Recurro a la estrategia de algún político, e incluso de no políticos. A menudo se escudan en que no se interpretaron bien sus declaraciones para ... justificar errores. En mi caso, la apuesta por Egan Bernal como ganador de etapa en el col de la Loze quedó escrita, firmada y publicada en la edición de ayer. Resulta que ni siquiera tomó la salida. Mis dotes de pronosticador quedan en entredicho. Me queda el consuelo de que en caso de haber jugado la quiniela habría sido el único acertante de quince.
Me hizo soñar el trabajo del equipo Bahrain en toda La Madeleine, tanto en la subida como en la bajada, así como en buena parte de la ascensión al último puerto. Era para quitarse la txapela... si Mikel Landa hubiera puesto la rúbrica. Mi sueño, sin embargo, acabó en pesadilla en la única etapa de este Tour en la que los primeros de la general han llegado de uno en uno. El de Murgia apostó fuerte, y eso es de aplaudir, arriesgó y no pudo. Tampoco este año va a ser el suyo en la ronda gala. Alguien con sus aspiraciones no debe conformarse con acabar entre los diez primeros de la general.
Roglic dio un golpe más psicológico que de tiempo a Pogacar, que ya dentro del último kilómetro se acercó a dos metros del maillot amarillo. Al final les separaron quince segundos. El podio sigue abierto con ventaja para un Miguel Ángel López que hizo honor a su sobrenombre de Superman. La amenaza de Richie Porte sigue presente, pero no quiero mirar a la contrarreloj del sábado hasta ver lo que sucede en la última jornada alpina. Grandísima actuación de Richard Carapaz, que va a más, y muy buena de Gorka Izagirre.
Me sorprendió el ataque de Kuus, el último compañero de Roglic. Solo caben dos explicaciones: quería hacer de puente o tenía carta libre del líder para ir a por la etapa.
Espero que a Macron no le pase lo mismo que al primer ministro Castex y tenga que someterse a un PCR. Por lo menos, tal y como están las cosas, ha sido valiente.
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