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Antonio Conte, durante un entrenamiento de la selección italiana.
Italia se mueve entre la realidad y el deseo

Italia se mueve entre la realidad y el deseo

Los 'azurri' asumen encantados el papel de víctimas con sed de venganza

Ignacio Tylko

Viernes, 24 de junio 2016, 09:11

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Derrotada ante la República de Irlanda después de que Antonio Conte escondiera las cartas a su colega Vicente del Bosque al prescindir de hasta nueve titulares en el sembrado de Lille, la competitiva Italia comenzó a disputar ya el partido ante España. Su detallista seleccionador, sus jugadores y la crítica anticipan ya el choque del lunes en Saint-Denis con una sensación contrapuesta entre el miedo a un nuevo fracaso ante el rival que le cortó las alas en las dos últimas Eurocopas y la sed de venganza.

Se visten los transalpinos con la piel de cordero al expresar con la boca pequeña que España es favorita por ser la vigente campeona y una de las mejores selecciones del mundo, pero en verdad sostienen que pueden ganar si recuperan sus mejores armas. Y para generar dudas en el enemigo y fortalecer su fe en la 'vendetta', recuerdan que 'La Roja' mostró costuras frente a los croatas.

«Es obvio que Italia no tiene el nivel de España o de Alemania, pero también sabemos que podemos ganarles si mostramos nuestras fortalezas y hacemos las cosas que sabemos», resume el veterano Thiago Motta, excentrocampista de Barcelona y Atlético. «Nadie creía en nosotros, pero nos clasificamos primeros en sólo dos partidos y la derrota ante los irlandeses nos puede venir para ser humildes y poner los pies en el suelo», advierte a continuación.

La 'Nazionale' se presentó en Francia confusa, envuelta en un sinfín de reproches y con un grupo de perfil bajo, pero de la unión ha hecho la fuerza. Encuadra en el teórico 'grupo de la muerte', comenzó con una victoria ante los belgas que desató la euforia. Los soldados de Conte celebraron el triunfo en el campo como si fuera una final y la afición los recibió como héroes en su cuartel general de Montpellier.

El sufrido éxito posterior ante la Suecia de Ibrahimovic reforzó la creencia en el sí se puede, fundamentada en los valores de la defensa, el orden, el compromiso y el liderazgo que imprime el bloque defensivo de la Juventus, con el viejo Gigi Buffon y los centrales Andrea Barzagli, Leonardo Bonucci y Giorgio Chiellini como estandartes.

El gol del croata Perisic, el martes en Burdeos, transformó el positivismo en victimismo. Italia, que ya se sabía líder, se encontró de pronto emparejada con España, el rival que menos quería, y en la parte dura del cuadro. «Se hace extraño acabar en cabeza del grupo y ver que te puedes enfrentar a los campeones de Europa, del mundo y a los anfitriones. Es un recorrido problemático, pero hay que aceptar el reglamento», dijo, pragmático, Conte.

El preparador 'azzurro' jugó con ese doble rostro tan italiano tras caer ante Irlanda. «Jugar contra España no nos debe de presionar más sino darnos una motivación extra, como la que nos brindó Bélgica, que también parecía superior», dijo en primer término. ¿Favorita España?, le insistieron los periodistas. Frunció el ceño y sacó su orgullo el de Lecce: «Eso lo dice usted. Se puede pensar que sobre el papel no hay partido, pero afortunadamente se juega en el campo», espetó el inminente entrenador del Chelsea.

Quieran o no, los 'azzurri' no se olvidan de la final de Kiev de hace cuatro años, cuando sufrieron la mayor humillación de su historia en el mejor partido de la era Del Bosque. Algunos de los pesos pesados de ese vestuario continúan en su selección y saben cómo se sintieron. «No se puede perder una final así», reconocía ese día Bonucci, con lágrimas en los ojos, mientras Buffon admitía que «no hubo partido».

Para Chiellini y Motta, que también siguen presentes en Francia, aquella final fue más amarga aún, puesto que ambos se lesionaron. El seleccionador de entonces, Cesare Prandelli, reconocería después que ninguno debió haber jugado porque se encontraban físicamente al límite, pero que no se atrevió a quitarlos.

Diez días de descanso

Prandelli también confesó una mala planificación. «Tuvimos un día menos para preparar el partido y aun así fuimos a nuestra concentración en Varsovia, en vez de ir directamente a Kiev».

Ahora, Italia vuelve a contar con un día menos para entrenar que España, aunque la mayoría de sus titulares van a disfrutar de un largo descanso de diez fechas, desde su actuación del 17 de junio ante los suecos en Toulouse.

Asoma una una nueva generación deseosa de vengar a sus mayores, como Matteo Darmian, lateral del Manchester United. «Esa final la vi por la tele, fue uno de los peores momentos de la selección; ahora vamos a tratar de tomarnos la revancha en estos octavos de final», indicó. Mattia de Sciglio, joven promesa del Milan, se ve con «recursos para superar una gran montaña»; y Lorenzo Insigne, delantero del Nápoles, confía en la «mentalidad italiana para derrotar a las dificultades».

Se reconocen inferiores, pero a la vez listos para la revancha. No se olvidan de la afrenta de Kiev, ni de la derrota por penaltis en los cuartos de final de la Eurocopa 2008. Tienen bien presente que con Iker Casillas, Cesc Fàbregas y el hoy desaparecido Luis Aragonés empezó todo. Y la 'Gazzetta dello Sport', el rotativo deportivo de referencia, les advierte de que para ganar a España, dar un vuelco a la historia reciente y recuperar el pasado, «hace falta mucho más».

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