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Es un viaje fascinante a mil años de Gipuzkoa pero con una mirada profundamente contemporánea. O mejor dicho, con quince miradas. Y en un escenario ... de Altzo Azpi, la iglesia desacralizada de Salvador de Olazabal, que bien puede considerarse 'ombligo' de Gipuzkoa. El nombre 'Ipuscoa', o 'Ipuskoa', apareció escrito por primera vez hace justamente mil años en el documento de donación del monasterio que se encontraba en este lugar.
El visitante de la exposición 'Ipuskoa, izanetik izena (1025-2025)', que se inaugura el viernes, no encontrará un aburrido repaso histórico sino una colorista colección de obras de quince artistas de diferentes edades y estilos, desde instalaciones hasta esculturas pasando por pinturas o telas. «Hemos querido unir visiones plurales para lograr un conjunto coral», dice Elena Arrese, comisaria de la exposición, una de las artistas que muestra su trabajo y tolosarra residente en Altzo desde hace cinco años.
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Ella está en el origen de este proyecto. «Desde niña estoy seducida por esta iglesia tan bella y de tanta historia, en la parte baja de Altzo, que sigue perteneciendo al obispado aunque fue desacralizada hace ya años». En una de sus fachadas, por cierto, se encuentra la marca con las medidas del Gigante de Altzo, porque aquí fue registrando su evolución mientras vivió.
«A esta iglesia está vinculada la primera aparición escrita de la palabra 'Ipuskoa' y pensé que la celebración de los mil años debía unirse al lugar con una perspectiva moderna», añade Elena Arrese mientras recorre el edificio. «Lo planteé al Ayuntamiento de Altzo, que apostó por la idea, y luego tuvo el respaldo de la Diputación». El viernes por la tarde será la inauguración oficial y luego podrá visitarse los fines de semana hasta 3l de octubre y otros días con visitas guiadas o petición de hora a través del Ayuntamiento de Altzo. También durante estos meses se realizarán diversas actividades, desde talleres a conciertos.
Pero lo importante son los artistas, una selección de primera línea que también tiene un origen sentimental. «Cuando estábamos dando los primeros pasos en la preparación de la exposición falleció de manera inesperada Koldobika Jauregi, tan vinculado a toda esta zona, así que supimos enseguida que sería el primer artista en tener obra aquí», rememora Elena Arrese. Más aún, las dos esculturas de madera de Jauregi incluidas en la muestra se encuentran en la antigua cripta de la iglesia, donde aún pueden apreciarse piedras que son restos del antiguo monasterio aquí enclavado.
La artista Elena Cajaraville, mujer de Koldobika Jauregi y creadora multidisciplinar, presenta una reinterpretación del escudo de Gipuzkoa en tela. Otra creadora vinculada a Ur Mara, el museo de los Jauregi en Alkiza, Uxue Lasa, aporta una de las visiones más originales, una especie de 'Victoria de Samocracia' a la vasca que rinde homenaje a la mujer guipuzcoana.
También Elena Arrese ofrece un espectacular conjunto de murales y esculturas que recuerda a las personas que construyeron Gipuzkoa. Y Natalia Cambronero sitúa en el coro de la iglesia otra gran pieza de arte textil abstracto que «reflexiona sobre cómo las memorias heredadas condicionan nuestra identidad, trazando paralelismos entre la historia de Gipuzkoa y el inconsciente colectivo».
Los datos
La exposición Se inaugura este viernes en la iglesia Salvador de Olazabal de Altzo Azpi. Permanecerá abierta hasta el 31 de octubre.
Visitas Estará abierta los fines de semana y habrá visitas guiadas y bajo demanda. Consultar en el Ayuntamiento de Altzo.
Accesos Hay un pequeño aparcamiento una vez pasada la iglesia y otro en una zona anterior. Para los vecinos de la comarca se recomienda el acceso a pie.
Los artistas Elena Arrese (comisaria, que también expone), Elena Cajaraville, Uxue Lasa, Natalia Cambronero, María Jesús Cueto, Nisa Goiburu, Antton Mendizabal, Angel Navas, Julia Otxoa, Ramon Ruiz Cabestany, Iñaki Ruiz de Eguino, Ricardo Ugarte, Iker Valle, Pablo Zuriarrain y Koldobika Jauregi, el único de los quince artistas que ya no está, tras su prematura muerte.
Una escultura a escala de María Jesús Cueto representa «la complejidad y la diferencia en el paisaje cultural del territorio», mientras Nisa Goiburu ofrece otra poderosa poesía visual sobre la dualidad de la existencia humana «explorando el vínculo entre el bien y el mal, el cielo y la tierra», con unas grandes alas. No en vano el título de la obra es 'estoy aquí, puedo volar'.
Las esculturas de Antton Mendizabal y Angel Navas se muestran sólidas y rotundas en el paseo por la iglesia, al igual que la gran pieza de cerámica de Ramón Ruiz Cabestany, las pinturas de Iker Valle que evocan la mística del bosque o la obra de Pablo Zurriarain que conecta las emociones humanas con el mundo natural.
El gran Ricardo Ugarte, probablemente el decano de los artistas presentes, y de más larga trayectoria, sitúa cerca del altar su escultura 'huecos habitables para un milenio', que refleja «el deseo de celebrar la convivencia basada en los valores humanos y la naturaleza». A su lado contrasta el collage de su pareja, la poeta, narradora y artista visual Julia Otxoa que aporta una singular reflexión sobre los valores del territorio guipuzcoano. También destaca, en lugar preferente, la pieza de Iñaki Ruiz de Eguino, fiel a su estilo personal.
Como dice la diputada general de Gipuzkoa, Eider Mendoza, en el catálogo de la exposición, 'Izana eta izena', palabras que dan título a la exposición, «son dos palabras, dos conceptos, que en nuestra cultura suelen ir de la mano. En euskera solemos decir que quien tiene un nombre es, existe, y si nos atenemos a ese dicho, Gipuzkoa ya existía hace mil años. Pasando por el Altzo actual, en los valles, montes y bosques que se extendían desde la costa hasta los altos de Aralar, existía un territorio llamado Ipuscua. Así lo recogió un escribano en la Alta Edad Media refiriéndose a una donación del monasterio de San Salvador de Olazabal».
«Al parecer ya entonces existíamos los y las guipuzcoanas y, además, utilizábamos nuestro idioma, el euskera, para describir la tierra que habitábamos», añade Eider Mendoza. «El aniversario de la cita más antigua de Gipuzkoa nos permite no solo conocer la historia que perdura entre la niebla, sino también observar los principales valores que compartimos como comunidad, entre los que se encuentran, sin duda, el espíritu creativo y emprendedor, la identidad que compartimos en todo el territorio del euskera, nuestra lengua y cultura propias. Y en esta hermosa exposición podremos descubrir, de la mano de quince artistas, los ecos de múltiples raíces y valores que nos conforman como comunidad».
«Quiero que esta exposición esté viva durante todo estos meses, que la gente participe», añade Elena Arrese, la comisaria, que antes de despedir al periodista le confiesa uno de los secretos de la iglesia: «Este lugar tiene una energía especial y quienes creen estas cosas dicen que en la pila bautismal se concentra una fuente energética única». La cita merece la pena aunque para el visitante que llega de fuera no sea fácil aparcar. «Los valientes de la zona pueden animarse a venir andando», aventura Arrese.
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