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Cuando alguien nos habla de Croacia lo primero que se nos viene a la mente son los Balcanes. Guerra. Un país con luces y ... sombras a lo largo de la historia. Pero al ser una tierra en la que el conflicto ha sido parte de la rutina diaria, estaba formada por gente dura. Luchadores. Estas características han sido las que han definido a la mejor Croacia de la historia en estos últimos años. También a la famosa selección de waterpolo.
Luka Sucic llegó a la Real para sustituir a Merino, su mayor guerrero durante la etapa de Imanol. No era tarea sencilla. Pero pronto se vio que era otra cosa diferente. Un estilista. Un futbolista con una finura especial cada vez que contactaba con la pelota. A Sucic le suena más la palabra 'nogomet' –fútbol en croata– que cualquier otro adjetivo que define a gran parte de sus compatriotas.
Su presencia en el once titular ya está garantizada desde que nos dejó boquiabiertos contra el Real Madrid en Anoeta. Es el diferente en el centro del campo, sobre todo cuando Brais no está a su lado. Y eso que da la sensación de que lo que nos ha enseñado hasta el momento no es ni la mitad de lo que puede llegar a ser en los próximos años cuando explote y se adapte al ritmo de La Liga. No en vano, Imanol se resistió a sustituirle pese a que no terminó de destacar ante el Athletic.
La Real abusa de ser excesivamente exterior muchas veces. Cuando el balón circula dentro, el objetivo suele ser hacerle llegar cuanto antes el cuero a los extremos. Eso perjudica muchas veces a los interiores, que no terminan de encontrar su lugar en muchos ataques de la Real. La primera parte en San Mamés fue una buena muestra de ello. El Athletic era consciente de que Sucic y Sergio Gómez no podían recibir dentro y girarse. Apretaron para evitarlo.
Mientras tanto, el croata sacó su lado más patrio y se puso el mono de trabajo. Sus padres huyeron de Bosnia en la guerra y ese carácter luchador lo lleva en la sangre. Es algo que ha mamado, aunque se le haya pegado más la finura característica de su Austria natal, cuna de la música clásica. No es Merino, pero cada día que pasa su nivel sin balón es mejor y se empieza a mostrar poderoso en los duelos. Es esencial que siga creciendo en ese aspecto para que un centro del campo formado por él, Zubimendi y Brais, sea sostenible.
En la segunda parte la energía del Athletic se difuminó y los espacios aparecieron. Sucic comenzó a recibir por dentro y a organizar los pocos ataques de la Real. La ocasión más clara nació de sus botas con un fenomenal pase atrás que Zubimendi no terminó de rematar. Su crecimiento pasa por ser más participativo en los partidos, pero que en Sucic hay un gran futbolista está claro.
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