Bonita, pero distinta a la de 1971
TOUR FRANCIA ·
Orcières-Merlette ofreció una bonita película de ciclismo, pero la victoria ayer de Primoz Roglic poco tiene que ver con la de Luis Ocaña en ... 1971. El conquense distanció en seis minutos al segundo y en casi nueve a Eddy Merckx. O el recorrido de aquella etapa fue muy distinto y mucho más duro, o el calor tuvo que apretar de lo lindo. El ciclismo ha cambiado estos 49 años, pero es difícil de comprender aquella hazaña bajo los parámetros de ayer. Y eso que he visto y he sufrido en mis carnes cómo el de Priego desmantelaba pelotones enteros. Cuando le daba, le daba. Ya saben lo que ocurrió con Dalmacio Langarika en un Gran Premio de Llodio. Puso a tirar a tope a todo el Kas detrás de Ocaña. No le cazaban. Empezó a creer que iba dentro de algún coche o detrás de una moto, que de lo contrario era imposible. Adelantó al pelotón pese a que no llevaba ningún corredor por delante para descubrir lo que creía que se cocía. Le vio rodar y tuvo que volver a su sitio con las orejas gachas.
Roglic, autor de una exhibición de estilo distinto al de Ocaña, pudo con Alaphilippe en la llegada, aunque sería mejor decir que Van Aert sacó de vueltas al francés, a quien no le va esa velocidad constante. Prefiere subir a tirones. Hay pocos corredores capaces de mantener ese ritmo durante tanto tiempo. El último ganador de la Milán-San Remo era un aspirante a la victoria de etapa, pero se sacrificó en favor del esloveno, que remató a la perfección.
Hasta llegar a la subida final, Deceuninck hizo el trabajo sucio al Lotto-Jumbo, que se ahorró un esfuerzo. El equipo del maillot amarillo confiaba en Alaphilippe para la victoria de etapa. Sin embargo, Roglic le sacó de rueda en unos metros finales que también se ajustaban a las condiciones del mosquetero. Pero está claro quién de los dos llegó mejor arriba. Faltan tres semanas de carrera, quizá se le haga largo el Tour, pero ahora mismo prefiero estar en la piel de Roglic que en la de sus oponentes.
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