Tamar Novas: «Era un niño muy miedoso, pero actuando encontré mi libertad»

– Nada más que tres proyectos tiene este año. Cuéntenos...

– (Risas) Ha sido un año de muchísima suerte. He trabajado con Julio Medem ('8'), Daniel Sánchez Arévalo ('Rondallas') y Antonio Hernández ('Parecido a un asesinato').

– ¿Casualidad o es que ha llegado su momento?

– Un poco de todo. Llevo toda la vida trabajando como actor y no me quejo. Siempre he tenido la sensación de estar en activo, de aprovechar los huecos que hay entre proyectos. Pero sí, hay algo de suerte en que justo estas tres pelis coincidan ahora aquí. Además, que se estrene todo a la vez no quiere decir que se rodara seguido. Este trabajo es muy intermitente.

– ¿Ya de niño apuntaba maneras?

– En absoluto. Cuando hice mi primera película, 'La lengua de las mariposas', recuerdo estar en mi casa, en Santiago, y ver cómo Fernando Fernán-Gómez y José Luis Cuerda presentaban aquí la película. No vine, pero recuerdo pensar: «Ojalá algún día estar yo ahí».

– Y mire. ¿Disfruta del Festival también como cinéfilo?

– Por suerte, este año sí. He podido organizarme para estar más días. He visto la última de Sorrentino y la de Claire Denis. Es que soy muy cinéfilo, de sala de cine desde pequeño. Lo disfruto mucho, y aquí el ambiente es espectacular. San Sebastián es uno de los mejores festivales del mundo.

– ¿No se ve como director?

– En realidad, siempre quise ser director. El otro día, hablando con Alejandro (Amenábar) por los 20 años de 'Mar adentro', me lo recordó: «Tú antes querías dirigir, me hacías muchas preguntas». Y sí, me encantaría.

– Por 'Mar adentro' ganó el Goya a Actor Revelación. ¿Dónde lo guarda?

– Cuando me mudé a Madrid me lo llevé y está en mi casa con el Mestre Mateo y un proyector. Es lo primero que ves al entrar, presidiendo.

– ¿Qué parte del proceso de una película disfruta más?

– Creo que la documentación. Cuando el guion va en serio y empiezas a investigar. Por ejemplo, con 'Rondallas' descubrí una tradición de mi tierra que no conocía y que me emocionó mucho. Ver a tanta gente unida, contando algo juntos, celebrando, dependiendo unos de otros… fue precioso.

– ¿Qué le ha aportado ser gallego?

– Mi familia es lo que me mantiene con los pies en la tierra. Mi madre es vasca, de Barakaldo, así que también tengo familia aquí. Creo que hay algo misterioso, que te define. Lo siento con orgullo, me pregunto siempre qué es lo que puedo aportar. Con 'Fariña', por ejemplo, me emocioné al escuchar el acento, como me ha pasado con los Moriarti. El euskera en pantalla es un tesoro.

– ¿La fama qué tal? ¿Acostumbrado a que la gente le pare por la calle?

– Bueno, no es algo que sea natural, pero la gente siempre se me acerca con respeto y cariño, así que lo llevo bien. Es verdad que soy tímido y me encierro un poco, pero es un lujo que lo que haces llegue a la gente.

– ¿Se puede ser actor y tímido a la vez? Suena contradictorio...

– Yo creo que no lo es. En mi caso, van de la mano. Yo era un niño muy miedoso y la interpretación me sacó de ahí. Me ha hecho mucho bien y me ha dado libertad.