Un lobo solitario en el Atlántico
El hondarribiarra Ramón Ribera arranca hoy en Les Sables D'Olonne (Francia) la Mini Transat, la regata en solitario más dura que cruza el Océano
Aitana Ábalos
San Sebastián
Domingo, 21 de septiembre 2025, 07:27
A los diez años, Ramón ya empezaba a desarrollar su vínculo con los barcos, pasaba más tiempo en el mar que en tierra. Empezó en ... Hondarribia y allí descubrió que navegar no era solo un entretenimiento, era una forma de vida y la eligió. «Desde entonces tuve claro que quería dedicarme a esto», recuerda. Años después, aquel niño que aprendía a manejar velas en la costa vasca se lanza hoy a la aventura de su vida, la Mini Transat, una regata oceánica en solitario con más de 40 años de historia.
Se trata de una prueba única en el calendario internacional. Los participantes deben cruzar el Atlántico en barcos de apenas 6,5 metros de eslora, sin comunicación con tierra, sin asistencia y con recursos limitados. Una travesía que se ha dividido en dos etapas: la primera va desde Les Sables D'Olonne en Francia a Canarias, que se desarrollará entre hoy y el 25 de octubre, y la segunda etapa de allí al Caribe. Para Ramón supone cumplir una meta que llevaba años esperando. «Es un sueño de vida. Desde que conocí esta regata me dije que algún día estaría en la línea de salida. Y ese día ya ha llegado».
Más allá del componente deportivo, la Mini Transat es también un desafío personal. La soledad, la falta de descanso y la incertidumbre del océano convierten cada jornada en una pelea contra uno mismo. Pero Ramón, de momento, se lo toma con calma, «no me pongo nervioso, soy bastante tranquilo», confiesa, «pero sé que cuando llegue a meta me emocionaré porque será un sueño cumplido». Tampoco se conforma con una mera participación, ya que «mi objetivo es entrar en el top 10. Hay que apuntar alto para llegar lejos».
Se podría afirmar que Ramón Ribera ha dedicado su vida al mar, y es que incluso su profesión está ligada a este medio. Trabaja como patrón de barco, y aunque nunca antes haya participado en una regata como ésta, sí ha cruzado el Atlántico como patrón. Más de una vez ha realizado viajes solo sin tripulación, por lo que mentalmente puede ser de los que mejor preparado esté de la cita.
El nivel de las flotas contra las que se medirá en esta prueba es altísimo, especialmente entre los franceses, que cuentan con mayor apoyo. «Tienen a deportistas hasta de 20 años de experiencia», confiesa con asombro. Pero Ramón no se achanta. «Llevo cuatro años con este proyecto y dentro de mi categoría soy el que más millas en regata tiene. La experiencia es mi gran baza».
Preparación y seguridad
La preparación para una prueba así no se limita al entrenamiento físico. Los organizadores velan por la seguridad de cada participante. Es una prueba muy arriesgada, las embarcaciones son pequeñas para cruzar el océano Atlántico. Es por ello que desde la directiva se exigen cursos obligatorios, como 'supervivencia en alta mar' y 'primeros auxilios', además de pruebas médicas de esfuerzo y un estricto equipamiento de seguridad. Además, por mucho que naveguen en solitario, habrá cinco pequeñas flotas que acompañarán a los tripulantes en la aventura, para poder actuar ante cualquier emergencia. Eso sí, si intervienen para favorecer o ayudar a alguno de los participantes, ese barco quedará descalificado.
La gestión del sueño es uno de los grandes retos en un barco en solitario y en alta mar. Es complicado, pero esencial descansar para poder seguir siendo competitivo y reaccionar rápido. Aprovechan cualquier oportunidad de «estabilidad y calma» para dormir. Sin tripulación, el piloto automático se convierte en el mejor aliado, aunque no sustituye la vigilancia humana, ya que este no detecta nada simplemente sigue las indicaciones que se le dé. «Dormimos en intervalos de 20 a 40 minutos, siempre que podamos, teniendo en cuenta la situación meteorológica. El piloto mantiene el rumbo, pero no detecta otros barcos. No puedes desconectar del todo. La clave es descansar lo suficiente para no cometer errores graves en la navegación».
El día a día a bordo es una mezcla de resistencia y rutina. Todo debe calcularse al milímetro antes de partir: el espacio de almacenaje, la alimentación, la ropa, la impermeabilidad. «Lo que llevas al salir es lo que tendrás hasta la llegada», explica. La dieta se basa en comidas liofilizadas, fáciles de preparar con agua caliente, aunque siempre hay lugar para los pequeños caprichos. «Yo nunca renuncio al café ni a las galletas de chocolate».
También la ropa marca la diferencia entre el éxito y el fracaso. La primera etapa atraviesa el Golfo de Vizcaya en septiembre, con frío, lluvia y viento fuerte. «Ahí necesitas ropa térmica, impermeable y siempre recambios secos. El agua salada no se seca nunca». La segunda parte, rumbo al Caribe, es todo lo contrario: calor extremo, donde lo esencial es la protección solar. En ambas etapas la parte más importante del vestuario es la ropa impermeable, «una vez que te mojas te entra el frío en el cuerpo y ya no se le puede dar la vuelta».
Más allá de la resistencia física y mental, participar en la Mini Transat supone también un desafío económico. «El gasto está en todo: el barco, las velas, el piloto automático, la electrónica, la ropa técnica y, además, la logística y los viajes», señala Ramón. Durante mucho tiempo financió el proyecto con sus propios recursos, pero ahora cuenta con patrocinios. «Al final, sin patrocinadores sería imposible. Estoy muy agradecido a quienes han confiado en mí».
El compañero inseparable en esta aventura es su barco, un modelo moderno adquirido en Polonia que le ha permitido acumular más de 14.000 millas. Competirá bajo el nombre del patrocinio, 'Sames Company', aunque su nombre oficial hace referencia a la roca 'Amuitz' en Hondarribia. «Es un barco fantástico, transmite sensaciones únicas. Coge tanta velocidad que incluso a mí mismo me sorprende a veces», afirma con una sonrisa.
La prueba no se trata simplemente de ganar o perder en el mar, sino de disfrutarlo, es algo único. «No voy con la idea de ganar, sino de aprovechar todo lo invertido, dar lo mejor de mí y llegar con una sonrisa enorme. Si consigo estar entre los diez primeros, sería un logro increíble. Pero lo más importante es cumplir un sueño y vivir una experiencia que me marcará para siempre, creo que puedo afirmar que nunca lo olvidaré».
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