Y solo quedó una galga, 'Atómica'. Y era de oro puro
Guillermo Galoe y Víctor Alonso-Berbel ganaron el premio al mejor guion en la Semana de la Crítica de Cannes por 'Ciudad sin sueño'
Un quad rojo sigue el rastro que deja al marcharse de la Cañada Real la furgoneta de la familia de Toni, el nieto de un ... hombre que es un coloso, un chatarrero noble, un buen cazador y sabe escuchar el viento que sopla en el páramo, entre jaras, basura y, acaso, alguna bomba de la Guerra Civil. Se va la familia a un barrio de esos que se supone son mejores que las casas de uralita y adobe. Se va y en ese momento el espectador oye a Morente y a Lagartija Nick cantando y tocando a Lorca, a Federico, «No duerme nadie por el cielo. Nadie, nadie. No duerme nadie. Las criaturas de la luna huelen y rondan sus cabañas. Vendrán las iguanas vivas a morder a los hombres que no sueñan y el que huye con el corazón roto encontrará por las esquinas al increíble cocodrilo quieto bajo la tierna protesta de los astros. No duerme nadie por el mundo. Nadie, nadie».
Federico, sí. Suena mientras termina esta hermosísima y sorprendente película, el Lorca de 'Poeta en Nueva York'. Pero no necesitan del granadino las gentes que protagonizan 'Ciudad sin sueño' y viven en ella porque bien capaces son por ellos y ellas mismas de crear fantasmagorías y relatos. Que bien resulta que muchos minutos antes de ese final con Lagartija, Enrique, Federico, el quad y la furgoneta que deja la Cañada, una voz en off recortada sobre el negro noche, el ocre del fuego y la sombra oscura de un caballo blanco, hemos escuchado a alguien la historia del galgo de oro que corría, corría por el barrio y quería campo, campo y campo. El galgo corría pero el barrio estaba rodeado por tres ríos, uno era de oro, otro de vino y el tercero, de café. Y corría tanto tanto tanto que nunca tenía sueño. Y veía a los pájaros y le daban envidia. Y el galgo, la galga de Toni, la galga blanca que se llama 'Atómica', es personaje inmenso en esta película, una de las más atrevidas estéticamente de toda esta edición 73. Guillermo Galoe, autor de cortos poderosísimos como 'Aunque es de noche' y ganador de un Goya, lo arriesga todo visualmente y utiliza con un arte que roza la maravilla los mismos filtros de color que usan los jóvenes con sus dispositivos móviles, impregnando su obra de un aire de fábula extraña que a veces hasta se diría parte de un cómic o de una animación localizada en un mundo de ciencia ficción más o menos futurista, monstruoso o de steampunk. Sin ir mas lejos, esa escena del brazo metálico y gigante de un bulldozer derruyendo una casa de la cañada...
Todos los cineastas ricachones que han usado la Cañada, Pan Bendito o Caño Roto para filmar 'pornopobreza' deberían aprenderse 'Ciudad sin sueño' de arriba a abajo, plano a plano, color a color, línea a línea del guion.
Guillermo y Víctor no rehuyen ningún tema. Aquí hay droga y desarraigo. Aquí no hay agua. Ni luz y hace frío y enfermas. Pero ni Guillermo ni Víctor están aquí para dar lecciones de moral a nadie por más que su compromiso con Toni y los suyos sea pleno. Aquí están para hacer cine. Del muy grande.
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