Tensión hasta en el hotel
Año va y año viene, la palabra más repetida en el Tour es 'tensión'. Los últimos acontecimientos, más que los resultados, invitan a creer que ... esta vez se va a multiplicar. No me refiero a la tensión por las caídas, por el pavés, por la victoria de etapa, por el maillot amarillo. Después de lo sucedido en la Vuelta a Suiza es como para tener miedo al Covid. Pienso en la impaciente espera de los ciclistas y de los directores hasta conocer los resultados de las pruebas de antígenos y los PCR. Tensión hasta en el hotel.
Cualquier favorito puede perder de golpe dos o tres compañeros. Y no digamos ya si le toca al jefe de filas, como a Vlasov en tierras helvéticas. Ganador de etapa y líder, no pudo tomar la salida al día siguiente por culpa del coronavirus. Imagino que la organización adoptará medidas para evitar catástrofes. El Tour es mucho Tour, pero las autoridades sanitarias tienen un peso enorme. Será un pulso muy fuerte.
Dinamarca no está muy lejos de Francia, pero en estos casos me viene a la cabeza el sueño de Lévitan y Goddet de empezar el Tour en Estados Unidos. Supongo que el mayor obstáculo será el económico. Conocí y viví la salida de la Vuelta desde Canarias, sin que mediara día de descanso para el traslado. Increíble.
Ardo en ganas de ver hoy el duelo en la crono inicial entre Ganna y Van Aert, perfectos ambos para la modalidad. Por planta, por aerodinámica, por potencia... Me inclino por el italiano. Veremos el comportamiento de Pogacar, favorito número uno para ganar en París, aunque me cuesta reducir mi pronóstico a un solo corredor en una prueba de tres semanas. Pasan tantas cosas.
También me atrae el paso mañana por el puente de 18 kilómetros. Creo que aquel en el que Momeñe se quedó colgado en Colombia no era tan largo. Pero sí más peligroso. Cuenta le leyenda que abajo los cocodrilos asomaban las cabezas en el agua...
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