Es 19 de septiembre de 2020, Irati y yo vamos en la parte trasera de un mercedes negro, delante el conductor, los demás van en ... otros coches delante o detrás formando así nuestra procesión particular, es una mañana soleada y la luz entra por las ventanas del coche, estamos nerviosas y nos agarramos de las manos con mucha energía, el conductor nos pregunta si queremos poner música para calmar los nervios y le pedimos que ponga 'Makeba' de Jain, comentamos el buen rollo que nos da esta canción y la cantamos con fuerza con un par de grandes sonrisas en este alegre ritual para ahuyentar los nervios.
No soy especialmente buena recordando momentos de la vida, pero tengo guardado este en particular de manera firme y con total claridad. Era el día del estreno de la película 'Akelarre' y nos llevaban a la sesión de fotos en la terraza del Kursaal.
Es curiosa la vida, siendo de Donostia paso mil veces por allí y por sus alrededores, de paseo, a la playa, para reunirme con amigos... pero esta vez habitaba ese mismo espacio de una manera totalmente diferente. Y eso es lo que me pasa en el Festival de Cine desde entonces, en mi ciudad, vuelvo a lugares que siento propios pero con otra mirada, como en una situación de excepción, como si fuera un hermoso paréntesis. Eso es para mí el Festival de Cine, un regalo, el privilegio de poder ver lo cercano desde la lejanía y la oportunidad de vivir muchas vidas dentro de una sola.
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