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Evan Dando, en su último videoclip.

Dejar marchar

Crítica de televisión ·

Han pasado unas horas desde que asistí al último concierto de los Lemonheads en Madrid y no dejo de repetirme lo mismo: a los ídolos, como a esas series que no saben cómo y cuándo terminar, hay que dejarlos marchar

Iker Cortés

Madrid

Viernes, 26 de septiembre 2025, 00:23

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Han pasado unas horas desde que asistí al último concierto de los Lemonheads en Madrid y no dejo de repetirme lo mismo: a los ídolos, ... como a esas series que no saben cómo y cuándo terminar, hay que dejarlos marchar. Evan Dando (Boston, 1967) lo tenía todo para convertirse en una gran estrella del pop. Era alto, guapo -en 1993 la revista People lo introdujo en su lista de las personas más bellas del mundo-, se defendía con la guitarra y tenía una voz profunda, que lo mismo le servía para atacar punkrockera 'Hate Your Friends' de sus primeros discos, que para emular a su adorado Gram Parsons. Pero, sobre todo, y gracias a la colaboración de compositores como Nic Dalton o Tom Morgan, tenía las canciones: 'Lovey' (1990), 'It's a Shame About Ray' (1992) y 'Come on Feel the Lemonheads' (1993) son tres joyas de los noventa. El furor por Evan Dando era tal que el artista hizo sus pinitos en la interpretación, con un cameo en 'Reality bites (Bocados de realidad)' (1994), la opera prima de Ben Stiller, y un pequeño papel en 'Heavy' (1995), de James Mangold.

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