«Darío Brizuela juega igual en la jaula de Sagüés que en una final del Eurobasket»
Su preparador físico y dos técnicos que le entrenaron en el Easo completan un perfil minucioso del nuevo campeón de Europa, donde se destaca su calidad tanto en la pista como fuera de ella
A pesar de no contar con las históricas y habituales estrellas y que muchos jugadores no fueran conocidos para el gran público, la victoria de la selección española en la final del Eurobasket el domingo ante Francia reunió a una media de 3.745.000 aficionados delante del televisor (28,9% de share), con un pico de 5.712.960 al final del partido. Algunos de ellos fueron amigos y compañeros de Darío Brizuela, que después de compartir tantas vivencias juntos no se podían perder un momento tan especial para el baloncesto guipuzcoano, donostiarra y del Easo.
Una de las personas que más y mejor conoce al escolta es Gorka Núñez (Beasain, 1974), su preparador físico personal desde que Brizuela tenía 12 años. Le conoció cuando entrenaba a los chicos más destacados del Baskonia y del Easo y, a pesar de abandonar Gipuzkoa con 16 años rumbo a Madrid para recalar en la cantera del Estudiantes, el donostiarra siempre ha querido estar cerca de su hombre de confianza en el deporte de la canasta. Analizan partidos y movimientos juntos y se reúnen en verano en el polideportivo de Beasain para pulir detalles de su juego y prepararse para las temporadas en sesiones intensivas. «Cuando llegó a mis manos era infantil, pero jugaba con los cadetes. Tenía fama de díscolo y que era complicado de llevar, pero conmigo nunca ha sido así y creo que por eso nos hemos llevado tan bien. Vio que le aportaba cosas y era el chico que a todo el mundo le gustaría tener: siempre el primero en la fila y tenía, y aún mantiene, una capacidad de trabajo bestial».
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Llegar a la final y llevarse el oro quizás no, pero Núñez siempre ha confiado en las capacidades de su pupilo. «Cuando se fue al Estudiantes él sabía que podía ser un buen jugador, pero yo le decía que tenía las condiciones para ser un jugador dominante en la ACB. No se lo creía», relata el técnico, que desvela que ayer por la mañana «recibí un mensaje de voz súper bonito de él, diciéndome que parte de la medalla es mía. Es un tío que merece la pena», sentencia.
Carácter, metódico y humilde
Preguntado por las claves que le han llevado a ser campeón de Europa y un jugador referente en la Liga Endesa en un histórico como el Unicaja Málaga, Núñez enumera varias. La primera, su carácter. «Es muy atrevido, juega igual en la jaula de Sagües que en la final del Eurobasket». Por otro lado, describe que «tiene una capacidad de trabajo y análisis bestial. La mitad del tiempo que estoy con él lo paso hablando, somos muy detallistas», hasta el punto de «cada vez que acaba un partido -durante la temporada, en el Eurobasket ha respetado la concentración de la selección con su cuerpo técnico- me llama, me manda vídeos y los analizamos por WhatsApp. Darío es súper reflexivo y metódico y tiene el talento de ser capaz de llevar a la pista lo que entrena, y no todos pueden hacerlo».
Han mantenido el contacto durante las casi tres semanas que ha durado el Eurobasket y preguntado por cómo le ha notado, responde rápidamente que «excitado, todo lo contrario de nervioso. Sabía que era un campeonato en el que iban a venir jugadores como Luka Doncic y Giannis Antetokounmpo, y tenía muchas ganas de verles de cerca para aprender cómo se mueven, cómo frenan, cómo aceleran... Está pensando constantemente en qué puede hacer para mejorar».
