Como sucede en el fútbol, donde cualquiera se cree que es entrenador, en el ciclismo opina todo el mundo. Me refiero a la decisión del ... Movistar de tirar del grupo de favoritos con Quintana delante, que pudo extrañar a algunos. Fue una maniobra para enmarcar. Dejaron al líder sin ningún compañero, pero cogió las riendas el Astana, lo que quizá el Movistar no esperaba.
Viví una situación similar en el coche del Seat-Orbea en la Vuelta de 1986. Era una etapa por Andalucía. Después de una meta volante, se formó una escapada muy numerosa en la que iba el líder, Álvaro Pino. La situación fue al revés que ayer, con el maillot rojo atrás. Robert Millar era segundo y su equipo trabajó lo indecible. Nosotros teníamos a Marino Lejarreta y a Pello Ruiz Cabestany, cuarto y quinto en ese momento. El equipo de Millar no pudo. No se descolgaron, pero sí levantaron el pie. Se rindieron.
Entonces, yo qué iba a hacer. ¿Dejar caer a los míos al puesto 20? Paré a los tres que tenía por delante y a partir de ahí, con gran esfuerzo, conseguimos neutralizar la escapada. Iba en el coche con Peli Egaña, el jefe, y estaba más ancho que alto con la satisfacción por el trabajo del equipo, de haber defendido lo nuestro. Según nos acercábamos a la meta, yo oía insultos, que se acordaban de mi madre. Y Peli, que no, que eran para los de atrás. Pero al momento vino mi amigo Linares y me dijo que 'te está poniendo curioso el amigo José María García'. Aunque solíamos llevar la radio puesta, en ese momento no íbamos escuchando. Al llegar a meta, le apoyé la manita en la espalda a García y le dije que 'para lo que quieras, aquí estoy'. A la noche entré en su programa y se aclararon muchas cosas.
En 1985, la famosa edición de Delgado y Millar, no defendieron su posición ni el segundo ni el tercero ni el cuarto, porque García les habría hundido la firma. Aunque nosotros fuimos los grandes beneficiados, fue lamentable. Esto es deporte, no la guerra. Si el Astana no defiende ayer a López, se habría quedado sin ninguna opción. Probablemente tenga pocas, pero si deja que Quintana coja una minutada no tendría ninguna. Y en la Sierra de Madrid a veces sucede lo impensable.
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