Esther García: «Yo soy la más 'chica Almodóvar' de todas»
La productora segoviana, con una carrera de más de cincuenta años, gran parte de ellos al lado del director, recibirá el Premio Donostia el día de la inauguración del Festival
Esther García (Cedillo de la Torre, Segovia, 1956) está acostumbrada a romper techos de cristal. Durante años fue directora de producción de El Deseo y ... por tanto de prácticamente todas las películas de Pedro Almodóvar, para después pasar a ser la productora ejecutiva. Su nombre está detrás de títulos como 'Matador' (1986), 'La ley del deseo' (1987), 'Todo sobre mi madre' (1999), 'Volver' (2006) o 'La habitación de al lado' (2024). También, entre otros, de 'Sé infiel y no mires con quién', de Fernando Trueba (1985); 'El espinazo del diablo', de Guillermo del Toro (2001) o 'El patio de mi cárcel', de Belén Macías (2008). Hace siete años recibió el Premio Nacional de Cinematografía, –fue la primera productora en hacerlo–, y ahora, en la gala de inauguración del Zinemaldia, recogerá el Premio Donostia que también se da por primera vez a un profesional que no es ni intérprete ni realizador.
Esta mujer es un torrente de entusiasmo y vigor contagiosos. Al inicio de esta entrevista, y sin tiempo para hacerle la primera pregunta, la Premio Donostia se lanza a hablar: «Quiero decir que estoy tan emocionada… No sé cuántas palabras tendría que utilizar para describir los sentimientos que tengo. Nunca creí que fuera la mejor en nada y, desde luego, nunca creí que un premio como este me lo fueran a dar».
– Hace ya años que el director del Zinemaldia, José Luis Rebordinos, quería que lo recibiera.
– Lo sé. Me lo han contado después. Tampoco tengo suficientes palabras de agradecimiento para eso. Hemos trabajado mucho juntos. He participado en el festival de muchas formas. He sido jurado, he estado con películas de Pedro, películas que no eran de Pedro como 'Relatos Salvajes'...
– Es la primera vez que lo recibe una productora. Sigue abriendo caminos.
– Es verdad. Me dieron el premio Nacional de Cinematografía, que también lo recogí en San Sebastián, y era la primera productora. Es todo como un cuento. Me reconocen por un trabajo que me gusta tanto, con el que disfruto tanto.
«Es todo como un cuento porque me reconocen por un trabajo que me gusta tanto, con el que disfruto tanto»
– ¿Está preparando el discurso?
– Tengo pesadillas con él. Me paso el día haciendo líneas maestras de lo que voy a decir. Me voy a poner tan nerviosa que prefiero sabérmelo. No paro de pensar en él, pero no lo tengo hecho. Tengo claro que no voy a alargarme, porque más de tres minutos es un disparate, pero tengo que dar las gracias a tantas personas… Por supuesto a los hermanos Almodóvar que son con los que he pasado más de la mitad de mi vida y haciendo un buen equipo. Yo solo he sido una herramienta más. Agustín y Pedro han sido profundamente inspiradores.
– ¿Cómo comenzó esa relación?
– Yo era muy joven, tenía 21 años y estábamos preparando un corto 'Folle... folle... fólleme Tim' (1978). Le conocí y pensé: 'Esto es un genio'. Vi que era una fuerza de la naturaleza, capaz de mover todo lo que fuera necesario para cumplir sus objetivos.
– Desde entonces más de 40 años trabajando juntos. ¿Va a resultar que es la auténtica 'chica Almodóvar'?
– Pues sí. Yo soy la más 'chica Almodóvar' de todas, la que más tiempo llevo con él. Además, estoy en sus películas desde que comienzan a gestarse. Es muy generoso y comparte sus ideas con el equipo desde el principio, cuando solo es un embrión. Siempre he estado ahí.
«Quiero reivindicar este trabajo. No somos solo procuradores. Tomamos las primeras decisiones creativas»
– Como productora ejecutiva, ¿en qué consiste su trabajo?
– Quiero reivindicar este trabajo porque parece que somos simples procuradores de medios para conseguir que una película se haga. Realmente, la primera de todas las decisiones creativas la toma el productor cuando entre todas las propuestas que le llegan decide cuál merece la pena dedicarle un mínimo de dos años. Luego hay que elegir al equipo adecuado para hacer crecer la obra. A partir de ahí hay que encontrar la financiación y las ayudas, incluso en el extranjero, para que la conviertan en algo todavía mejor. Luego está buscar los lugares de rodaje, las necesidades que se van a encontrar en el día a día de la grabación. Siempre pensando en no gastar demasiado y que al mismo tiempo el equipo esté contento para poder dar lo mejor de sí. Además, muchas veces tienes que apoyar al director que tiene dudas. Todo esto sin contar con los imprevistos que van surgiendo y que hacen que el presupuesto cambie. El peso de llevar el presupuesto de una película es una de las cosas más duras de nuestro trabajo. A continuación pasamos a la postproducción donde se puede enriquecer mucho el proyecto con músicas excepcionales, efectos digitales que mejoren pequeños fallos, títulos de crédito, diseño de carteles… Y luego pensar en el estreno: dónde, cuándo… Es un trabajo muy largo y muy apasionante en el que nunca nada es igual. Cada película es diferente.
