Recompensa a la constancia
Caleb Ewan encontró por fin el premio a la insistencia que había demostrado en los sprints desde el inicio del Tour. Esta vez nada se interpuso entre el australiano y un triunfo bien merecido
Me impresionó Caleb Ewan aquel día en el que desplazaba la rueda trasera de lado a lado, al menos un palmo, por la fuerza que ... imprimía. Por fin, en Toulouse, halló la recompensa a la constancia que tanto él como su equipo, Lotto-Soudal, han demostrado desde el comienzo del Tour. Esta vez no encontró ni vallas, ni lonas, ni nada que se le interpusiera. Eligió el centro de la recta de llegada y dispuso de espacio para la remontada. Una remontada de verdad. Ese círculo en el que la televisión marca la velocidad de los corredores no está afinado del todo. Marcaba siempre que Groenewegen iba más rápido, además en progresión, pero quien recuperaba metros era Ewan, por lo que la lógica indica lo contrario.
Escuché a alguno que el lanzador dejó demasiado lejos al holandés. No estoy de acuerdo. Fue el propio Groenewegen quien decidió el momento de iniciar el sprint. Su velocidad, además, aumentó a medida que se aproximaba a la línea de meta. Es lo ideal en una llegada. Sucede que empezó con casi dos bicicletas de ventaja sobre Ewan y no le bastó. Mérito del australiano, que exhibió poderío y velocidad. La reacción de numerosos corredores me invita a pensar que es un hombre apreciado en el seno del pelotón. Celebró la victoria mucha gente.
Cuando yo era bastante más joven, jamás llevaba cinturón. La propia forma de la cadera me bastaba para sujetar el pantalón. Ahora, en cambio, necesito tirantes porque se me cae todo. Es en lo único que me parezco a Caleb Ewan en la actualidad. No le adivino la cintura. Me parece un tocho. Supongo que se pondrá 'gerriko'. Es pequeño, pura dinamita. Tampoco Miguel Poblet era grande y ganó multitud de sprints.
Por fortuna, esta vez no se cayó Mikel Landa. Se libró del accidente del día. Le tocó a Nairo Quintana, a quien favoreció que faltaran más kilómetros para meta y la carrera no fuera todavía lanzada a pesar de que el pelotón perseguía a los cuatro escapados. Fue curioso lo que le sucedió a Carlos Verona al descolgarse para ayudar al colombiano. Estuvo a punto de rebasarle el grupo al que esperaba. Pudo engancharse. Si te pasa, eso tiene un nombre: globerada. Hay que acelerar a tiempo para que no te ocurra.
No tengo demasiada fe para hoy, para el primer contacto del Tour con los Pirineos. No se sube el Tourmalet y tampoco acaba en la cima de un puerto importante. Tengo más interés en lo que pueden deparar la contrarreloj de mañana y las dos jornadas del fin de semana. Ahora bien, como aquí se calcula y se mide tanto, igual aguardan a los Alpes. Espero y deseo lo contrario.
También es curioso que la crono se dispute entre dos etapas de montaña. Eso beneficia a los contrarrelojistas. Puede ocurrir -de hecho, ha sucedido muchas veces- que el escalador se vacíe en una especialidad que no es la suya y al día siguiente lo acuse en el terreno que le favorece.
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