Zinemaldia 2023 | Mision a Marte
«Quería trasladar la hostilidad que tienen mis tíos hacia el mundo»El director catalán Amat Vallmajo presenta un viaje postapocalíptico de dos hermanos con una fuerte historia familiar y toques punk de los 80
Un Eibar post apocalíptico y amenazado por una nube de gas tóxica es el punto de partida del viaje que dos hermanos, de actitud «casi ... irreverente» y al más puro estilo punk de los años 80, realizan en la película 'Misión a Marte', dirigida por el catalán Amat Vallmajor. Una proyección que se estrenó ayer en el Zinemaldia y combina humor, crítica y una fuerte historia familiar durante la travesía de la ciudad armera a la localidad gerundense de Verge.
«Algunas escenas han sido tan naturales que no había que 'actuarlas', pero hemos tenido que montar el guion día a día»
Los protagonistas de la película, Txomin del Pozo y Gerardo 'Gene' del Pozo, son los tíos del director Vallmajor, que se prestaron a actuar sin haberlo hecho antes. «Quería trasladar la hostilidad que tienen mis tíos hacia el mundo exterior y representar sus paranoias justificadas tras haber vivido épocas complicadas». Los dos hombres protagonizan las conversaciones con mayor toque de humor mientras viajan en coche, donde hablan del holocausto, de los controles de la Guardia Civil en tiempos de ETA o de la libertad de expresión. «Siempre me he inspirado de esas conversaciones, donde hablaban de temas chungos sin despeinarse».
Una historia con «un componente familiar muy fuerte» donde el cáncer que sufre uno de los hermanos entra en escena y se convierte en parte de la trama. «A mi tío le diagnosticaron cáncer y empezamos a grabar durante su tratamiento, eso paso a un punto importante y se acabaron combinando bien los momentos de humor con los tiernos», explica Vallmajor. Además, añade que la complicidad familiar ha sido un punto a favor en la grabación, ya que «hay escenas que son naturales, sin necesidad de actuarlas». Aunque admite que eso les ha llevado a «construir el guion día a día».
Hertzainak a todo trapo
La banda sonora corre a cargo de Hertzainak, una decisión que el director tomó aconsejado por su productor. «Tuve la tentación de poner canciones inglesas como las de The Clash, pero me dijo que apostara por lo local, que lo que necesitaba lo tenía en casa», comenta Vallmajor. «Con esa música todo empezó a cuadrar, mis tíos hablando en el coche con las letras en euskera saliendo de los altavoces».
Que las tomas iniciales de la película sean en el barrio Txonta de Eibar no ha sido ninguna casualidad. Vallmajor ha viajado mucho a la cuidad armera porque es el lugar de nacimiento de sus tíos y de su madre. «Es un pueblo un poco postapocalíptico porque el esplendor en la época de los talleres ya no existe y hay zonas que están abandonadas y en decadencia». De todas formas, el director destaca que es una localidad «espectacular para grabar y fotografiar».
En cuanto a la producción, la película ha sido filmada en 16 milímetros y en blanco y negro. «Este sistema no tiene tomas infinitas, cómo sí puedes ser el caso del digital», resalta Vallmajor. Esta decisión la justifica porque era «el material que tenía a mano. Es una decisión un poco punki, grabas con lo que tienes». Además, da las gracias a los actores, «a mi familia, porque «con los medios que teníamos no hemos podido remunerar el trabajo que han hecho».
Para Vallmayor llegar al Zinemaldia «es un fin de ciclo tras haber participado en festivales de Gijón, Barcelona o Berlín». El joven director se formó en la escuela de cine Elías Querejeta de Donostia, por lo que volver ahora a esta gran cita «es volver a casa y es la culminación de todas las expectativas cumplidas».
Ahora, el director catalán, pone la mirada en nuevos trabajos. «Será una película que trate la problemática de la vivienda en Barcelona, centrada en la gentrificación y los problemas de las nuevas generaciones», concluye.
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