Su familia, clave
Otras dos personas que han vivido con especial emoción este éxito en el Eurobasket han sido dos entrenadores suyos en el Easo: Xabi Zubimendi (San Sebastián, 1984) e Imanol Millares (San Sebastián, 1985). El primero lo conoció cuando era preinfantil, todavía en edad de Primaria, y no se olvida de que «nada más verlo te dabas cuenta de que Darío tenía 'gol'». Recuerda que al ser de noviembre ya tenía un pequeño déficit físico con muchos chavales de su edad y que ese hándicap se acrecentaba al jugar con los de un año más, pero «aún así no sabíamos cómo pero el 'cabrón' de él siempre metía».
Sus caminos se reencontraron en edad de cadete, categoría en la que «dio un cambio físico espectacular al estar trabajando más tiempo con Gorka Núñez». Zubimendi fue su entrenador esas dos temporadas y expresa que también para él ha sido un Eurobasket emocionante. «Hay jugadas de ahora que ya las hacía cuando era un niño, son cosas innatas que tiene él. Las veía en la televisión y me reía con los ojos vidriosos y con un orgullo de la leche».
También ha sentido algo parecido Millares, que recogió el testigo de Zubimendi y entrenó a Darío Brizuela en primer año de júniors, su última temporada en el Easo antes de emigrar a Madrid. «Como chaval era un encanto, muy cercano a sus compañeros y muy sincero. Tenía su carácter, pero era una persona muy tranquila hasta que pisaba la cancha. Se transformaba y hacía magia. No hacía falta enseñarle cosas, le salían con naturalidad. Ahora quizás sea de un perfil más 'microondas', pero antes era un anotador total. Se podía pensar que para tener carrera en la ACB necesitaba ser base por su altura y físico, pero ya en cadetes en el club ni nos volvimos locos en cambiarle de posición porque se veía que era un escolta anotador atlético con brazos largos. Tenía magia y mucho desparpajo. Con 16 años jugaba con el sénior y le daba igual quién estuviera enfrente porque tenía mucha jeta, aunque alguna vez le tuvimos que cortar un poco», bromea Millares. «Eso también (la jeta) le ha hecho llegar a donde está».
Los tres entrevistados coinciden y destacan la importancia que ha tenido la familia en la trayectoria de Brizuela. «Tiene una familia que le transmite unos valores de la leche», indica Núñez, mientras que Xabi Zubimendi recuerda una anécdota. «Para lo especial que es él, sorprende su familia. Es súper humilde. En un partido importante le llegué a expulsar y mandarle a vestuarios. Cuando vinieron sus padres después tenía miedo de lo que me pudieran decir, pero su padre me tocó el hombro, me giré y me dijo: 'Xabier, lo has hecho muy bien. Yo hubiera hecho lo mismo'».
El día que dijo a su míster: 'tranquilo, que estoy yo y vamos a ganar'
Después de pasar tantas horas con Brizuela, Núñez, Zubimendi y Millares tienen mil anécdotas. Zubimendi recuerda que «en la previa de una semifinal de acceso a Liga Vasca estuvimos repasando muchísimas cosas y me acuerdo que me dijo: 'Zubi, te veo muy nervioso hoy. Tú estáte tranquilo, que estoy yo y vamos a ganar'. La gente puede decir que es un chulo. Realmente no lo es, lo que pasa es que tiene una confianza en sí mismo brutal. Al día siguiente, en un ambiente infernal que no había visto nunca contra un chico de 14-15 años, hizo un partidazo y se fue hasta los treinta y largos puntos».
Millares rescata que «en un campeonato en Tenerife asumió una situación de final de partido que no fue acertada al haber decisiones mejores, y dijo que lo volvería a hacer al no tener miedo a la presión de poder volver a fallar, confiaba mucho en sí mismo». Núñez, por último, apunta que «en el primer entrenamiento de hace un par de veranos terminó y se disponía a marcharse cuando le dije: '¿se te ha subido a la cabeza que eres bueno y ya no recoges?'. Me dijo que lo sentía. Desde entonces es el primero en ponerse a recoger y unas semanas después me mandó una foto en la que estaba ayudando al utillero del Unicaja Málaga a limpiar todo el material de entrenamiento. No olvida de dónde viene».