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Un documental tan salvaje y al mismo tiempo tan enternecedor como éste, donde tres ancianos que se alimentan (confesión propia) de la energia de los ... dos miembros más jóvenes de la banda cantan, tocan y aúllan «No somos nada. No somos punk ni mod ni heavy ni rock ni ska; somos los hijos de los obreros que no pudisteis matar» tiene ganado ( y si no, lo toma) el derecho a inaugurar, como sucedió el viernes, una sección de la edición 69, Zinemira.
El trabajo de Javier Corcuera Andrino, peruano licenciado en Ciencias de la Imagen en la Complutense al que Elías Querejeta produjo 'Invierno en Bagdad', se entronca en la colección de grandes documentos sobre las criaturas que hicieron restallar la música desde el País Vasco hasta las galaxias. 'No somos nada' es hermano de sangre, escenarios, cerveza y (mala) leche de 'El Drogas' de Natxo Leuza y de aquel 'Dardara' de Marina Lameiro que nos hizo viajar con Berri Txarrak hasta Japón. Seguro que también resulta ser el primo sesentón del 'Pandemic Tour' de Belako.
El filme comienza en Oñati. Evaristo Páramos camina por caminos de piedra y monte y se sienta cerca de una ermita, junto a un roble, para recordarse hijo de emigrantes gallegos. Para contarnos que de crío él, que luego cantaría 'Remolacha, coliflor, ¡que viva el agricultor!', tarareaba temas de Camilo Sexto y Los Brincos. Se daría más tarde cuenta de que el 'Me conformo con ser feliz ¿Qué más puedo pedir?' de Fórmula V era muy muy fuerte.
El documento-documental que recoge y monta fabulosamente imágenes por las que el tiempo ha pasado implacable, desde aquellas fiestas de San Isidro del 86 hasta las de los últimos conciertos, los de este siglo XXI, da cancha a personajes únicos como la madre de Evaristo, no olvida a los caídos, (Fernando, Charly...) y se toma una caña donde todo empezó, el bar Otxoa de Agurain. Allí tenían no solo su guarida sino el teléfono de contratación.
Dice Evaristo, que puestos a elegir a qué ancianos parecerse, se pide esos Skatalites jamaicanos que, creadores del ska en los 60, aún giraban por Hong Kong en 2016. En silla de ruedas pero con una clase que estremece al Evas, el Evas que no deja de lucir su camiseta del Celta.
Javier Corcuera es un creador comprometido. Con el pasado, el presente y el futuro de quienes siempre se quedan al otro lado del muro que, como en Lima, levantan los ricos para no oler la pobreza. El jurado Fipresci mencionó su 'La espalda del mundo' en el Zinemaldia del 2.000.
Javier ya escuchaba a La Polla (en cassette) cuando estudiaba cine en Perú. Por eso remata su docu grabando a Evaristo decir que le faltan miles de canciones por escribir pero que no estuvo nada mal; para ser como eran, «de pueblo». Y del pueblo.
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