«Roncesvalles fue una batalla campal contra Carlomagno, no una escaramuza»
El historiador Xabier Irujo defiende en su libro que el combate se desarrolló a lo largo de casi 14 kilómetros y que no hubo musulmanes
El historiador Xabier Irujo Amezaga ha publicado la obra '778. La batalla de Errozabal en su contexto histórico'. El libro desmiente la tesis de que la llamada batalla de Roncesvalles fue una escaramuza, en la que las tribus vasconas, tal vez apoyadas por musulmanes, atacaron a la retaguardia del ejército carolingio. Irujo -que basa su tesis en el estudio de las fuentes originales- defiende que se trató de una batalla campal, con combates cuerpo a cuerpo, a lo largo de casi 14 kilómetros, entre el llano llamado Errozabal -junto al pueblo de Auritz- Burguete- y Valcarlos. El ejército carolingio constaría de dos legiones -20.000 hombres y mil carros-, y los vascones serían bastantes menos, pero con mayor capacidad de maniobra, y armados con lanzas pequeñas denominadas 'azkonak'.
Irujo es director del Center for Basques Studies de la Universidad de Nevada. Nació en Venezuela, vive en Reno (EEUU) y se ha especializado en temas de genocidio. Pertenece a la saga de los Irujo, que jugó un papel decisivo en la República previa a la Guerra de 1936.
Ha optado por el topónimo Errozabal por ser la antigua denominación de la explanada. Ese nombre de lugar, según Jimeno Jurío, evolucionó de esta manera: 'Errozabal', 'Rozabal', 'Rozavalles', 'Roncesvalles'.
Así pues, Irujo defiende que se producirían combates entre la zona de Errozabal -una zona llana cercana a la población de Auritz-Burguete- y los puertos de Ibañeta y Zize. La calzada tendría entonces un ancho máximo de cuatro metros, pero en muchos puntos -sobre todo en el tramo entre el puerto de Ibañeta y Valcarlos- se trataría de un camino de un par de metros entre árboles, con lo que los vascones con sus ropas ligeras y lanzas cortas tenían ventaja frente a un ejército bien entrenado pero con pertrechos pesados y poca capacidad de maniobra.
Batalla «demoledora»
La batalla fue «demoledora y decisiva», hasta tal punto que el ejército de Carlomagno fue diezmado y «murieron ni más ni menos que Agiardo, mayordomo de palacio, y Anselmo, palatino real, además de Roland, duque de la marca de Bretaña y otros paladines francos. Tanto el mayordomo como el senescal podrían ser considerados como los principales miembros de la corte real; personajes muy relevantes dentro del orden carolingio».
Según Irujo, «Carlomagno pensó que había perdido el favor de Dios, y a partir de ahí llegó la ruina de su reino». El Cantar de Roldán no menciona que Carlomagno estuviera en la batalla, pero el autor del libro cree que estaba ahí, y que salió huyendo. «El ejército carolingio avanzaba 8,5 kilómetros al día. Carlomagno, en su huida, hizo 27 al día, hasta llegar al palacio de Herstal».
Fueron «muchos más» los héroes francos que fallecieron en la batalla, pero según señala Irujo, «el cronista franco que lo escribió, indicó que eran tan conocidos por la gente de aquella época que lamentablemente no creyó importante citar sus nombres».
Datos
-
El autor Xabier Irujo Amezaga, hijo de Pello Irujo y nacido en Venezuela, es director del Center for Basques Studies de la Universidad de Nevada (Reno, EEUU).
-
La editorial Ekin nació en Argentina en 1942. Tras un parón de casi tres décadas, revivió en 2015.
-
Presentaciones abiertas al público Hoy, 19.00 horas, KM (Donostia); mañana, 19.00, iglesia de San Prudentzio (Getaria).
En la publicación, Irujo desmiente la participación de tropas musulmanas. «Basta con distinguir claramente las fuentes históricas y las literarias. La presencia de fuerzas musulmanas en la batalla tiene su origen en el Cantar de Roldán, que hace referencia a una cruzada contra el Islam, pero ni las crónicas francas ni las árabes mencionan en ningún momento a musulmanes en el contexto de aquella batalla».
El autor estuvo ayer acompañado por Fátima Frutos, de la Asociación Navarra de Escritores y Escritoras, quien dijo que «esta obra obligará a repensar los libros de texto».
Mientras vivió Carlomagno no se escribió acerca de esta batalla. El monarca franco murió en el año 814 y y en las siguientes décadas aparecieron las primeras crónicas. Irujo ha ido a esas fuentes primigenias y las ha traducido en persona. El contexto es conocido: Carlomagno -que entonces se llamaba simplemente Carlos- intentó crear una zona tapón al sur de su reino, para neutralizar a los musulmanes que reinaban desde Córdoba. Avanzó con su ejército y tomó Pamplona. Tenía apalabrada con un gobernador musulmán la entrega de Zaragoza, pero al llegar allí se encontró con que no le entregaban las llaves. Entonces decidió volver a su país a través de Pamplona y los Pirineos.