocho equipos inscritos en la competición hay historias increíbles. Mujeres que nunca habían tenido la oportunidad de jugar al baloncesto cuando eran jóvenes porque su familia se lo prohibía, y hoy, a través de este proyecto, están cumpliendo su sueño.
En menos de un año han visto cómo surgían siete equipos más. En uno de ellos juega Maider Sagredo. La donostiarra también jugó con Axular, pero vive en Zarautz y ahora defiende esa camiseta . «Los entrenamientos se han convertido en un punto de encuentro muy bonito, tanto para jugar como por la gran relación que hemos creado entre nosotras», y todo ello despertó las ganas de jugar. «Para que saliera adelante, siendo realistas, un partido cada fin de semana era demasiado, muy difícil de compaginar por tiempo y porque físicamente somos conscientes de que nuestro cuerpo ya no lo aguanta todo».
Quieren tumbar la creencia de que las mujeres, al llegar a una edad, «no podemos seguir haciendo deporte en equipo. Hemos descubierto una nueva forma de jugar desde otra perspectiva, animándonos entre nosotras, con mucha hermandad», apunta.
«Los hombres siempre han jugado los típicos torneos de interbares, ni se les pregunta cómo lo compaginan con el trabajo o la familia», explica Itziar Sistiaga. «El cuerpo ya no nos sigue como cuando teníamos 20 años, seguimos siendo igual de competitivas, pero ahora hay que saber que igual hay que dejar pasar un balón para no romperse la rodilla», bromea la jugadora del Hondarribia.
«Para mí es una terapia, es un lugar de disfrute total. Tenemos una amalgama de oficios y circunstancias muy diferentes, pero seguimos teniendo esa pasión en común», explica. La vida les ha llevado por caminos muy diferentes, pero el baloncesto les ha vuelto a reunir en torno a una cancha, una canasta y un balón.
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