– ¿En su trabajo hay que tener mano de hierro y guante de terciopelo, ponerse en el lugar del otro pero también ser un poco ogro?
– Sí. Todo eso combinado, que es bien difícil. No concibo una película en la que la tensión está por encima del espíritu colaborativo. Las películas son obras colectivas donde es fundamental que cada uno de los miembros que participa ponga lo mejor de sí mismo.
– Series como 'Curro Jiménez' o 'Los pazos de Ulloa' y películas como 'Los bingueros' fueron sus primeros trabajos. ¿Cómo recuerda esa época?
– La primera vez que me acerqué a un rodaje fue en 'Pim, pam, pum… fuego' de Pedro Olea. Me pareció mágico. No se me había ocurrido pensar cómo se hacían las películas y al verlo en directo decidí que quería participar en esta familia. Era muy difícil, no había Escuela de cine y la manera de entrar era a través de algún miembro del equipo. Afortunadamente lo conseguí y un amigo me introdujo en 'Curro Jiménez'. Ahí vi todos los oficios y, de los que estuvieran al alcance de las mujeres, cuál era el que más me interesaba. Entonces no podíamos hacer cualquier cosa. Me hubiera gustado hacer algo en cámara, que es el centro, pero era absolutamente impensable. Vi que la carrera dentro del mundo de la producción era posible y se me daba bien, contabilidad, taquimecanografía, ganas de trabajar. Hacía dobles jornadas, pero me divertía tanto y aprendí tanto en una serie así, con vestidos de época, caballos, carruajes, especialistas, efectos especiales con armas… Fue una escuela increíble, lo aprendí todo. Hice más de 30 capítulos, además de conocer a grandísimos directores como Mario Camus o Pilar Miró.
– ¿Lógicamente, la forma de trabajar sería muy distinta a la actual?
– En cuanto a medios ha cambiado muchísimo. Pero sobre todo en cuanto al concepto y a la búsqueda de lo que queremos hacer. Lo que más ha influido es la irrupción de las plataformas, que ha transformado mucho el mercado. Desde que yo trabajo en esto, es la época en la que más audiovisual se hace, pero creo que las ganas de trascender y la sensación de que cuando hacíamos una película era para toda la vida no se dan con una serie. Hay series extraordinarias que las disfrutamos, pero como su consumo es tan rápido.
«Le conocí rodando un cortometraje y pensé: 'Esto es un genio'. Vi que era una fuerza de la naturaleza»
– ¿Qué película es la que le ha dejado mejor recuerdo?
– ¡Madre mía! Es muy difícil. Con todas las películas acabas teniendo una vinculación especial. 'Matador' y 'La ley del deseo', dos de las películas que hice con Pedro. Era un momento vital importantísimo, era empezar a entender a un creador e intentar pasar a formar parte de un equipo genial. Esas dos películas han sido fundamentales en las decisiones posteriores que he tomado en mi vida. También han sido muy especiales 'Acción mutante', de Álex de la Iglesia; las que he hecho con Isabel Coixet porque tengo una relación muy especial con ella. El cine me ha llevado a hacer grandes amigos como Félix Sabroso. No me puedo olvidar de Lucrecia Martelli, con una obra que merece una reflexión y no olvidar que es una mujer que ha cambiado la forma de hacer cine en Latinoamérica. Por supuesto, Damián Zifrón, a quien adoro y tiene un talento inconmensurable. Y luego están todas las películas de Pedro porque en todas ellas hay una parte de mi vida. No puedo decir una de todas.
– ¿Cuál ha sido la más complicada?
– Sin ninguna duda 'Acción Mutante'. Nunca hemos hecho nada tan difícil como eso. Todos éramos inexpertos en esa ciencia-ficción con ese nivel al que queríamos llegar. En España nunca se había hecho. En el equipo de producción estábamos cinco personas cuando ahora son un mínimo de veinte. Salimos de ahí aguerridos y fuertes para poder enfrentarnos a cualquier cosa.
– Es habitual que muchas mujeres reconozcan que han sufrido el síndrome de la impostora a medida que han ido ascendiendo en sus carreras. ¿Usted lo ha sentido?
