José Ramón Izagirre: «Lo celebraremos y que se salte la dieta»
Alegría familiar ·
José Ramón Izagirre, padre de Ion, vio el triunfo de su hijo en el monte con sus perros a través del móvil para intentar calmar los nerviosSan Sebastián
Sábado, 15 de julio 2023, 02:00
José Ramón Izagirre, padre de Ion y Gorka, era ayer un hombre feliz por el triunfo de su hijo menor en la decimosegunda etapa ... del Tour de Francia que concluyó en Beaujolais. Natural de Ormaiztegi, nació el 15 de febrero de 1963 y trabaja como mecánico en la empresa Indar de Beasain, donde ayer recibió las felicitaciones de sus compañeros. «Me han recibido con una ovación, la mayoría también había visto la etapa», declara.
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En sus años mozos también anduvo en bicicleta. De tal palo, tales astillas. Fue tres veces campeón de España de ciclo-cross. «La primera fue en Santander, tenía 20 años y estaba haciendo la mili. Todavía era aficionado. Después, ya como profesional, gané en Llanes en la temporada 1980/81 y al año siguiente en Alquerías del Niño Perdido, en Valencia». Colgó la bicicleta en 1994.
Recuerda con nostalgia aquellos años en los que competía con el urretxuarra José Mari Yurrebaso, su paisano Iñaki Maiora, el itsasondoarra Jokin Mujika, el vizcaíno Iñaki Vijandi y con Xabier Isuskiza, natural de Gabiria, cuyo hermano Santi pasó a profesionales con el Orbea. «La nuestra fue una época muy bonita, casi todos éramos gente de la misma zona En cada pueblo había un ciclista».
«Por la mañana tenía más de quince llamadas perdidas en el móvil cuando estaba comiendo el bocadillo»
Fue él quien le metió el gusanillo del ciclismo en el cuerpo a sus hijos. «Desde que eran pequeños venían conmigo a verme a las carreras que disputaba. Luego entraron en el Ordiziako Txirrindulari Elkartea y hasta hoy», proclama orgulloso.
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En Ormaiztegi todo el mundo le conoce por 'Cacharro'. «Cuando salía a entrenar te cruzabas con gente en la carretera y había veces que no te acordabas del nombre, por lo que les llamaba 'cacharro'. Con el paso del tiempo, curiosamente me quedé yo con el apodo».
El patriarca de la saga de los Izagirre comenzó viendo la etapa por televisión en su domicilio. «Primero se fue por delante Van der Poel y Ion saltó más tarde a por él. Luego se quedó solo. Cuando faltaban 45 kilómetros para la línea de meta no podía aguantar más de los nervios y me fui al monte con los perros. Los diez últimos los vi en el móvil. Cuando estoy así, prefiero andar a mi aire. Iba bien, la carretera era llana, pero tenía miedo a que tuviese un pinchazo o una avería que echase por tierra el esfuerzo que estaba realizando, que se fuese todo al traste».
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«Estaba cardiaco –añade–, soy muy nervioso. Ves que tiene posibilidades de ganar la etapa, pero también eres consciente de que la gente que tiene al lado es de mucho nivel. Los ciclistas de hoy en día están cada vez mejor preparados, son más meticulosos, por ejemplo, con la alimentación. No se puede comparar con nuestra época. En aquellos tiempos no teníamos un preparador específico. Cuando más te entrenabas, más fundido acababas. Trabajabas ocho horas y luego cogías la bicicleta. No había analíticas hasta los 20 años. Luego ya sí, cuando pasabas a profesionales. El ciclismo ha cambiado una barbaridad».
Los últimos kilómetros se le hicieron eternos, pero cuando su vástago cruzó la línea de meta en solitario respiró tranquilo y dio rienda suelta a la alegría. «Como dice Ion, se tienen que alinear todos los astros para que llegues a meta solo. Eso se lo oí un día a mi hijo».
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«Por detrás estaban tirando para cazarle y cada kilómetro era un suplicio, pero afortunadamente todo salió bien»
La jornada de ayer fue muy dulce. «Me ha sonado el móvil sin parar, pero no podía coger a todos. Por la mañana tenía más de quince llamadas perdidas cuando estaba comiendo el bocadillo. No sé si eran de periodistas de Bilbao o de Madrid. Casi todos eran mensajes de 'washapps'. Recuerdo el que me mandó Xabier Usabiagaba, de Euskal Telebista, cuando faltaban diez kilómetros para la meta. Me puso que fuese abriendo la botella de champán, pero yo no las tenía todas consigo aún. Soy de los que opina que no hay que vender el oso antes de cazarlo. Por detrás, todos estaban tirando para cazarle y cada kilómetro era un suplicio, pero afortunadamente todo salió bien y pudo ganar la etapa».
Libertad absoluta
A José Ramón, todas las victorias de sus hijos le hacen ilusión, pero esta quizás «un poco más, por toda la repercusión que ha tenido. La primera fue en el Giro de Italia, en Falzes». Para toda la familia Izagirre supuso «una alegría inmensa. Si Jon está contento, todos estamos contentos. Pero cuando las cosas no le salen bien, tú también sufres sin quererlo».
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Para él no fue una sorpresa. «Hace seis años ya ganó una etapa en el Tour y luego también en la Vuelta a España, pero nunca les presiono. Ni a Ion ni a Gorka. Les dejo libres, ya son mayorcitos. Me conformo con que hagan lo que puedan. Sé que siempre dan todo lo que tienen. Las victorias están muy caras y cada vez es más difícil ganar, sobre todo en el Tour de Francia. Las victorias se cotizan a precio de oro y tienen mucha más repercusión que si hubiese sido en otra carrera, en cualquier otra gran vuelta por etapas».
La familia Izagirre no tiene preparado nada especial a su regreso. «Lo celebraremos en familia, todos juntos, con una comida o una cena. Y que se salte la dieta, aunque solo sea un poco», bromea José Ramón.
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