Los abanicos montados por el Movistar al paso por Urbasa me recordaron una vieja historia. A Eusebio Unzue, cuando era director de aficionados, le llamaban ... abanicos, porque siempre que podía los organizaba. Sobre todo en las carreras de Navarra, donde no faltan zonas muy expuestas al viento. Ayer, en un trecho corto, causaron estragos. Fue una grandísima exhibición del Movistar, como no recuerdo haberles visto. Irían pensando en Valverde, que hizo un carrerón, y la sorpresa resultó ser Marc Soler. Después de la subida que realizó, que fuera capaz de rematar y ganar fue impresionante. Algo que no estábamos acostumbrados a ver.
Lo que no es la primera vez que sucede es que unos caballos se crucen en la carretera, como ayer bajando de San Miguel de Aralar. Recuerdo haber experimentado algo así al menos en dos ocasiones. Una, cuando corría en aficionados, ya ha llovido. Fue en una Vuelta a Goierri, camino de Urretxu desde Azpeitia. Por un lado de la carretera iba un casero con el caballo y tiraba del pelotón el Espumosas Gorbea, los rojos, un equipo muy superior. Íbamos a tope, en fila de a uno, cuando se espantó el caballo y tiró a todo el equipo patas arriba. Por fortuna, yo iba un poco más atrás. Solo se cayeron ellos.
Otra, ya de director, fue en una Vuelta a España con Alfonso Gutiérrez. Bajábamos el Portillo de la Sía y estábamos a punto de empalmar, con la intención de disputar la victoria al sprint en Santander. Se cruzaron dos caballos y aquellos, a diferencia de los de ayer en Aralar, no se apartaron. Iban cruzándose de lado a lado y no pudimos pasar hasta que ellos quisieron. Ya no enlazamos con el pelotón.
Veo que hay muchas ganas de lucha y, desde luego, no está siendo una Vuelta de paseo. Para terminar quiero mandar un fuerte abrazo a Eduardo Chozas. Me he llevado una gran alegría al volver a oírle comentar las etapas.
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