– Si, lo he padecido y lo sigo padeciendo. Estoy haciendo todos los esfuerzos por superarlo. También hay hombres a los que les pasa. Es verdad que a nosotras nos ha costado y nos cuesta mucho más abrirnos paso. Parece que el esfuerzo que pones nunca es suficiente. Yo tengo un nivel de autoexigencia que es un poco torturador. Supongo que he dedicado mucho tiempo a trabajar y poco a pensar en mí.
«Lo padezco. A nosotras nos cuesta mucho abrirnos paso y tengo un nivel de autoexigencia un poco torturador»
– ¿Ha tenido que renunciar a muchas cosas?
– Sí. Tengo un hijo y una nieta. Mi compañero de vida, con el que llevo casi 40 años, también tiene otro hijo y dos nietos. Hubo un tiempo en el que podríamos haber tenido un hijo juntos, pero era demasiado difícil compaginar, conciliar. Yo ya tenía sentimiento de culpa por las ausencias, por no estar presente en el día a día de nuestros hijos. Lo llevaba mal. A la vez me decía a mí misma que esta profesión me hacía tremendamente feliz, que así era y así es. Es una profesión que despierta los sentidos más satisfactorios, te da dosis de adrenalina, ves cómo las cosas que haces se materializan en una película que en muchas ocasiones es una obra de arte, un proyecto transformador. Yo confío mucho en el poder transformador del cine y del arte. He renunciado a pasar tiempo con los amigos, con mis padres… a muchas cosas.
– ¿Se arrepiente?
– No. Arrepentimiento no es la palabra que acompaña a todo eso. Lo que acompaña es mejorar las condiciones de las compañeras y compañeros que están a tu alrededor. Arrepentirme no lleva a ningún lado. A mi hijo le he pedido perdón muchas veces y me ha perdonado.
– ¿Cuando suba al escenario del Kursaal para recibir el Premio Donostia va a sentir que representa a todas sus compañeras de profesión?
– Es algo que deseo muchísimo y quiero hacerlo notar en el discurso. No estaría aquí si no fuera por el apoyo de todas mis compañeras y mujeres de esta profesión. Sin ellas no sería quien soy. Creo que de alguna manera, por ser una pionera, por llevar cincuenta años en esto, se puede ver que si te esfuerzas puedes conseguir cosas. Esto no significa que no haya mujeres que lo intenten y no lo consigan. Hacen falta referentes. Por eso espero que este premio sea para todas las que nos hemos estado esforzando tanto para que otras muchas vengan detrás.
«Las mujeres nos merecemos recibir muchos premios»
El cine es una pasión para Esther García, pero, conociendo como conoce todos sus entresijos, no le ha picado el gusanillo de dirigir.
– Al preparar un equipo para una película, si para un puesto tiene dos candidatos,una mujer y un hombre con las mismas capacidades, ¿por quién opta?
– Preferiblemente apuesto por la mujer. Me encanta encontrar proyectos de mujeres, con lo que quieren contar y cómo lo quieren hacer. El cómo es muy importante. El cine ha marcado muchas conductas que se reflejan en la sociedad y se pueden cambiar porque las mujeres miran, narran y ponen la cámara de otra manera.
– ¿Le hubiera gustado dirigir?
– No. Si hay un trabajo difícil, difícil, difícil en el cine es el de director. Es muy frustrante porque las ideas que tiene en la cabeza rara vez se trasladan a la realidad como las ha imaginado. Es casi imposible. Se frustran y al mismo tiempo tienen que sacar energía para motivar al equipo y que de lo mejor.
– Acaba de terminar el rodaje de 'Amarga Navidad', el último trabajo de Pedro Almodóvar. ¿Cómo ha ido?
– Muy bien. Ahora estamos con las proyecciones de control para los procesos de postproducción, por ejemplo para que el músico tenga toda la película en la cabeza y pueda empezar a crear.
– Que una vez más es el donostiarra Alberto Iglesias.
- Sí. ¡Qué persona tan extraordinaria! Es un ser delicioso. Con Alberto yo quiero ser mejor persona, transmite algo espiritual y etéreo que queda lejos de mi naturaleza más pragmática.
– Volviendo al Zinemaldia. Este año son tres mujeres las que lo van a protagonizar: Marisa Paredes en ese cartel homenaje…
– Que es precioso.
–... Jennifer Lawrence que además de actriz también es productora y usted.
– Sí, estoy contentísima. ¡Ya está bien! Nos merecemos recibir premios porque las mujeres hemos luchado, hemos demostrado que sabemos hacer las cosas y que queremos hacerlas.
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