UNA ALEGRE CHAPUZA
No me gusta la decisión de otorgar la medalla de bronce a Orlando Ortega. Eso sí, me alegro muchísimo por él porque en un año ... dificilísimo en lo personal y en lo deportivo, y tras una temporada sobresaliente, se merecía más que nunca un podio mundialista.
Es una chapuza, alegre, pero chapuza. ¿Por qué el bronce? Ortega estaba segundo en el momento del percance y era plata fijo porque los últimos metros del español son siempre excelentes. Y si esta decisión es una mala solución, peor fue la primera explicación del Jurado de Apelación como argumento para no repetir la final «Son cosas que pasan en las vallas». Así yo también soy juez. Parece que la primera reclamación del equipo español le cogió cansado al Jurado de Apelación en la noche del miércoles. En la segunda reclamación todo indica que les dio pereza aplicar el reglamento que permite una repetición de la carrera si se dan las circunstancias que existieron en la final de vallas. Sin embargo a mí me habría parecido injusto que el estadounidense Holloway, claro vencedor, le hubiesen obligado a repetir la carrera. La mejor solución era muy compleja o quizás no existía.
Las soluciones aportadas por el mundillo atlético eran más emocionales que coherentes. La facilona pasaba por fabricar otra medalla y apretón de manos. Personalmente hubiese repetido parcialmente la carrera con los atletas implicados, del segundo al quinto, para jugarse las medallas porque evidentemente el podio estaba alterado si atendemos a lo que se vio en la carrera hasta la última valla.
El atletismo siempre se jactaba de que era el deporte donde las decisiones de los jueces no modificaban los resultados, con la salvedad de la marcha. Pues esto está cambiando. Mayor chapuza fue conceder el miércoles un bronce al húngaro Halasz cuando su tiro fue un claro nulo y le dieron válido. La lógica pedía anulación del tiro y punto. Los jueces prefirieron dar un segundo bronce al polaco -cuarto- que se había visto perjudicado por el error del juez y mantener el bronce al húngaro. Poco serio. El reglamento está para interpretarlo, pero no para adulterarlo.
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