Javier Guillén imita a Vincenzo Torriani
Vingegaard, rehecho de una caída a 27 kilómetros de meta, gana y se viste de rojo en una llegada más propia de los Giros de Saronni y Moser
Quienes peinan canas o ni siquiera ello recordarán la época en la que la organización del Giro de Italia esquivaba los grandes puertos del norte ... del país en supuesto beneficio de sus dos grandes figuras, Giuseppe Saronni y Francesco Moser, más duchos en la contrarreloj, en el terreno llano y en las bonificaciones que en los grandes puertos. Acusaban a Vincenzo Torriani, capo de la Corsa Rosa, de edulcorar los recorridos e incluso de reducir las subidas a la parte baja aunque mantuvieran los nombres de las cimas. El Stelvio, por ejemplo, parecía haber desaparecido de los mapas de la península.
Nadie acusará de fechoría a Javier Guillén, director de la Vuelta a España, pero el diseño de la etapa de este domingo invita a parangonarle con Torriani. La subida de Limone Piamonte, punto final alpino de la jornada de este domingo, no concluye a 1.389 metros, sino que la carretera sigue quince kilómetros hacia arriba, a los 1.798 de altitud del colle di Tenda, punto fronterizo entre Italia y Francia donde Iván Basso ganó en solitaro la decimoséptima etapa del Giro de Italia de 2005. Aventajó en 1:06 a Rujano y Simoni, mientras que Juanma Garate cruzó sexto la línea de meta a 1:48.
La diferencia entre los 9,9 kilómetros de puerto al 5,1% afrontados en la Vuelta con los 25,1 al 4,4% de aquel día es notable. Triplica prácticamente la distancia. En lo alto destaca el Chalet Le Marmotte con su espléndida terraza y magníficas vistas, punto habitual de descanso para los cicloturistas.
Limone Piamonte ha sido final de etapa del Giro en dos ocasiones, la primera en 2002 y similar a la de este domingo. Un grupo de elegidos se jugó la victoria de etapa de la quinta jornada al sprint con victoria de Stefano Garzelli vestido de rosa por delante de Santi Pérez, aquel asturiano de corta trayectoria y ganador de tres etapas en la Vuelta de 2004 que puso contra las cuerdas al mismísimo Roberto Heras y al potente Liberty de Manolo Saiz.
La carretera fue desarrollada por vez primera por los fenicios, quienes la usaron sobre todo para el comercio. Más adelante, tras la retirada de este pueblo, la mantuvieron los griegos y los romanos.
Lo que no entraba en los cálculos de Torriani en su día ni entra en los de Guillén en 2025 es la aparición de la lluvia y la caída a 27 kilómetros de la meta de la principal figura. Jonas Vingegaard besó el suelo junto a una decena de corredores, incluidos sus compañeros del Visma Zingle y Campenaerts. Es el riesgo intrínseco a que todos los integrantes de una misma formación pedaleen en fila. Uno arrastra al resto.
Por suerte, el danés no solo pudo levantarse, cambiar de bici y reintegrarse cinco kilómetros más adelante a un pelotón que ralentizó el ritmo para esperarle. También fue capaz de ganar al sprint en Limone Piemonte, en una llegada de foto-finish por delante de Giulio Ciccone, el vencedor de la última Clásica de San Sebastián. Les separó un tubular. Nada menos que 25 corredores, incluido Mikel Landa, entraron en un margen de dos segundos. Vingegaard se viste además el maillot rojo de líder.
Las posibilidades de victoria aumentan de forma exponencial cuando no está en liza Pogacar, a cuyas características convenía el final de este domingo. La pregunta en realidad es qué llegada le va mal al esloveno cuando se lo propone.
Tiberi cede 21 segundos
Solo uno de los nombres propios de la Vuelta con vistas a la general, Antonio Tiberi, cedió tiempo: 21 segundos. Mala señal a estas alturas.
Liam Slock (Lotto), Jakub Otruba (Caja Rural), Sinuhé Fernández (Burgos-BH) y Gal Glivar (Alpecin) protagonizaron la escapada del día. Como la víspera, el pelotón no le dio autorización, si bien llegó más lejos. Sinuhé Fernández fue el primero en ceder y Slock, el que más tiempo duró en cabeza, en concreto hasta que restaban cinco kilómetros para la pancarta de meta.
Alpecin, convencido de que Philipsen perdía el maillot rojo y no era candidato a repetir victoria, se desentendió de la persecución, labor que asumió Q36.5 y otorgó al donostiarra Xabier Mikel Azparren, encargado de marcar el ritmo en cabeza de pelotón. La pugna entre los fugados y Azparren plantea la duda en torno a la concesión del premio al corredor más combativo. ¿Por qué no Azparren en este caso?
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