Urriza llegó humilde y se va sencillo
Javier Urriza dice adiós al remonte a los 43 años con la misma sobriedad que le ayudó a cambiar de modalidad tras ganar dos mundiales de pala
Javier Urriza juega hoy el último de sus 1.213 partidos como remontista. Se lleva un palmarés excelso compuesto por ocho txapelas individuales, ocho del ... Campeonato de Parejas, seis del Masters y unas cuantas más en distintos torneos hasta totalizar treinta. Se despide a los 43 años después de llegar a esta disciplina a los 25 con espíritu de aprendiz, aunque antes había sido campeón del mundo de paleta cuero y de pala corta.
Ha mantenido hasta el último día de su carrera como pelotari la humildad con la que acudía a sus primeros entrenamientos bajo la batuta de Kike Elizalde en una modalidad que solo conocía a través de televisión. Esta tarde ofrecerá su última lección de sencillez en un frontón Galarreta que le respeta con mayúsculas (ETB1, 17.00 horas). Juega con Azpiroz frente a Aldabe y Barrenetxea IV con la sana intención de desplegar todo lo que lleva dentro de ese cuerpo de 1,90 de estatura y esa cabeza privilegiada.
«¿Que no remataba?», se autopregunta el genial Koteto Ezkurra, a quien Urriza tomó el relevo como número uno de la plantilla de Oriamendi. Ambos coincidieron varios años en Galarreta. «Defendía una barbaridad, trababaja, aprendía a diario, daba velocidad a la pelota, obtenía triunfos y txapelas... Es que si además eres guapo y ganas mucho, no te habla nadie».
«Si rindes doce temporadas a este nivel, no es por casualidad», añade el de Doneztebe. «Javier siempre me ha llamado la atención por la constancia y por su carácter competitivo. Ha sido superintenso y un pelotari de gran poder físico. También eficaz sin necesidad de alcanzar cotas altas de brillantez. Sabía a qué jugaba y le ha dado frutos a lo largo de toda su carrera».
Recuerda Koteto Ezkurra los inicios del ahora homenajeado. «Cuando empezó, oíamos que venía de la pala. Me llamó la atención que adquiriera semejante nivel de juego con apenas ocho meses de entrenamiento. Era un chicarrón. Poseía posturas diferentes a las nuestras. Y en su primer año se proclamó campeón de Parejas. Lo consiguió al lado de un gran zaguero, pero ese título significaba que iba por el buen camino. En cuatro o cinco años se plantó arriba del todo dentro del escalafón».
«Centrado, tranquilo y sosegado» son tres de las cualidades que repiten todos quienes le conocen cuando catalogan a Javier Urriza, a quien tras la despedida de hoy le esperan unos días de vacaciones en Galicia y un respiro que los avatares de la vida le han hurtado desde que a finales de enero anunció su retirada el 28 de junio. Recuerdos, imágenes y personas que le faltan se agolparán esta tarde en el cerebro del palista, del remontista, del deportista y, sobre todo, del ser humano. Deja huella en los compañeros, en los aficionados al remonte y en todos lo que han tenido la suerte de tratar con él.
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