Prevalece la igualdad en este Tour. No es solo una impresión o una sensación. Ahí están los números. Los seis primeros de la clasificación general ... figuran en un margen de 32 segundos. Los siete primeros, en menos de un minuto. La diferencia entre los once mejores no llega a los dos minutos. Y eso que varios de ellos han cedido tiempo por culpa de despistes. Los segundos son decisivos, sobre todo si los pierdes. Valen un Tour.
Ha influido la ausencia de contrarrelojs, tanto individuales como por equipos, en las nueve primeras jornadas de la carrera. Pero está claro que cada vez cuesta más sacar ventaja a tus rivales. Los ciclistas han evolucionado de tal manera que Bernal, apoyado en su equipo Ineos, se mueve como pez en el agua en los abanicos, y Van Aert, excelente rodador y ganador de dos etapas al sprint, pone una elevada marcheta en el grupo principal y hace sufrir a muchos corredores en subidas como las de Balès o el col de la Hourcère, dos grandes puertos pirenaicos. Quizá por eso mismo falta el 'grimpeur' rompedor de otros tiempos.
En realidad, para ganar el Tour siempre ha hecho falta ser escalador y contrarrelojista a la vez. O sea, un ciclista completo. También es importante que te arrope un gran equipo para solucionar contingencias si no eres un rodador de primerísima fila.
Ojo también a lo que pueden deparar hoy los resultados de los PCR realizados ayer a los corredores y a los staff de los equipos. Pueden seleccionar el pelotón más incluso que Aubisque, Tourmalet, Aspin y Peyresourde juntos.
La etapa de hoy entre dos islas pasa por La Rochelle, ciudad de la que guardo excelentes recuerdos y un banderín como los que dan en el Tour grande. En su velódromo gané una etapa en el Tour del Porvenir de 1965. Menos mal que ese día no hubo abanicos... Pero en esa costa del Atlántico el viento sopla a menudo con fuerza. Sobre todo en un puente que van a cruzar los corredores. Jornada peligrosa.
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