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El escritor escocés Ian Rankin, creador del inspector John Rebus, publica la 25 entrega de la serie. Alan Peebles
Ian Rankin, escritor

«El sistema judicial está en crisis en muchos países y no hay valentía política para cambiarlo»

En 'Azul medianoche' su crepuscular policía John Rebus, octogenario y encarcelado, se enfrenta al lado más siniestro de la corrupción y la justicia

Sábado, 4 de octubre 2025, 00:05

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Paisano de Robert Louis Stevenson o Arthur Conan Doyle, Ian Rankin (Cardenden, 1960) es uno de los grandes de la novela policíaca en Europa. Su icónico detective Jon Rebus entra en una fase crepuscular en 'Azul medianoche' (RBA), vigésima quinta entrega de la serie. Sin placa, octogenario y encarcelado, se enfrenta a lo más oscuro de la corrupción y de «un sistema judicial en crisis», explica Rankin desde Edimburgo donde el narrador escocés ambienta una larga saga que encandila al lector español.

–La corrupción, tan antigua como la humanidad ¿es hoy más grave, peligrosa y amenazante que nunca?

–Siempre ha existido, pero la gente parece hoy más codiciosa y egoísta. Ahora es más fácil sacarla a la luz. La tecnología puede ser muy útil. Interactuamos más con teléfonos y ordenadores que con seres humanos reales, por lo que tenemos menos empatía.

–En 'Azul medianoche' muestra la fragilidad de una justicia que no parece igual para todos. ¿Esa justicia ciega, ecuánime y reparadora, es una utopía?

–El sistema judicial de muchos países está en crisis. Quizá en el Reino Unido encarcelamos a demasiadas personas. No hay suficientes funcionarios de prisiones, por lo que la corrupción, la violencia y el consumo de drogas son habituales. Los presos tienen una sensación de desesperanza, con menos oportunidades de educación y formación. Nuestros tribunales están saturados: los casos se demoran años y no satisfacen a nadie. Se necesitan cambios radicales, pero dudo que los políticos tengan la capacidad o la valentía para llevarlos a cabo. La gente ya no ve a la policía como «los buenos». Eso dificulta la labor de los escritores que se centran en un agente de policía como héroe.

–¿Quiénes son hoy los héroes, si es que quedan? ¿Rebus lo es?

–Sin duda hay héroes en la ficción y en la vida real si sabes dónde buscarlos. Rebus Intenta impedir que la gente haga cosas malas, así que quizá sea un héroe. Pero no es un ser humano perfecto: tiene problemas y debilidades y a veces hace cosas equivocadas.

–Trump, Putin o Netanyahu modelan la justicia a su antojo y la eluden. Putin, Xi Jinping y Kim Jong-un sueñan, además, con ser inmortales. ¿Serían buenos personajes para una intriga criminal?

–Trump es tan increíble, tan caricaturesco y, sin embargo, tan aterrador, que a un novelista le costaría mucho hacer creer a los lectores que alguien así podría existir. Estos líderes actúan como los supervillanos de una novela de James Bond. Son tan extremos en su comportamiento que muy pocos novelistas se sentirían atraídos por ellos como personajes.

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–Rebus está encarcelado y a punto de perder el norte en esta novela. ¿Forma parte de lo que combatía?

–Luchaba contra la injusticia y la corrupción con una visión limitada del crimen y los delincuentes. Encarcelarlo me permitió mostrarle todo esto de cerca y evaluar la eficacia (o ineficacia) de la prisión. Hacerle comprender que algunos presos quizá no deberían estar encarcelados. Mis libros siempre han sido un debate con Rebus: él es más conservador que yo y menos abierto al cambio. Intento demostrarle que los malos no siempre son tan malos, que la redención es posible, que hay muchas razones por las que se comete un delito y que el mundo no es tan binario como él cree.

–Pensó en matarlo en su primera novela y ahora no está dispuesto a hacerlo? ¿Aún le aprecia?

–Es cierto que Rebus moría en el borrador de la primera novela. Me pareció demasiado cruel y sobrevivió en el segundo borrador. No sabía que pasaría tantos años en su compañía. Rebus me gusta más de lo que yo le gusto a él. Es taciturno, peligroso y complejo. Yo soy relativamente sencillo y aburrido. Pero me gusta utilizarlo para explorar la naturaleza humana, la moralidad, la sociedad y la política.

