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Momentos de tensión con manifestantes empujando las vallas al paso del pelotón en la Gran Vía de Bilbao.

La etapa de la Vuelta a España con final en Bilbao, sin ganador por las protestas contra Israel

Las protestas en la meta de la Gran Vía que ha obligado a neutralizar el final de la carrera se han saldado con tres detenidos, cinco identificados y cuatro ertzainas atendidos

Ion M. Taus

San Sebastián

Miércoles, 3 de septiembre 2025

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Lo que debía ser una fiesta del ciclismo en Bilbao terminó convertido en un episodio que recuerda a tiempos pasados de la historia de La Vuelta. Las protestas contra la presencia del equipo Israel Premier Tech marcaron la etapa con inicio y final en Bilbao y forzaron a la organización a tomar la decisión de dar por concluida la carrera a tres kilómetros de la meta. Los tiempos se tomaron en ese punto, pero no hubo ganador. Ni podio, ni celebración. Una jornada en la que el deporte quedó en segundo plano. Los incidentes se saldaron con tres detenidos, cinco identificados y cuatro heridos, según informó esta tarde el consejero de Seguridad, Bingen Zupiria.

A lo largo del recorrido se produjeron varios episodios de tensión: desde la salida neutralizada, donde los manifestantes ya detuvieron el pelotón, o la segunda ascensión a El Vivero, donde una pancarta bloqueó parcialmente el paso de los corredores y algunos, como Pidcock, tuvieron que apartarla con la mano para poder continuar. Sin embargo, los incidentes que provocaron la suspensión del final de etapa se produjeron en la línea de meta, en plena Gran Vía.

Varios bloqueos

La primera interrupción se produjo nada más comenzar la etapa. Un grupo de manifestantes frenó al pelotón en la explanada de San Mamés, en protesta por la presencia del equipo israelí. El parón duró unos cinco minutos y obligó a responsables de la organización a dialogar con los concentrados, que finalmente se retiraron de la carretera en dirección al alto de Enekuri. El corte no tuvo consecuencias deportivas, ya que ocurrió antes de la salida real de la etapa. Una vez despejado el camino la etapa pudo comenzar, aunque el pelotón rodaba con la inquietud ya instalada.

Los ciclistas ya habían hecho pública su preocupación. La jornada anterior, en Navarra, el italiano Simone Petilli había sufrido una caída tras otra protesta en la carretera. Algunos ciclistas manifestaron de salida su temor y hasta se llegó a plantear que el Israel Premier Tech abandonara la competición. Pero no era posible: sin ser un equipo World Tour, tiene una invitación garantizada para las carreras más importantes de la temporada por sus resultados del pasado año, por lo que su participación está amparada por el reglamento de la UCI. Los siete corredores que el el Israel Premier Tech tiene en la carrera tomaron la salida.

Sobre la bicicleta, la carrera se movió. El Visma tomó pronto el mando, decidido a controlar cualquier fuga. Mads Pedersen lo intentó con fuerza en los toboganes vizcaínos, acompañado más tarde por Orluis Aular y Marc Soler. El catalán, con buenos recuerdos en Bilbao tras ganar allí en 2022, probó suerte en Morga, aunque su aventura no llegó lejos. El esfuerzo de todos, sin embargo, acabaría en nada. Cuatro horas de lucha para terminar sin cruzar bajo el arco de meta.

También lo intentó Mikel Landa. Atacó en el primer paso por el Vivero y llegó a Bilbao con ventaja para el primer paso por la meta. El fervor por el ciclista alavés sigue ahí, pero no pudo ir a más porque la espalda le crujió. Tuvo que dejarse atrapar.

Mientras Jonas Vingegaard apretaba los dientes en Pike Bidea, la verdadera agitación estaba lejos de la carretera. La Gran Vía de Bilbao, custodiada por la Ertzaintza, era ya un hervidero. Las cámaras enfocaban lo que debían ser los últimos kilómetros de una etapa vibrante, pero la atención estaba puesta en los incidentes.

