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I.G.
San Sebastián
Domingo, 9 de febrero 2025, 08:12
Un soltero vasco dio mucho que hablar en First Dates. Y todo a raíz de la agradable cita que mantuvo con Lidia, directora de ventas de una bodega de La Rioja. El encuentro entre ambos no comenzó especialmente bien, ya que a ella no le convenció el carácter de su soltero, que previamente se había definido como 'el abogado del amor', en un evidente juego de palabras: De primeras me ha dado una vibra un poco oscura, poca luz», añadía de su pretendiente, de profesión abogado de familia. Sin embargo, ambos fueron abriéndose poco a poco a lo largo de la cena, y comprobaron que eran bastante compatibles entre sí. Mismo final tuvo Eladio, otro vizcaíno que optó por seducir a su cita de una forma muy particular: «Te llevaré de marcha con mi cuadrilla».
Eso sí, la cita de First Dates comenzó con un pequeño revés. Y es que mientras Lidia llegaba con una botella de vino bajo el brazo, a modo de regalo, Íñigo dejaba claro que no bebía nada. «No me puedo ir de vinos por el Casco Viejo de Bilbao», bromeaba la soltera riojana. Con todo, ambos recuperaron el buen rollo a lo largo de la cena y se conocieron más en profundidad. «Me gustan mucho las motos, el mar… y la montaña», aseguraba el bilbaíno. «Claro, eres vasco», le respondía Lidia, antes de desvelar que a ella le encantaba cantar.
Eso sí, donde más coincidieron ambos fue en el planteamiento de vida que tenía cada cuál. Sobre todo porque a ambos no les había ido especialmente bien en el ámbito sentimental. «Soy prorelaciones, siempre que tenga algo que venga a mejorar. Cualquier cosa que me genere dudas, no la quiero», advertía Lidia. Íñigo, abogado de familia, asentía dando a entender que era de la misma opinión. «Mi planteamiento es pasarlo bien, disfrutar, tener una relación bonita», apuntaba.
Al final de la cena, los dos solteros de First Dates disfrutaron de un pequeño karaoke, al ritmo de Loquillo y Los Trogloditas. Ello les sirvió para abrirse y mostrar una mayor naturalidad, algo que se notó en la decisión final. «Me ha parecido una mujer con la cabeza bien amueblada, con el amor bien resignificado. Y además es muy guapa. Y maja. Es alta y está bien armada. La armada invencible la tengo aquí yo», reflexionaba Íñigo, entre risas. Lidia, por su parte, constataba que la cita había sido muy corta. «Nos hace falta más tiempo para charlar mejor, hemos estado a gusto y se nos ha hecho corto», reconocía. Sea como fuere, los dos solteros salieron del restaurante juntos.
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