–Siempre intuitivo y rebelde, está viejo, enfermo y tiene antecedentes. ¿Cómo cambia eso su manera de investigar?

–En los primeros libros era un tipo fuerte y amenazador que intimidaba a la gente para obtener información. Ahora no puede. Debe usar más su cerebro y menos sus puños. He disfrutado viéndole lidiar con su jubilación de la policía y el deterioro de su salud. Eso le hace un personaje más realista. Tiene casi 80 años y creo que nuestra relación está llegando a su fin.

–¿La novela negra es un espejo para saber quiénes somos, para reconocer nuestro lado oscuro?

–Una buena novela policíaca es el 'paquete completo'. Ofrece al lector una emocionante aventura literaria, pero también aborda grandes cuestiones morales. Muestra el mundo con sus aspectos positivos y negativos. Nos enseña cosas sobre un país, una ciudad o un grupo humano. Si quiero conocer un país buscaré novelas policíacas escritas sobre él. Y sí, también es catártica: le puede mostrar al lector su propio lado oscuro y hacerle revaluar su postura moral.

-«Una novela negra puede mostrar al lector su propio lado oscuro y hacerle revaluar su postura moral»

–¿Entretener o denunciar? ¿Qué es más importante?

–Para ser escritor a tiempo completo debes ser un artista. ¿Por qué si no la gente compraría y leería tus libros? Yo no denuncio nada: muestro algo al lector y le interpelo sobre esa situación: ese acto de corrupción, ese problema moral... El lector decide si denunciarlo o no.

–¿De verdad Rebus no tiene nada de usted?

–Somos del mismo pueblo, fuimos al mismo instituto y tomamos copas en el mismo bar. Además, vive en la misma calle en la que yo viví como estudiante. Pero él es mi Mr. Hyde: es más peligroso y seductor que yo, que soy el tranquilo Dr. Jekyll, que vive la vida a un ritmo pausado y nunca se enfrenta al peligro ni a la oscuridad.

–Repite que Edimburgo es un personaje más importante que el propio Rebus. ¿La ciudad ha cambiado para mejor o esconde mejor sus miserias?

–Nunca cambia. Si Robert Louis Stevenson o Arthur Conan Doyle (que nacieron aquí) volvieran al Edimburgo de hoy reconocerían muchas de sus calles y edificios. Como gran parte de la filosofía de sus habitantes. Pero ha crecido en población, provocando una escasez crónica de viviendas. Casi nadie puede permitirse vivir en el centro, donde antes vivía mucha gente. Siempre he utilizado Edimburgo como una forma de explorar y hablar de Escocia, y todavía me fascina y me sorprende.

–Tras tantos libros, ¿escribe por placer o por necesidad? ¿Podría vivir sin escribir?

–Paso muchos meses al año sin escribir, y eso está bien. Pero escribir es la forma en que realmente conecto con el mundo y aprendo sobre él. Y puede ser muy divertido. Vuelvo a ser un niño inventando aventuras, creando héroes y villanos. De joven escribía por diversión, era una afición. Se convirtió en una profesión y sentí la presión de publicar una nueva novela de Rebus cada año. Ya no la siento. Escribo un libro una vez cada dos o tres años. Estoy aprendiendo a relajarme.

Ian Rankin. A. P.

–Comenzó como periodista, ¿qué conserva de ese oficio?

–Se me da bien investigar; disfruto haciéndolo para cada nuevo libro. Y siempre cumplo con mis plazos, como un periodista. También se me da bien editar, eliminar todas las partes innecesarias. Y, como algunos periodistas, se me da bien mentir…

–Nada parece fiable con la irrupción de la Inteligencia Artificial. ¿Cómo cambiará nuestra vida y la novela negra?

–La IA está sobrevalorada. Mucha gente intenta vendérnosla como una especie de genio o salvador. Creo que pronto veremos sus deficiencias, pero aprenderemos a utilizarla para algunas tareas. Pero no para las realmente creativas o importantes. Ahora nos inundan historias escritas y música compuesta por IA, pero es una moda pasajera. Pronto anhelaremos la conexión y la interacción humana reales.

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