Imagen principal - La etapa de la Vuelta a España con final en Bilbao, sin ganador por las protestas contra Israel
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Imagen secundaria 2 - La etapa de la Vuelta a España con final en Bilbao, sin ganador por las protestas contra Israel

En el primer paso por la meta, quiens protestaban en la línea de meta con banderas de Palestina e incluso Irán trataron de tirar las vallas y cortar la carrera. Segundos antes de que pasara el pelotón, algo más de 30 ciclistas. La seguridad logró contenerlo. Pero no estaban seguros de que fueran a lograrlo por mucho tiempo.

Otro episodio delicado llegó en la segunda subida al Vivero desde Galdakao. Allí, dos personas se plantaron con una pancarta en plena calzada. Los corredores de cabeza lograron esquivarla, mientras que otros, como Tom Pidcock, se vieron obligados a apartarla y pasar por debajo para continuar.

La tensión alcanzó su punto máximo a pocos kilómetros para la llegada a meta. Las vallas de seguridad en la llegada estaban siendo zarandeadas de nuevo y la seguridad no podía garantizar un final limpio ni la integridad de los ciclistas. Allí, Javier Guillén, director de la Vuelta, cruzaba los brazos con gesto de impotencia. A tres kilómetros de meta, en el descenso hacia San Ignacio, la organización apagó la música y ordenó a los equipos dirigirse a los autobuses. El reloj se detuvo en ese punto y la etapa quedó neutralizada.

En el plano estrictamente deportivo, Jonas Vingegaard, líder con el maillot rojo, consiguió arañar unos segundos más en la general respecto al portugués Joao Almeida (UAE Team Emirates). El danés y Tom Pidcock lograron despegarse en la ascensión al Alto de Pike, un puerto de tercera categoría, y abrieron una pequeña brecha cercana a los diez segundos. La ventaja se mantuvo durante el descenso y hasta el momento de la neutralización de la carrera a tres kilómetros de meta.

Vingegaard, tras su llegada a meta, aseguraba que «la Policía ha hecho un gran trabajo. La primera vez que hemos pasado por la meta ya habíamos visto cierta agitación. También ha habido algún conato en el segundo paso por el Vivero, de bloquear la carrera. Durante toda la etapa hemos estado tranquilos».

«Están en todo su derecho para protestar, pero que no utilicen el ciclismo para hacerlo», lamentaba por su parte Carlos Verona, del Lidl-Trek, al terminar la jornada. «Hay mucha gente que paga por esto. Pido sentido común y que dejen al ciclismo tranquilo. Cuando te dicen a falta de 15 kilómetros que la etapa termina a tres de meta y que no se puede disputar, es una pena, pero la seguridad es lo primero».

Protestas anunciadas

El speaker, Juan Mari Guajardo, veterano de casi tres décadas en las llegadas de la Vuelta, se quedó ayer sin anunciar un vencedor. El momento de aclamar al ganador se convirtió en proclama política. «¡Boicot Israel, Palestina askatu!», coreaban los manifestantes.

Las protestas no fueron inesperadas. La organización Gernika-Palestina ya había anunciado movilizaciones a lo largo de la etapa para denunciar lo que califican de «genocidio» en Gaza. Antes de la salida, representantes de equipos y organizadores se reunieron con el sindicato de ciclistas para valorar la seguridad e incluso se llegó a plantear la retirada del Israel Premier Tech.

La semana pasada, ya se vivieron incidentes en la contrarreloj por equipos en Figueres, donde un grupo de manifestantes bloqueó momentáneamente el paso al conjunto israelí, aunque sin consecuencias graves. El director general de La Vuelta, Javier Guillén, advirtió entonces que se emprenderían acciones legales: «Vamos a presentar una denuncia, no podemos permitir lo que ha pasado. Cuando se reivindica con violencia, deja de ser una causa justa».

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