Ha merecido la pena
Análisis ·
Después de cinco años de esfuerzo en solitario, Murias no ha encontrado quien pase al relevoHa sido una gran aventura. La vida del Euskadi-Murias ha sido corta, pero ha merecido la pena vivirla. 'Ars longa, vita brevis'. Han sido ... cinco años de lucha en sentido contrario al que imponían los tiempos y la derrota ha sido total. Fea.
Siempre en urgencias desde su nacimiento, no merecía el Murias morir así, días después de que el médico dijera que lo peor había pasado. El ciclismo vasco pierde al que ha sido su referente los últimos cinco años. Un equipo con relato, como dicen ahora los políticos, esos mismos que no han querido saber nada de este tema.
El Murias ha contado una historia de orgullo y de voluntad. Conviene recordar que la firma Murias y Jon Odriozola dieron un paso adelante en 2014 cuando desapareció el Euskaltel y el ciclismo vasco se quedaba como un solar. Sin apoyos, con menos de lo imprescindible, pero los chavales podían seguir soñando y, algunos, corriendo en profesionales. Lejos de palabras de agradecimiento, la modestia de la empresa generó condescendencia.
Los hechos fueron desmintiendo paso a paso esos prejuicios. Las primeras victorias, el salto al verdadero profesionalismo, los grandes triunfos... El sueño imposible del Tour de Francia, en el que solo creía Jon Odriozola, pero qué manera de creer, se queda en eso, en imposible. Los que anunciaban su fallecimiento cada otoño desde 2014 pueden afirmar, por fin, que ya lo decía yo.
El equipo se muere por falta de dinero. Después de cinco años de esfuerzo en solitario, Murias no encuentra quien pase al relevo. Aunque había anunciado su continuidad para el próximo año, no ha podido confirmar los términos. Solo cabe agradecer a la empresa su implicación para sujetar todo el tinglado.
El Murias nunca ha disfrutado del apoyo institucional. Pese a lucir el logo turístico del Gobierno Vasco, y este año de la Fundación Elkano, no ha recibido un euro público ni respuestas. La petición de apoyo institucional ha sido un tiro fallido. Los políticos han descubierto la palabra evento y el deporte entendido a la manera clásica esta amenazado. Hay un nuevo orden de prioridades. Da igual, saltos de trampolín, la Eurocopa o el Tour, lo que sea, pero que genere otra palabra mágica: retorno. Un equipo como el Murias no da dinero, cuesta dinero, y desaparece en los días donde una institución pública estaba dispuesta a perdonar 15 millones de euros anuales a un club deportivo.
En un deporte internacionalizado, felizmente sin fronteras (los mejores ciclistas vascos no corrían en el Murias ni correrán en la Fundación), la apuesta por ser un equipo de país ha terminado por ser su tumba. Lo que hace cinco años parecía un paso adelante para levantar del suelo la bandera de Euskadi tras la desaparición del Euskaltel ha derivado en una muy desagradable guerra por el nombre. La patrimonialización del nombre Euskadi, que o es de todos o no es de nadie, resulta un asunto problemático y ha tenido más importancia de la que pueda parecer en el via crucis del Murias hasta su desaparición.
La cohabitación con la Fundación Euskadi estos dos últimos años no ha sido pacífica. También se ha escenificado el divorcio del Murias con Orbea, pese a haberle dado su única presencia en grandes vueltas (con dos victorias incluidas), ya que la apuesta francesa de la firma, el Vital Concept, no logró hacerse invitar al Tour. La casa de bicicletas asumirá ahora el peso del nuevo equipo Continental Profesional de la Fundación Euskadi.
El giro de los acontecimientos de los últimos días impedirá la cohabitación de las dos formaciones en el pelotón y es una pésima noticia para el ciclismo vasco, porque veinte plazas de corredores desaparecen, veinte oportunidades de ser profesional y cumplir el sueño de su vida para muchos jóvenes. Esa es la principal gravedad del asunto. Los ciclistas. En estos cinco años, varias decenas de corredores vascos han podido competir con los mejores. La mayoría no habría tenido ninguna oportunidad si no llega a ser por el Murias. Ahora se quedarán muchos sueños por el camino, porque falta un equipo que ya estaba hecho.
Como país, Euskadi no puede dar la batalla del tamaño, no puede competir con los gigantes del ciclismo mundial. No volverán el Euskaltel ni aquellos tiempos donde el dinero caía de los árboles. Sin tamaño, el ciclismo vasco debe dar la batalla del conocimiento. Su posición central como una de las grandes tradiciones europeas y su red de base le colocan en una posición favorable para ello. Pero la desaparición del Murias es una lamentable pérdida de talento, conocimientos y experiencia que no saldrá gratis.
Con todos sus problemas y sus limitaciones, hay motivos para llorar la desaparición de este equipo. Han sido cinco años de lucha desequilibrada y victorias inimaginables. Es difícil hacer más con tan poco. Un camino duro, una derrota inmerecida, pero una aventura que ha valido la pena
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